Por Piero Trepiccione
Desde la aparición de las
redes sociales con todo su soporte tecnológico y expansión en el mundo
globalizado actual, muchas cosas han venido siendo impactadas. Los gobiernos,
el poder, las formas de hacer política, la relación de la ciudadanía con las
instituciones, los debates ideológicos, los movimientos sociales, las
estructuras económicas, los temas que son tendencia, inclusive, las relaciones
interpersonales; entre muchos otros factores que nos dan pie para reflexionar
detenidamente sobre el asunto.
Las redes sociales han
aumentado la capacidad de escrutinio público sobre la fenomenología del poder,
esto ha generado múltiples consecuencias que merecen ser analizadas
concienzudamente. Pero también, han sido convertidas en una poderosa
herramienta para alimentar el descontento social y las visceralidades humanas
asociadas a las masas en movimiento. Con la generación de tendencias promovidas
por auténticos laboratorios estratégicos de información, muchas veces, se logra
desconectar a las multitudes de las verdaderas realidades que les circundan
para asociarlos a temas abstractos pero con pegada popular. Esta particular
utilización de las redes sociales conlleva a la denominada desinformación.
La desinformación se hace
cada vez más patente en este mundo globalizado. Parece algo paradójico en estos
tiempos de facilidades tecnológicas pero su utilización permite concentrar y
desconcentrar la atención de la opinión pública hacia temas que no son
“espontáneos” sino deliberadamente orquestados. Para entender en su justa
dimensión esta práctica que se ha vuelto común, debemos hacer seguimiento a las
“tendencias” que diariamente destacan en los índices nacionales, continentales
y globales.
Allí podemos dilucidar cómo
una serie de temas específicos, que si bien es cierto tienen conexión con
realidades o situaciones particulares asociadas a las disputas por el poder,
también reflejan la dinámica de tendencias impulsadas por laboratorios muy bien
montados y con buen financiamiento. Cuando sucede esto y usted revisa
minuciosamente las cuentas que impulsan estas temáticas, se hace fácil detectar
centenares de cuentas “fantasmas” o “bots” que impulsan con mensajes
prefabricados y repetitivos las orientaciones del posicionamiento
desinformativo que busca disgregar y fragmentar estratégicamente a la
población.
La desinformación es una
herramienta eficaz en el ejercicio de la política para mantenerse en el
poder. Con ella se divide, se hace dudar, se manipula y se desmoviliza además
de “entretener” a las poblaciones con el objetivo de distraerlos. Su puesta en
escena se soporta en banalizaciones que enganchan con textos llamativos y
fantasiosos que colindan con farándula, misterio, hechos dramáticos, crónicas
de sangre, entre otros ingredientes que son atractivos para el consumo masivo y
repetitivo de la gente y que operan como verdaderas piezas de propaganda
desinformativa.
Desinformación y uso de la
tecnología
Hasta hace poco todos estos procesos
de desinformación se hacían en los medios tradicionales como la radio y la
televisión, pero ahora con la irrupción de las redes sociales y su gran
posicionamiento en la opinión pública, los gobiernos rápidamente se dieron
cuenta de su expansión e importancia y hacía allá han enfilado sus baterías de
inteligencia. #GuaidoseEscapó #LeopoldoseFugó #LeopoldoRealesLopez
#CabezaeMango #CarvajalinoenTurquia representan algunos ejemplos con los cuales
ilustrar esta relación entre redes, poder y desinformación en el caso
venezolano, pero en el mundo son infinitos ya los ejemplos de este tipo que
incluyen “muertes adelantadas” de personajes famosos para que ocupen en
determinados momentos la atención de la opinión pública.
Aquí cabe decir que el
recordado cuento donde el pastorcito decía “ay de mí, allí viene el lobo”
y nunca venía hasta que si apareció en realidad y lo encontró en situación
indefensa por lo desinformada que estaba la población que podía auxiliarlo,
cabe perfectamente para ilustrar el fenómeno en cuestión sobre el que hay que
estar atentos para no ser inoculados con el virus de la desinformación que
favorece al poder.
03-11-19
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