Ismael Pérez Vigil 22 de junio de 2024
@Ismael_Perez
Algunos
califican de “atípica” −y otros de “épica” − la actual campaña electoral, o
“precampaña”, porque la campaña como tal aún no ha comenzado. Ciertamente tiene
algo −o mucho− de ambas características, al menos la campaña opositora. En mi
artículo, de la semana pasada, (Afinando Estrategias, https://bit.ly/3xkuKFI), analicé
algunas de sus características, como preámbulo, a la necesidad o pertinencia de
afinar la estrategia opositora. Concluyo hoy esa tarea autoimpuesta,
refiriéndome a algunos mitos, para tratar después algunas tareas que se deben
desarrollar para la defensa del voto.
Secreto del voto.
Lo de
los “mitos electorales”, que son varios, hay que abordarlos de manera colectiva
e individual; es decir, aparte de lo que las organizaciones políticas y de la
sociedad civil puedan hacer, los actores individuales, el común de la gente,
también podemos poner de nuestra parte, conociendo la realidad de estos “mitos”
y divulgando la falacia de ellos, ayudando a despejar de la mente de nuestro
familiares, amigos y relacionados algunas de esas fantasías. En esta ocasión,
me voy a referir, solamente, a dos de ellos.
Uno,
es lo relativo al secreto del voto o que el voto no es secreto; tema hábilmente
manipulado por el gobierno con aquello de “sabemos por quién votas” y que se
reforzó con la incorporación de la mal llamada “captahuella” que, según nos
decían, en combinación con la máquina de votación, permitía conocer por quien
se votaba y así se convertía en un instrumento de manipulación e intimidación.
Hoy
sabemos que no es cierto, que eso es una fantasía y que más bien la
“captahuella”, o el llamado “sistema de identificación”, es el que puede
garantizar que nadie puede votar más de una vez o usurpar la identidad y votar
por otra persona. Las auditorías −en las cuales la oposición ha participado con
personal de altísima calificación− han demostrado que la coincidencia entre la
huella que presenta el elector, al identificarse para votar, y la que está
almacenada en la máquina de votación, es superior al 98%. Pueden estar
tranquilos nuestros compatriotas del exterior, despojados de sus derechos
políticos, porque eso de que alguien en Venezuela les pueda usurpar su
identidad y votar por ellos, no es fácil que ocurra y menos masivamente.
Otros
seguros del secreto del voto.
Adicionalmente,
a la llamada “captahuella” y el alto porcentaje de coincidencia de huellas, el
sistema de votación presenta otros mecanismos de seguridad, como por ejemplo
que para que se autorice a votar a alguien cuya huella no esté registrada o no
coincida, deben pasar por el sistema de identificación varios electores, que
den “positivo” en la identificación; eso significa que para que un segundo
elector al que no se logró identificar su huella, sea autorizado para votar, no
solo se debe llenar una planilla con la información del caso, sino que además
debe esperar a que pasen por el sistema de identificación varios electores que
sí se puedan identificar. De manera que, una usurpación masiva de identidades,
no es factible; pues por cada “elector” que intente usurpar la identidad de
alguien y que su huella no esté registrada en la máquina de votación, se deben
llevar a votar en esa Mesa varios más que sí se puedan identificar
positivamente en la máquina. No parece sencillo organizar un fraude de manera
masiva, mediante la usurpación de identidad; no es algo técnicamente factible y
mucho menos para organizarlo masivamente, como para que se pueda alterar los
resultados electorales y menos en una elección presidencial, pues tendrían que
“usurparse” una alta cantidad de identidades y huellas.
Para
concluir, la única manera de que el voto no sea secreto, es que alguien este
detrás del elector en el momento de sufragar, que sabemos que es bastante
difícil que ocurra; o que el elector pase acompañado a la máquina de votación,
que aunque sabemos que es un derecho del elector, que tiene necesidad de ser
asistido al momento de votar por una persona de su confianza o que él designe,
eso es algo que ocurre en menos del 2% de los casos y además está regulado para
evitar que se convierta en una práctica de coacción del voto. Por último, para
no dejar cabos sueltos, recordemos que la Ley y el Reglamento de los Procesos
electorales establecen que nadie puede ser acompañante de más de un elector en
una misma mesa de votación, de manera que la organización masiva de esta
práctica es fácil de detectar y de detener. Los “testigos electorales” de la
oposición, que están advertidos acerca de estas prácticas, estarán muy
pendientes.
El
segundo mito al que, como ejemplo, me referiré, para concluir este tema, es al
de la falta de confiabilidad del sistema automatizado.
Confiabilidad
del voto automatizado.
Desde
hace mucho tiempo venimos escuchando que el voto automatizado no es confiable
porque se puede cambiar el voto del elector, porque se puede trasmitir al
“centro de totalización” del CNE una información diferente a la del acta de una
mesa y otras irregularidades. No voy a repetir de nuevo esta vieja discusión,
solo destacaré que, para este segundo caso, las auditorías o comprobaciones que
se han hecho entre las actas que llegan a la sala de totalización del CNE y las
que obtienen los “testigos” en el proceso de escrutinio de cada mesa, es
prácticamente total. De igual manera, en la verificación ciudadana −la que se
realiza en los comprobantes almacenados en la caja de resguardo al final de la
jornada−, el nivel de coincidencia es casi de un ciento por ciento, entre el
acta que emite la máquina y la revisión de los comprobantes.
El
comprobante del voto.
Cualquier
elector está en capacidad de verificar si su comprobante de votación, el que
emite la máquina, se corresponde con su voto. En muy pocas y contadas ocasiones
hemos escuchado o conocido que algún elector alertara de que lo que decía su
comprobante de votación, antes de introducirlo en la caja de resguardo, no era
el voto que acababa de realizar. Por otra parte, en el improbable caso de
alguna irregularidad, en la máquina quedan “trazas” o registros de esa
irregularidad; paradójicamente, no se puede decir lo mismo en las mesas de
votación manual, en donde todas las evidencias se destruyen al final de la
jornada.
Vistos
dos de los mitos electorales más importantes, veamos que otras tareas podemos
emprender para contribuir al proceso educativo de los electores.
Otras
tareas.
Nuevamente,
estas tareas las quiero asumir desde la óptica de lo que puede hacer el
ciudadano común; ese que va a ir a votar, pero no tiene influencia o posición
de dirección en ningún partido político u organización de la sociedad civil que
pueda influir en el curso de la campaña, en la organización electoral o en la
actividad del candidato o de los líderes opositores que recorren el país
motivando a los electores, algunos como María Corina Machado, de manera muy
notoria y eficaz. No obstante, estas otras tareas también pueden contribuir al
éxito de todos.
Verificar
del RE.
Las
tareas son varias, pero en esta ocasión me referiré solo a una de ellas, la
verificación, individual, personal, del Registro Electoral (RE) y dejaré para
una próxima ocasión algunas otras.
Independientemente
de las modificaciones −legales o no− que pueda hacer el CNE, recientemente fue
publicado el RE definitivo y esa es ya una razón suficiente para que los
electores verifiquemos nuestra situación en ese registro: si permanece como la
conocemos o si se ha producido algún cambio. Pero, además, hay algunas razones
adicionales para verificar esta situación. La primera es que algunos analistas
y conocedores de la materia alertan acerca de que más de 100 mil electores que
habían sido seleccionados como miembros de mesa “…fueron eliminados para
cumplir con esa función…” y que “…39 mil (de los 110 mil sorteados como
miembros de mesa) fueron cambiados de centros de votación” (ver @Eugenio G.
Martínez: https://bit.ly/3VCgD6Q,)
Otra
razón es que recordemos que entre los Miembros de Mesa que fueron sorteados por
el CNE para ejercer esa función, y que se puede chequear en la página Web (https://bit.ly/3WCeVnZ,) debe haber un
número importante de electores que han migrado al exterior −o del lugar en
donde vivían y votaban en Venezuela− y no pudieron actualizar su RE; por lo
tanto, no van a poder asistir a la instalación de las Mesas Electorales (ME) el
26 de julio, ni a la constitución de las mismas el día 28. Hay que prepararse
para esa eventualidad y evitar que esas posiciones sean todas copadas por
partidarios del gobierno o personas inexpertas que puedan retrasar o entorpecer
el proceso de votación. Por lo tanto, es indispensable que todos revisemos
nuestra situación en el RE y la de nuestros familiares, para asegurarnos donde
votaremos y si fuimos seleccionados como Miembros de Mesa, en cuyo caso debemos
asistir a la capacitación −que empieza el 28 de junio− y estar preparados para
ocupar los lugares en las ME.
Conclusión.
Evaluados
dos de los mitos electorales y cumplida la primera tarea de verificar nuestra
situación en el RE, la próxima semana abordaré otras tareas, educativas para el
elector. Y comenzaré una serie de recomendaciones para la defensa del voto el
28 de julio, de manera individual en las Mesas de votación y de manera
colectiva en los Centros de Votación; “defensa” que no solo es responsabilidad
de las organizaciones políticas y de la sociedad civil o de los líderes, sino
también de los ciudadanos.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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