Julio Castillo 26 de junio de 2024
Todos
recordamos la pregunta que sirve de título a esta nota, por la pieza del
dramaturgo Edward Albee y por la extraordinaria versión cinematográfica de Mike
Nichols, protagonizada por Richard Burton y Elizabeth Taylor.
¿Pero,
quien fue Virginia Wolf?
En
realidad, podríamos resumirlo (con mucho atrevimiento) diciendo que fue una
intelectual, escritora, feminista en la Inglaterra victoriana que, con valentía
y enjundia, irrumpió de manera importante en su tiempo y en su país.
El argumento, tanto de la pieza teatral como de la película es, si se quiere, manido y reiterativo.
Está
referido a la sempiterna lucha contra los prejuicios, las verdades establecidas
y los códigos éticos, morales, políticos y culturales que desarrollan las
elites (de todos los signos) como mecanismos para universalizar sus valores,
creencias e intereses y de cómo, personajes como Virginia Wolf, aparecen, de
tanto en tanto, par a cuestionar esas “verdades”
Veamos,
nuestro país es el campo de experimentación de una posverdad que es Socialismo
del Siglo XXI. Una suerte de popurrí ideológico que combina a Guaicaipuro con
Marx; a Gramsci con Ceresole y a Joselo con Laurel and Hardy.
Este
experimento, por mas pintoresco y atrabiliario que perezca, no ha dejado de
lado la obligación de construir su propia ideología y su sistema de creencias
que le permiten reproducirse y mantenerse en el tiempo. Tampoco, como es de
manual, ha descuidado la formación de una nueva elite económica, coercitiva y
cultural que le de apoyo material y sustento objetivo.
En
este sentido, la creación de una boliburguesía, con sus bolichicos y su
entramado legal y judicial, no han sido dejados a la improvisación. Todo lo
contrario, lo que hoy tiene Venezuela como elite económica ha sido diseñado con
esmero y con muchísima precisión.
Por
eso es que, usando de parangón a la oligarquía rusa, que siembra sus raíces con
Putin, la boliburguesia venezolana, cierra filas en la defensa electoral del
chavismo y de Maduro.
Se
trata, en realidad, del único sector social que está activando, dentro y fuera
del país, para que todo se quede como está. Para muestra, la reunión en Londres
de la semana pasada. Esta no fue el típico foro para “atraer inversionistas”,
fue, en realidad, un evento en el marco de la operación política de convencer a
ciertos medios y sectores con intereses actuales o potenciales en el país de
que, con la reelección “probable” de Maduro, les iría bien a todos. Para
reforzar la tesis, obviamente, contaron con la “evidencia” demoscópica de uno
de los mas entusiastas defensores de esta tesis.
Es
evidente que esta tentativa no recoge sino el sentimiento de un sector
minoritario del empresariado venezolano, por lo que sería injusto generalizar
sobre la actitud del empresariado nacional. Los verdaderos empresarios, son los
héroes que día a día se fajan por mantener sus negocios, su fábrica, su pequeño
comercio y los que lo defienden de la voracidad de los tributos confiscatorios;
de las leyes absurdas; de la discrecionalidad de fiscales y funcionarios; de la
calamidad de los apagones y del caos de los servicios públicos.
Son
estos lobistas, reunidos a la hora del té en Londres, los únicos que apuestan a
la desesperanza, los que inexplicablemente abjuran de su “interés de clase” y
de la natural defensa de una economía libre, para defender su capitalismo de
panas.
Su
ceguera y su interesada incomprensión de lo que ocurre en Venezuela, los ha
llevado al absurdo de creer que se progresa más en un país en el que tu
emprendimiento depende más de tener un amigo bien colocado que, de tener una
economía libre, sin presiones y sin amistades peligrosas.
¿Por
qué temerle a una mujer que, como Virginia Wolf, lo que hace es recorrer el
país para recobrar la esperanza y para que haya una economía más próspera?
¿No es
mejor negocio para todos darle paso al país que ha logrado liderar María Corina
Machado y hacer de Edmundo González el próximo presidente?
¿No es
mejor apostar a la libertad, como las Hernández de Corozo Pando, a estar
pendiente de si tu negocio lo arruina el capricho de cualquier funcionario que
se haya levantado con el pie izquierdo?
El 28
decidiremos entre la libertad y el sometimiento, así de sencillo.
Julio
Castillo
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