NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR Y FLORANTONIA SINGER 06 de junio de 2024
El
presidente de Brasil conversa con su homólogo venezolano una semana después de
que Caracas cerrara el paso a la misión fiscalizadora de la UE
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha conversado este miércoles por teléfono con el venezolano, Nicolás Maduro, y le ha insistido “en la importancia de contar con amplia presencia de observadores internacionales” en las elecciones presidenciales convocadas para el 28 de julio, según una nota oficial de la Presidencia brasileña. Lula, que esta semana habló también por teléfono con su homólogo español, Pedro Sánchez, también ha recalcado la necesidad de cumplir los acuerdos de Barbados entre el Gobierno y la oposición, que sentaron las bases para la celebración de unos comicios con garantías democráticas. El chavismo revocó recientemente la invitación a la misión de observación de la Unión Europea, la más robusta de las previstas.
El
líder de la izquierda brasileña urge al líder del chavismo a aclarar las
condiciones en las que se celebrarán los comicios, para los que quedan menos de
dos meses.
El
jefe del Parlamento venezolano, Jorge Rodríguez, principal operador político
del chavismo, ordenó
retirar la invitación a la UE, lo que echó por tierra la visita de
exploración que ya había hecho una misión de la UE el mes pasado. Fue una
respuesta iracunda a la decisión europea de levantar
las sanciones individuales contra el actual presidente del Consejo
Nacional Electoral, Elvis Amoroso, y otros tres funcionarios mientras mantenía
las restricciones contra otras 50 personas relacionadas con el Gobierno de
Maduro. Venezuela interpretó lo que parecía ser un gesto de buena fe como una
coacción. Amoroso acusó a la UE de injerencia y condicionó al levantamiento
total de las sanciones que sus observadores sean bienvenidos en futuras
elecciones. La observación electoral europea parece haber quedado enterrada.
Los
movimientos diplomáticos en torno a los comicios se multiplican. El presidente
colombiano, Gustavo Petro, lidera una iniciativa para que el chavismo se
comprometa a aceptar el resultado, sea el que sea. Como suele repetir el
presidente brasileño, que gane el mejor y quien pierda se regrese a casa a
preparar la próxima campaña, como hizo él mismo hasta que ganó.
La
campaña electoral venezolana está a pleno vapor con la líder de la oposición,
la vetada María Corina Machado, protagonizando
mítines por aquí y por allá mientras el candidato que aparece en las
papeletas como principal adversario de Maduro, el diplomático Edmundo González
Urrutia, mantiene un perfil público más bajo.
En la
conversación entre Lula y Maduro, el primero también ha reiterado su deseo de
que las sanciones contra Venezuela “sean levantadas, de modo que contribuyan a
que el proceso electoral pueda seguir adelante en un clima de confianza y
entendimiento”.
La
palanca para movilizar a Maduro a ceder espacios han sido las sanciones
petroleras, cuya
flexibilización terminó el 31 de mayo pasado, luego de que Estados
Unidos considerara que no se estaban haciendo suficientes esfuerzos para
celebrar unas presidenciales democráticas. Washington, sin embargo, no volvió
al régimen cerrado. En cambio, está autorizando licencias específicas a
empresas extranjeras para hacer negocios con la petrolera estatal PDVSA.
Al
llegar al poder, en 2023, Lula convocó a Maduro a una
cumbre de presidentes sudamericanos con el ánimo de allanarle el
camino para que Venezuela saliera del ostracismo. Pero luego vinieron varios
asuntos que han irritado al brasileño. Lula fue claro al expresar su disgusto
por el
veto chavista a Corina Yoris, el primer reemplazo de Machado una vez
confirmada la inhabilitación. Y antes, también criticó las maniobras del
presidente venezolano para generar tensión y un cierre de filas nacional en
torno a la disputa del Esequibo, un territorio ubicado en Guyana cuya soberanía
reclama.
Lula
ha enviado una embajadora a Caracas, tras el congelamiento de las relaciones
durante el mandato de su predecesor, Jair Bolsonaro, y ahora quiere reactivar
las relaciones comerciales con el país vecino, lo que puede beneficiar a los
estados amazónicos fronterizos.
El
Acuerdo de Barbados mencionaba específicamente las misiones de la UE, la del
Centro Carter y la de Naciones Unidas, como una mínima garantía de observación
amplia. Cerrado aparentemente el camino para los primeros, la presencia de los
otros dos organismos sí fue aceptada por el chavismo. Se espera también a otras
organizaciones como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(Celac), la Comunidad del Caribe (Caricom), el Panel de Expertos de la ONU o la
Unión Africana, entre otros.
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