viernes, 19 de marzo de 2010
Dos tendencias
Rafael Díaz Casanova
En nuestra América Latina se debaten las políticas de las naciones entre dos tendencias bien identificadas. Por un lado tenemos gobiernos progresistas que trabajan arduamente por el mejoramiento de las condiciones de vida de todos los habitantes de sus naciones y por la otra aparecen gobiernos que parecieran afiliarse bajo los designios de una franquicia que tiene sus orígenes en la Cuba fidelista y que se alimenta fundamentalmente de los dineros dilapidados de los venezolanos.
En el primer grupo de gobiernos se respeta la institucionalidad, se respetan las leyes, especialmente sus respectivas constituciones, se trabaja por el bien común y se promueve el progreso de todos en la medida que las circunstancias lo permiten. Existe, no solo una separación de poderes públicos, sino un respeto absoluto por las decisiones que se toman en cada una de las ramas de esos poderes.
En el segundo grupo se promueve el fraccionamiento de sus sociedades, se enfrentan sectores de menores recursos ante los que han progresado, de manera de destruir a los segundos engañando a los primeros. Se violan todas las leyes y se pervierten las instituciones, destrozando la legalidad y la justicia. Se ha incautado a todas las ramas de los poderes públicos y se les ha cercenado su capacidad de supervisión cruzada. Se utilizan la mentira, el terror y el delito como mecanismos de poder y de intimidación y se tiene a la sociedad en jaque perenne de manera de dominarla de manera absoluta.
La conflictividad es otra de las características dominantes en las relaciones entre ciudadanos y entre los gobernantes y los gobernados.
Se utilizan los bienes de la colectividad como si fueran del uso privativo y único de los gobernantes y se ha abolido la imprescindible independencia de los poderes públicos que trae como bien final la rendición de cuentas y la vigencia de un régimen de premios y castigos necesario en una colectividad que se precie de tal.
En cada uno de los estados donde reinan dictadores o franquiciados se ha descuadernado a las respectivas sociedades. Se ha intervenido la economía, se han violado los derechos de los ciudadanos, se ha restringido la libertad, se ha conculcado la propiedad y se ha corrompido el ejercicio del poder hasta extremos impensados.
Los sistemas de información no solo se encuentran tomados y al servicio de los respectivos gobiernos sino que se falsean las informaciones estadísticas de manera de mantener desinformada a la colectividad y por ende a la nación. Se modifican las leyes de manera de tratar de vestir con una legalidad a posteriori que lave las culpas de acciones ya realizadas. Se interpretan las leyes de manera sesgada y teniendo como norte la complacencia del dictador.
Son varios los gobiernos que están pervirtiendo a sus naciones y abusando de sus ciudadanos. También son varios los que pertenecen al grupo de gobiernos respetuosos de sus nacionales y de sus naciones. También hay algunos que mandan mensajes contradictorios y chulean a los primeros.
Los organismos internacionales y las naciones de otros continentes se hacen de la vista gorda y cuando emiten opiniones, carecen u ocultan los mecanismos de presión de los que disponen. Las organizaciones de países de la región parecen ser agrupaciones de defensa de los gobiernos y no de defensa de las naciones y de su institucionalidad.
El derecho internacional público tiene mucho camino por recorrer antes de que se le reconozca como un instrumento idóneo y efectivo para la convivencia de las naciones.
Rafael862@yahoo.com
Publicado por:
El Blog de Joacoramon
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ta bueno....
ResponderEliminarSi no hubiera confundido a Paraguay con Uruguay le podría creer y todo.