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sábado, 20 de marzo de 2010

¿Qué queremos?


Por Pablo Sánchez

¿Cómo te imaginas tu día a día en Caracas?… mejor dicho ¿Cómo te imaginas tu día a día en Venezuela?

Aquí va mi respuesta:…

Me imagino levantándome a una hora decente (seis y media de la mañana estaría bien). Salgo ligeramente despeinado y tras haberme lavado la boca a comerme un cachito y tomarme un café en una de las mesas que está en la plaza cerca de la panadería del Portu mientras los “adultos mayores” leen sus periódicos del mismo modo que lo han hecho toda la vida. Me gusta escucharlos mientras planifico mi día, algunos hablan de la época en que mandaba Perez Jiménez y otros incluso hablan sobre cuentos de Gómez.

Veo pasar un autobús escolar mientras otros chicos van en bicicleta a sus colegios.

Al regresar a mi apartamento hago algo de ejercicio mientras oigo el podcast sobre las noticias de Venezuela que Jogreg ha publicado (lo puedo sentir sonreir al hablar). Me baño y salgo a mi trabajo. Tengo mi auto en el estacionamiento, pero prefiero el transporte público porque es más eficiente y seguro, además, disfruto de la vista mientras camino y siempre consigo algún libro interesante en los estantes del metro.

La mayoría de las personas a mi alrededor están algo apresuradas y caminan a sus labores como si esto fuera lo más importante del mundo, sin embargo todos se toman un instante para decir: “Buenos días”, “por favor” y “gracias” mientras transcurre el diarismo.

Me gusta vestir elegante aunque informal (pues es la norma en esta ciudad). En la plaza de la urbanización los adolescentes practican sus malabares, los universitarios leen y pintan cuadros, mientras los niños juegan a la pelota y las señoras intercambian recetas de cocina. El tráfico, aunque abundante, es fluido y ordenado en la calle. Todo el mundo carga un teléfono con WiFi, pues la red de redes es gratuita en la ciudad.

Durante mi descanso, bajo a donde la señora Beatriz a almorzar y le pido un pasticho de esos que saben a Italia con su respectivo cafecito. Recibo una foto de mis amigos en el extranjero al revisar mi correo… me dicen lo mucho que extrañan estar en Venezuela y lo contentos que están del progreso que ha tenido el país en materia económica. En un par de meses debo ir a visitarlos, pues mis vacaciones están por llegar y las agencias de viajes están ofreciendo unos paquetes super accesibles. Regreso a la oficina y decido que quiero caminar de regreso a mi apartamento al terminar el día.

Cuando llega la noche, camino sin prisa hasta el lugar de donde salí, en busca de un merecido descanso. Antes de acostarme a dormir, doy gracias al cielo por todas las bendiciones que tengo y, finalmente, pienso que ahora sí quiero tener un hijo… y quiero que crezca en esta ciudad.

No sé ustedes… pero últimamente me he dado cuenta de que llevo buena parte de mi vida observando mi realidad y resaltando lo que no quiero. Hoy quise “vivir” a través de las letras, cómo es la ciudad en la que quiero vivir… y quiero creer que creo que no es imposible lograr una ciudad así en Venezuela.

Publicado por:
Gente de a pie

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