Por Richard Casanova
Ayer 3 de Enero, mi querido
y siempre recordado amigo, Teodoro Petkoff estaría cumpliendo 88 años de edad.
"El catire" supo siempre reconocer sus errores y rectificar. Pasó su
vida luchando honestamente por los ideales de la democracia y la justicia
social, demostrando siempre que hay una relación indisoluble entre la
ética y la política, algo que es impostergable reivindicar con acciones en
la política actual.
A propósito del inicio de
una nueva etapa en esta lucha por la libertad, quienes compartimos algunos años
con Teodoro, debemos inspirarnos en su ejemplo y especialmente en su
inquebrantable optimismo. Ser optimista no es ser ingenuo, es saber que en
medio de las dificultades, siempre hay una gran oportunidad y jamás rendirse
ante la adversidad. Es recordar en medio de la tormenta que "llueve y
escampa", es salir con el paraguas en vez de refugiarse en la
tristeza.
En un momento complicado y
lleno de incertidumbre, Teodoro acuñó una frase que nos permitió avanzar y
resume ese espíritu indoblegable: "estamos mal pero vamos bien".
Parafraseando al viejo líder, hoy pudiéramos decir "no sé si vamos bien pero
el gobierno está muy mal".
Ciertamente, el régimen
sigue aislado internacionalmente, acorralado, enfrentando una crisis monumental
que es incapaz de revertir, al borde del colapso financiero y con un país sin
combustible, sin capacidad de garantizar los servicios básicos, es decir un
país que se hace inviable cada día más, con una dramática situación social, un
inmenso rechazo popular y un piso político frágil, a pesar de los esfuerzos por
ocultar las grietas. Un gobierno así, no tiene futuro. Aunque no se ha
logrado el cambio que aspiramos, el balance es positivo.
Y el gobierno está en tan precaria
situación porque los venezolanos no hemos doblado las rodilla. Pese a la
represión, al asesinato, la tortura, la prisión y el exilio; pese a la brutal
arremetida contra medios y periodistas, ahí está de pie una Venezuela que no se
rinde.
Pero también está
inviabilidad del régimen es producto de la acción consecuente de un liderazgo
político que no se arrodilla y corre los riesgos que sean por mantenerse en pie
de lucha. Es una mezquindad desconocer ese esfuerzo y un despropósito
centrarnos en la crítica genérica, infundada e irresponsable a la oposición
democrática, lo cual beneficia exclusivamente al gobierno.
Con muchos errores y no
menos omisiones, hay una gestión que es justo reconocer. El esfuerzo realizado
desde la Asamblea Nacional y por los principales partidos es algo que debemos
valorar. Desconocerlo solo abona el camino de la frustración, la desesperanza y
la resignación, solo consigue dividir a la sociedad democrática y esa es la
ruta del gobierno, esa es su única posibilidad de sostenerse en el poder,
pendiendo de un hilo y matando de hambre a un pueblo. Sin dudas, tenemos muchas
razones para sentirnos optimistas. Tengo la certeza de que saldremos de esta
tragedia: el gobierno no tiene futuro, nosotros podemos construirlo.
Hacer un balance positivo no
significa desconocer las equivocaciones, sino aprender de éstas y enfocarnos en
los aciertos para rectificar en lo que sea necesario.
Efectivamente, es hora de
evaluar con objetividad los avances e identificar errores, revisar nuestra
estrategia, redefinir metas y repensar la política pero para eso no necesitamos
la "crítica constructiva" de quienes invierten más tiempo adversando
a la oposición que al gobierno. En esta etapa son tan dañinos los
colaboracionistas que se disfrazan de opositores para sentarse en las piernas
de Maduro y hacerle comparsa a la dictadura, como los radicales opositores
que apuestan a una confrontación extrema o una invasión yanqui.
Esta necesaria reflexión del
liderazgo político es impostergable y el país debe exigirla reconociendo la
invaluable labor cumplida y con absoluta solidaridad a quienes han arriesgado
todo en estos años de lucha. Replantearnos la política en esta nueva etapa, no
puede ser un carnaval de críticas, acusaciones o descalificaciones. No puede
ser un encarnizado debate público, debe hacerse puertas adentro, debe ser una
reflexión serena y responsable del liderazgo fundamental pero escuchando a
todos los sectores del país.
Como toda estrategia, debe
manejarse con reserva y discreción, no puede ser un debate público pero debe
ser incluyente y muy amplio. Y sobre todo, debe partir del respeto entre los
diversos sectores para garantizar la unidad, la cual siempre será un valor
fundamental en esta lucha contra la dictadura. Sigamos adelante: ¡Todo por esa
Venezuela que no se rinde!
Dirigente progresista /
Vicepresidente de ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.
04-01-20
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