Por Jován Pulgarín
La despedida se alargó
demasiado. Probablemente un año. Desde hace tiempo las partes se miraban con
desconfianza, como los matrimonios rotos, que esperan una última discusión para
firmar el divorcio. Rafael Dudamel y la Federación Venezolana de Fútbol se separan
cuando en menos de tres meses comienzan las eliminatorias para el Mundial Catar
2022.
Fue el propio Dudamel quien
impulsó el lema #Qatar2022ObjetivodeTodos, una estrategia que ya antes había
dado sus frutos con el conocido #Venezuelaesporti. Pero no
hay hashtag que pueda con las disputas que existen en la FVF, y de
las que el propio estratega se benefició en su momento.
Comprender lo que sucede
puertas adentro de las oficinas de Sabana Grande es complicado. Hasta este fin
de semana, las decisiones o acciones se tomaban con base en lo solicitado por
cuatro nombres: Laureano González (presidente de la FVF), Pedro Infante
(vicepresidente 1), Jesús Berardinelli (vicepresidente 2) y Dudamel. Como si
fuera un capítulo de Game of Thrones, estos líderes se asociaban o
separaban, dependiendo de la batalla.
Detrás de estos nombres
existen otras batallas paralelas: la reelección de González; las disputas por
el control de las federaciones (que deciden el futuro de la FVF); la aspiración
de Infante por la presidencia del órgano futbolístico y los deseos totalitarios
de Berardinelli. Puertas abajo siguen otros combates internos, por el manejo de
la primera división, sin embargo, para no complicar más el relato, solo nos
quedaremos con la lucha por el trono Vinotinto.
En medio del juego de
intereses, Dudamel claudicó. La atractiva oferta del club brasileño Atlético
Mineiro facilitó las cosas. Es una gran oportunidad para un técnico que mostró
su talento para pacificar una selección prendida en fuego tras la disputa entre
los jugadores y la FVF, y los terribles resultados del cuerpo técnico que
dirigía Noel Sanvicente.
Dudamel tiene muchísimas
cosas por pulir, el manejo de los cambios y la selección de nombres según el
rival, por ejemplo. Una liga competitiva como la brasileña, le brinda el
espacio para el crecimiento, si bien una racha de resultados negativos se puede
llevar por el medio al estratega más probado, como ya le sucedió a Mano Menezes
en Palmeiras (11 triunfos, cinco empates y apenas cuatro derrotas). Ojalá no
sea su caso.
Está claro, sin embargo, que
los técnicos terminan agotados por la indiferencia o poca profesionalidad de la
FVF. Richard Páez, César Farías y Noel Sanvicente lo vivieron en menor o mayor
medida. Ahora que existen menos recursos económicos, y más pujas internas, la
situación es, por decir lo menos, exasperante. Basta un ejemplo para
graficarlo: el pobre espectáculo de los uniformes Givova, patrocinio que llevó
adelante Berardinelli.
Sin embargo, el propio
técnico tampoco se encargó de cimentar una credibilidad que pudiera inclinar la
balanza a su favor de cara a la opinión pública, una carta que podría haberle
ayudado en el futuro. Cada quien puede interpretar los resultados a su manera.
Al final, los puestos de la FIFA no deciden un nivel de juego sino un promedio
tras un resultado que puede haber sido conseguido contra la selección B de
Argentina, Brasil, Japón o Trinidad y Tobago.
• 39 PD
– 19 Amistosos
– 12 Eliminaroria
– 8 Copa America
– 19 Amistosos
– 12 Eliminaroria
– 8 Copa America
• 12 PG (31 %)
– 7 Amistosos
– 3 Copa América
– 2 Eliminaroria
– 7 Amistosos
– 3 Copa América
– 2 Eliminaroria
• 16 PE (41 %)
• 11 PP (28 %)
La convocatoria de jugadores
lesionados (especialmente el caso de Adalberto Peñaranda); el manejo de los
titulares y suplentes (que llevó a la renuncia de Josef Martínez); la
inexistencia de un plan B una vez que el rival cedía la pelota o el resultado
era adverso, mermaron la cartera crediticia de un técnico que tomó al combinado
nacional de mayores en 2016, pero que inició su camino como estratega de
selecciones menores en 2012, con la sub 17. Tiempo considerable para
desarrollar un estilo, un lenguaje comprensible y comprobable en las imágenes.
Venezuela nunca lo tuvo.
Rafael Dudamel retratado por
Andrés Kerese
No deja de ser una paradoja
que ahora Dudamel se traslade a Brasil, donde juega un talento que al principio
descartó: Yeferson Soteldo y donde manejará a otro que casi jubila: Rómulo
Otero. En una selección que se reconoce por su tendencia a agruparse en
dos líneas de cuatro, pegadas al portero, Dudamel la deja sin un lateral
izquierdo definido ni una pareja de centrales consolidada. El lateral derecho,
Roberto Rosales, fue excluido por años por el propio estratega. Si se mira con
lupa, la ejecución del técnico no ha sido tan exitosa como dice la FIFA.
Obviamente, tras lo dejado por Sanvicente, lo logrado parece enorme.
El relevo
En este contexto, ¿quién se
encargará el próximo 26 de marzo ante Colombia? Nombres suenan. Si seguimos la
tendencia de la FVF (Páez-Farías-Chita-Dudamel), es probable que se trate de un
técnico del patio. Primero, porque suelen ser los más baratos. Segundo, porque
es poco probable que un profesional con experiencia acepte las condiciones del
país y del Centro de Alto Rendimiento, sede de las selecciones, que ha
desmejorado sus condiciones, por los problemas de luz y agua que enfrenta
Margarita. En este contexto, es muy optimista pensar en un Jorge Luis Pinto,
por ejemplo, estratega que, independietemente de los gustos, supervisa hasta el
agua que beben sus jugadores, una obsesión que dinamitó su estadía en
Millonarios de Bogotá y cerró sus puertas en Costa Rica.
Trabajar con la actual FVF
solo podría ser aceptado por alguien que comprenda el propio caos de Venezuela,
donde, como hemos señalado en otras columnas sobre la Vinotinto, impera el
“como vaya viniendo, vamos viendo”; una realidad que Dudamel creyó modificar,
como cualquier enamorado que busca enderezar el camino de su pareja, pero que
al final le cuesta la estabilidad emocional.
Paradójicamente, la renuncia
llega después de una vuelta de tuerca al 4-3-3, esquema que limitaba el
accionar de la selección nacional y la inclusión de nombres adecuados para el
potencial del país. Sería injusto no reconocer los ajustes del estratega, que
incidieron en tres victorias seguidas tras un infame partido ante Colombia
(0-0). Bolivia (4-1), Trinidad y Tobago (2-0) y Japón (4-1), fueron las
víctimas de una Vinotinto más alegre y ofensiva, que se asociaba y rendía con el
talento disponible. La inclusión de Darwin Machís, Soteldo, Otero, Jefferson
Savarino y otros jugadores de buen pie, blindados por una línea de acero que
dirige Tomás Rincón, rindió el fruto que se esperaba hace mucho tiempo.
Para la especulación, no obstante,
quedará si ese colofón fue un regalo a la afición luego de una decisión ya
tomada. Una apuesta “all-in”, cuando las cartas estaban echadas. Como fuere, he
allí una semilla, una esperanza para el fanático y un regalo para el sucesor,
que no quiera hacer borrón y cuenta nueva ahora que las eliminatorias están a
la vuelta de la esquina.
02-01-20
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