Natalia Cordoves Canache 05 de abril de 2021
@Natycordoves
En Perú 9 de cada 10 venezolanos son profesionales, según la
Superintendencia Nacional de Migraciones. Entre ellos se encuentran jóvenes
talentosos que son bailarines de ballet, formados por reconocidos maestros en
Venezuela. En tierras incas han demostrado su profesionalismo en decenas de
funciones desde los mejores escenarios del país.
Hoy cinco de ellos forman parte del Ballet Municipal
de Lima. Cuatro
de ellas están en el Ballet Nacional del Perú, oportunidad que han aprovechado
al 100 % para seguir creciendo profesionalmente en el mundo artístico y
demostrar una vez más la contribución positiva de los migrantes en los países
receptores.
Ellos también dedican su tiempo a enseñar a través de
las plataformas digitales a quienes se inician en este tipo de disciplina
artística. Están agradecidos por la oportunidad que encontraron en Perú y cada
día se siguen superando a pesar de las adversidades.
Todos pueden lograrlo
Oriana Plaza (27) nació en Caracas y su vida como
bailarina empezó a los seis años de edad, inspirada por su madre María Teresa
Alford, una de las mejores profesoras de ballet en Venezuela. Su talento la
hizo ganadora de una beca para estudiar en Estados Unidos cuando tenía 17 años
de edad.
Sin embargo, la posibilidad de poder regularizar su
estatus migratorio y formalizar sus contratos como bailarina, la llevaron a
Perú hace siete años. Hoy, su experiencia y trayectoria profesional la han
convertido en primera bailarina del Ballet Municipal de Lima (BML),
desempeñando los principales roles dentro de la compañía.
Oriana fue la primera venezolana en pertenecer al BML.
Es ejemplo de superación para sus connacionales en la organización, quienes se
convencen cada día de que no existen barreras que no puedan superar y que, su
condición de migrantes no los limitará para materializar cada uno de sus
proyectos profesionales en el extranjero.
“Para el bailarín que quiere cumplir sus sueños no
existen las excusas. Lo que yo he aplicado a mi vida es ser constante y 100 %
disciplinada sin perder la motivación. Hay que evitar las comparaciones. Cada
quien va a su ritmo y el que se lo propone puede lograrlo”, expresó Oriana en
entrevista para El Diario.
Nunca es tarde para empezar
Richard Reyes (28) inició su formación como bailarín
de Ballet a los 19 años, edad en la que muchos equivocadamente piensan que es
tarde para empezar a aprender este tipo de danza. Sin embargo, sus largas horas
de entrenamiento y disciplina lo ayudaron a mejorar y a perfeccionar en cada
clase con el apoyo de destacados maestros.
Richard también es Licenciado en enfermería, egresado
de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) en Barquisimeto,
carrera que llegó a ejercer en la ciudad de Caracas y cuya experiencia le
sirvió para entender que como bailarín podría tener mejor calidad de vida que
dedicándose a trabajar en el sistema sanitario. Es por ello que, al enterarse
de la audición del BML en 2018, no dudó en dejarlo todo para buscar una de las
mejores oportunidades de su vida. Riesgo que valió la pena asumir, pues fue
seleccionado y contratado por la organización.
“A nosotros nos conecta el arte y siempre vamos
a encontrar la oportunidad de trabajo en muchas partes del mundo. Como venezolanos a cualquier lugar al que
emigremos nos va a ir bien, porque venimos de un país con muchos problemas que
nos enseñó a superar cualquier crisis”, expresó Richard.
Crecer en medio de la adversidad
Rosmary Cárdenas (20) es una de las bailarinas venezolanas
más jóvenes que forma parte del BML. Reveló que lo que empezó para mejorar un
problema de salud, terminó por convertirse en su pasión. Se inició en este
mundo artístico a los siete años para tratar una deformidad en sus rodillas
que, al quedar juntas, hacían que sus piernas formen una X, problema de salud
que llegó a superar con éxito gracias al ballet, disciplina artística que con
el paso del tiempo se transformó en todo para su vida.
Es natural de Barquisimeto, estado Lara, al occidente
de Venezuela. A sus 18 años de edad le tocó tomar una de las decisiones más
difíciles de su vida: dejar su país para crecer profesionalmente e ir tras sus
sueños. Fue así como en enero de 2019, con la ayuda de familiares, amigos y
maestros, llegó a tierras incas para audicionar en el BLM, compañía en la que
quedó seleccionada y fue contratada como bailarina del Cuerpo de Baile.
“En el escenario nadie tiene nacionalidad y esta
compañía me ha ayudado a enfrentar los retos sin miedos, también aprendí que
cuando se es constante no hay limitaciones y que, si uno quiere puede”, contó
Rosmary en entrevista para El Diario.
Aprovechar las oportunidades para seguir creciendo
Massiel Valderrama (20) nació en Cabudare (estado
Lara) rodeada de una familia amante de todas las expresiones artísticas. Empezó
a hacer ballet a los cuatro años y con el tiempo decidió escogerlo como
profesión. Massiel cuenta que el apoyo de su familia fue fundamental para
lograr todas las metas que ha cumplido hasta ahora.
En 2018 llegó a Perú para presentarse a una audición
en el BML. Un viaje que planificó y para el que se preparó con el objetivo de
ser una de las seleccionadas. Hoy ya tiene tres años en Lima y la compañía le
ha renovado contrato para diversas temporadas. Ella espera convertirse en una
gran bailarina, presentarse en diferentes teatros del mundo y darle orgullo a
su país.
“Yo estaba muy feliz de presentarme a la audición,
sabía que era mi oportunidad y debía aprovecharla. Siempre estaré agradecida
con el BML por la oportunidad, por creer en mí y por permitirme crecer
profesionalmente. Desde que llegué me hicieron sentir muy bien”, mencionó
Massiel en entrevista para El Diario.
La familia siempre está presente a pesar de la
distancia
Carlos Bracho (25) es de Punto Fijo en el estado
Falcón, al noroeste de Venezuela. A los 17 años se inició en el mundo de las
danzas. El ballet le ha permitido participar en diferentes presentaciones en
países como Colombia, Costa Rica y Panamá. Desde hace tres años forma parte del
BML, cuando fue uno de los seleccionados en la audición de 2018.
Carlos contó para El Diario que los
migrantes siempre se apoyan entre sí, en especial para las presentaciones,
porque al tener a los seres queridos tan lejos, los amigos se convierten en
familia. Comentó que cuando no se tiene a la mamá o al papá que te vea en el
escenario, esos abrazos al finalizar cada función son los que más se extrañan.
“No he estado en un mejor ambiente que en el de
la compañía del BML, existe una amistad con todos y te reciben con los brazos
abiertos. Aquí encontré oportunidades que me han ayudado a mejorar bastante”,
comentó Carlos.
Ballet Nacional del Perú
Sejain Bastidas, Yuliana Bello, María José y Fabiana
Piñero son cuatro migrantes venezolanas que forman parte del Ballet Nacional de
Perú, El Diario conversó con dos de ellas.
Sejain Bastidas (29), natural de Caracas, sostuvo que
desde muy pequeña contó con el apoyo de su madre para iniciarse en el mundo
artístico, por lo que se enamoró muy rápido del ballet. Bailó varias temporadas
en la compañía Teresa Carreño en Caracas, luego estuvo en Estados Unidos y
Ecuador, hasta que llegó en 2017 a Perú.
Durante una de las giras que realizó con el Ballet
Nacional, vivió una de las experiencias más emotivas en su vida artística y que
hoy recuerda con especial cariño. En una de las presentaciones en Tumbes, al
noreste de Perú, coincidieron con la campaña “Tu causa es mi causa”, iniciativa
de Acnur que busca fortalecer la unión entre peruanos y extranjeros, y pudieron
demostrar que en el arte no existen nacionalidades y que los venezolanos de
bien siempre serán mayoría.
Yuliana Bello (29) es caraqueña y a los ocho años
comenzó sus primeras clases de ballet, amaba tanto bailar que todos los días al
llegar a su casa repetía la lección para que su abuela viera lo que iba
aprendiendo. En el 2010 ingresó al Ballet Teresa Carreño, compañía en la que le
dieron la oportunidad de crecer profesionalmente interpretando sus primeros
roles como principal.
Desde el 2017 pertenece al Ballet Nacional del Perú y
su experiencia en la organización la describe como enriquecedora, pues aprende
de destacados maestros que la motivan a enfrentar los desafíos sin miedo.
Yuliana cuenta que la danza la conecta con su alma y le permite experimentar la
vida desde otros escenarios.
El ballet me ha regalado muchísimos momentos de
felicidad, grandes amigos y satisfacciones y a pesar de hacer lo que me gusta,
cuando necesito ese empujoncito para continuar, pensar en mi mamá me impulsa a
dar el 100 % siempre, lo hago todo por ella”, expresó Yuliana para El Diario.
El baile en tiempos de coronavirus
Ahora las funciones presenciales están suspendidas
debido a la emergencia sanitaria del coronavirus, el gobierno peruano no ha
autorizado la reactivación de las actividades culturales en los teatros, por lo
que estos continúan cerrados y para algunas temporadas se han programado
presentaciones virtuales.
Las medidas restrictivas por la pandemia del covid-19
llevaron a los bailarines a acondicionar sus casas para continuar con sus
entrenamientos y ensayos a través de las plataformas digitales, reto al que se
enfrentan todos los días para seguir superándose. Sin embargo, su compromiso,
entusiasmo y entrega se mantienen como si del primer día en la compañía se
tratara.
Tomado de: https://eldiario.com/2021/04/03/bailarines-venezolanos-oportunidad-en-el-ballet-en-peru/
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