Orlando Viera Blanco 14 de septiembre de 2022
@ovierablanco
“Coincido
que la narrativa del humorista es pura. Alegra con la verdad. Y aunque duela
[la verdad], ríe. Transporta, da fe y confianza. Por eso el humor tiene tanto o
más poder que un político…”
El
discurso es una herramienta muy poderosa. Ya lo decía Michael Foucault: “El
lenguaje es, como saben, el murmullo de todo lo que se pronuncia, y es al mismo
tiempo ese sistema transparente que hace que, cuando hablamos, se nos
comprenda. El lenguaje es a la vez todo el hecho de las hablas acumuladas en la
historia y además el sistema mismo de la lengua”
¿Pero
qué sucede cuando el habla, el lenguaje, el discurso, el sistema, no es
trasparente por falaz, embaucador y manipulado? Nace el abuso de poder a través
de la literatura [que no es literatura], sino voluntad de controlar el poder.
Lenguaje, dominación y poder
TEUN
A. VAN DIJK en su obra ‘El Discurso y el poder’ [Barcelona 2009], aporta un
sesudo análisis sobre lenguaje y control siguiendo los estudios de Rober
Fowler, Bob Hodge, Gunther Kress y Tony Trew. “Como lo mostraron Fowler y su
equipo en 1979, la noción teórica crucial del poder y la dominación es el
«control» […] “Quienes tienen acceso al discurso público, al discurso político,
parlamentario; al discurso de los medios, educacional, académico y científico,
son quiénes están en condiciones de controlar”. Voluntad de control válida, si
los medios, la misión, la oferta académica y los fines, son honestos, son
legítimos.
Dice
VAN DIJK: “Si alguien controla parte de la producción del discurso público,
también controla parte de sus contenidos y, por lo tanto, controla
indirectamente, la opinión pública, que puede no ser exactamente lo que pensará
la gente, pero será al menos aquello sobre lo que pensará”.
Volviendo
con la sentencia de Foucault, qué hacer si el discurso que tiene el privilegio
de “controlar contenidos”, sentimientos, tendencias, es manejado bajo la
estrategia de la “manifestación episódica” o representación de eventos de alto
impacto [tremendistas], para incidir en la memoria de corto plazo. Esquema
propio de las redes sociales [RRSS]. Una idea, opinión o síntesis, que debe
formarse en 140 caracteres, en 120 segundos o en un reel de 30. Efímero pero
filoso.
La
comunicación, el lenguaje, la narrativa, los conceptos, el mensaje, se hacen
sumamente espontáneos, súbitos, enhebrados con “memes, gimmicks, símbolos o
anatemas” que inducen un pensamiento lateral que no es real. Por lo tanto,
concluye Van Dijk, poder es control y control es manejar un discurso
preferencial en su producción, contenidos y estilo, para inducir al público
sobre qué pensar. La teoría de ‘agenda setting’ [Walter Lippmann, McCombs y
Shaw] se viene estudiando desde los sesenta. Es crear modelos de consciencia,
prioridades y relevancias, afines con las demandas del público. EL objeto es la
noticia veraz y la fuente-sujeto, identificable. EL problema en internet es que
el objeto es divulgación y la fuente anónima.
Almorzar
con Hitler o con Castro
Las
RRSS son improvisación e instantaneidad. Es adecuación de la agenda. ¿Qué no
hubiese hecho el Ministro de Propaganda Nazi Joseph Goebbels, si hubiese
contado en su tiempo con Instagram, Twitter, Facebook o YouTube? Memes que
valen más que un poema de Shakespeare o Alexander Pope. Ya lo decía él Macbeth
“La vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no
tiene ningún sentido”
El
Ministro Nazi [Goebbels] consagró el antisemitismo y la discriminación racial
más sangrienta de la historia contemporánea. Un discurso estigmatizante,
ponzoñoso, donde los judíos eran los culpables de todo […]
En
minutos corrió como pólvora, un “me gustaría almorzar con Hitler y Fidel para
preguntarle [a Hitler] por qué no terminó todo lo que había comenzado [el
holocausto, el extermino], a lo que agregó “que él no vivió en esa época y desconoce
sí pasó”. En otras palabras, el negacionismo como “modelo de inconciencia”, que
desecha la historia y la verdad, agendando a los apóstatas y asesinos.
Lo
peligroso es que luce como un acto de ignorancia, pero hasta la idiotez
[Macbeth] queda agazapada por el medio. En realidad, es un acto de inmensa
‘manipulación episódica’ [Dixit Van Dijk] que golpea vínculos cognitivos y
sociales para desmoralizar y negar.
Incurriendo
sobre una “memoria corta, sobre aquellos que no les interesa la verdad
histórica sino la conducta impropia, ideológica, banal, para sentirse parte de
grupos de control, de dominio o preferencia, o para exculpar su inacción o
cobardía contra el dictador, recurren a un lenguaje “crítico, falaz,
dialéctico, artificioso, lírico, acomodado” que aviva la división, el
desprecio, el odio y ojo ¡el allanamiento!.
Un
ritual a la mentira no es literatura.
Coincido
que la narrativa del humorista es pura. Alegra con la verdad. Y aunque duela
[la verdad], ríe. Transporta, da Fe y confianza. Por eso el humor tiene tanto o
más poder que un político…
Cuando
el discurso, la cognición [conocimiento aparente] y la sociedad lo convierten
en un arma peligrosa de tergiversación y mentira, corroe la belleza de la
cultura, la paz y la justicia. A partir de un ritual absolutista que traza las
palabras en un espacio de consagración-oscuro, opaco y fanatizado-según
Foucault, “hace de cada palabra un modo absolutamente decepcionante en relación
con la literatura, porque no hay ninguna palabra [necia] que pertenece por
esencia, por derecho de naturaleza, a la literatura”.
El
problema es que la influencia en el «control de la mente» que ejercen los
medios debería realizarse en un marco sociocognitivo más amplio, alerta Dijk.
“Los medios de comunicación masiva han dado paso a una enorme diversidad de
medios alternativos, medios para «nichos» especiales y fundamentalmente las
vastas posibilidades de internet, los teléfonos móviles y el uso más individual
que hacen de las noticias, el entretenimiento y otros “contenidos”, que son un
mélange sin fronteras.
El
reto es educar, alertar y rescatar a los lectores y usuarios que en general se
han vuelto más críticos e independientes, pero paradójicamente menos
informados. Porque no podemos confundir mensaje con literatura, episodio con
historia; discurso instantáneo vs. discurso trascendental, tolerancia vs.
exceso. La consecuencia de caer en esa mélange [amasijo] sin fronteras, es
perder la conciencia que es el contrapoder al control autoritario, por perder
la cultura, la información y la verdad…Y triunfan los abusadores de poder, los
que desean almorzar con Fidel y con Adolfo…
¿Cuándo
comenzamos a hablar de «abuso»? Cuando hacemos un uso ilegítimo del discurso,
del medio y del poder de acceso a la opinión pública. Si abuso de poder
significa violación de las normas y valores fundamentales en beneficio de
quienes retienen el poder, e implica la violación de los DDHH, sociales y
civiles del pueblo, aquellos que, en la esfera del discurso y la
comunicación-favorecen a los abusadores por falsear la información, opinar sin
fundamento u omitir los excesos del gendarme, también abusan.
[…] Y
prefiero a los humoristas y a los poetas, los primeros por apelar a la verdad,
aun cuando nos hagan reír, y los segundos por no escribir idioteces…que es
literatura.
Orlando
Viera Blanco
@ovierablanco
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