Anaisa Rodríguez 01 de septiembre de 2022
Unos
hermanos venezolanos que había retornado al país, decidieron regresarse a Chile
porque no conseguían trabajo. Se fueron caminando, pasando por trochas,
expuestos al sol y al peligro: “la esperanza es lo último que se pierde, pero
por el momento no hay”.
Arbelys
Briceño llevaba 8 días viajando desde Venezuela a Perú. Tiene solo 14 años,
pero decidió irse con su hermano porque ya no podían sobrevivir en su país
natal. AP habló con ellos en un comedor popular para
migrantes, donde les ofrecieron sopa de pollo, «era la primera comida caliente
que disfrutaba en días».
6.8 millones de venezolanos han salido por la crisis, según la ONU. Pese a que el éxodo paró con el covid y en el peor momento de la pandemia unos 150 mil venezolanos retornaron, la migración está tomando fuerza nuevamente.
Cuando
llegaron a Colombia, Arbelys y su hermano habían caminado 600 kilómetros. Ella
no había podido dormir una sola noche completa, tuvieron que pernoctar en una
acera en la que había muchos ruidos; se resbaló y se cayó 2 veces caminando por
un camino embarrado al cruzar la frontera.
Jhon
Álvarez, coordinador de la Fundación Nueva Ilusión, dijo a la agencia que ha
visto a muchos venezolanos conocidos en el comedor. “La gente está retornando
de otros países — Chile, Perú, Ecuador, Bolivia — nuevamente a Venezuela, pero
a los 15 días o el mes no aguantan y vuelven a irse», comentó Álvarez. “Nos
dicen que les tocó regresar porque la situación sigue igual o peor. Sí,
subieron el sueldo, pero no hay trabajo”.
En
Caracas abrieron restaurantes, tiendas de bienes importados, gimnasios y otros
negocios. Maduro afirmó hace poco que la economía creció un 17,4% en los
primeros tres meses del 2022. Pero Venezuela sigue teniendo uno de los índices
inflacionarios más altos del mundo y unos tres cuartos de la población viven
con menos de 1,90 dólares por día, lo que representa un nivel internacional de
extrema pobreza. Mucha gente no tiene acceso a agua potable ni a electricidad.
“La
esperanza es lo último que se pierde, pero por el momento no hay” nada de eso,
dijo Frank Fernández en el comedor popular, mientras trataba de contactar a su
familia para dejarle saber que había llegado a Colombia junto con un hermano.
Se dirigían a Chile, donde Fernández trabajó cuatro años antes de volver a
probar fortuna en Venezuela.
Fernández,
de 19 años, ganaba 43 dólares diarios trabajando en la construcción en Chile.
En Venezuela lo único que consiguió fue un empleo limpiando los vidrios de los
autos en una gasolinera.
Él y
su hermano caminaron hasta 40 kilómetros (25 millas) diarios hasta llegar a
Colombia por uno de cientos de caminos polvorientos de la frontera.
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