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martes, 1 de noviembre de 2022

Se llama José Gregorio Hernández, por Beltrán Vallejo


Beltrán Vallejo 31 de octubre de 2022

Venezuela está pasando por una etapa donde se conjuga mucho sufrimiento colectivo. La sociedad venezolana ha sido desgarrada desde sus cimientos. En ese contexto, tenemos la destrucción de familias, la diáspora de siete millones de venezolanos que deambulan por aquí y por allá, y vemos la desesperanza reinando; y también abundan diversas formas de individualismo, insolidaridad, indolencia y un sálvese quien pueda que campea. Mientras, el liderazgo nacional, sea del sector que sea, no está a la altura para frenar la descomposición social y moral que predomina.

Sin embargo, este es un país con un inmenso bagaje histórico donde resalta un conjunto de referentes expresados en personalidades que trascienden su época por lo inmenso de su legado; y en eso, por supuesto que se destaca Bolívar y demás próceres que fueron génesis de la nacionalidad, y también se destacan otros protagonistas que marcaron nuestro ADN histórico y que vienen de las obras sociales, políticas, culturales, artísticas, científicas, deportivas y hasta religiosas.

Por cierto, durante la semana que pasó, el país se plegó a las celebraciones por el centenario del beato José Gregorio Hernández, un hombre que es la expresión de una vida sin mancha y con propósito de trascendencia, y donde la palabra «humanismo» tuvo un sitial de oro. Entonces, allí me enorgullezco de ser venezolano porque soy nativo de la tierra donde nació un José Gregorio Hernández quien conjugó la vida recta y ejemplar en lo solidario con la realización de una existencia orientada en hacer andar el país hacia su salida del atraso mediante la formación científica y la disciplinada investigación.

En estos tiempos de oscuridad plena, el pueblo venezolano debe buscar referentes apoteósicamente bienhechores que nos den pistas, alicientes, brújulas, visiones, horizontes, claves, simbología y pasión por el enaltecimiento de la condición humana.

En esa perspectiva, José Gregorio no solo es tema de la religión católica; no solo es simbología confesional del pueblo católico en Venezuela; para mí es la llave que debe abrir la puerta de un nuevo pacto nacional por el progreso de esta tierra que ahorita no tiene forma de país soberano, sino de campamento minero lleno de rapacidad, violencia, soberbia y engreimiento.

En estos tiempos de coronavirus, en estos tiempos de debate sobre la necesidad de la preeminencia de la inversión sustancial en el desarrollo científico en todo lo concerniente a la cura de enfermedades, la figura de José Gregorio supera las barreras y las falsas contradicciones entre fe y ciencia en función de que lo primordial es la creación de conocimiento para mejorar la calidad de vida y para que el hombre tenga una vida de armonía con sus pares, con el planeta, con el universo. La ciencia debe servir para el bien de la humanidad, y esa premisa conjuga la unión entre fe religiosa y ciencia.

José Gregorio Hernández abrió el camino de la medicina experimental en Venezuela; fue el ilustre profesor de la UCV que le dio brillo a la docencia en bacteriología y en fisiología experimental; y junto con Razetti, junto con Santos Aníbal Dominici, junto con Rangel y otros ilustres médicos y científicos, José Gregorio abrió un sendero hacia la modernidad venezolana, precisamente en el escenario más abandonado por los caudillos y dictadores de aquellos tiempos de miseria y primitivismo; abrió el camino para sanar una nación sumergida en la calamidad de todo tipo de enfermedades y de epidemias.

Si somos el pueblo de José Gregorio Hernández, hagamos el bien, seamos solidario, trabajemos duro, estudiemos con disciplina, hagamos ciencia, iluminemos a las futuras generaciones; y, sobre todo, luchemos contra la injusticia.

Beltrán Vallejo


  

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