Por Leonardo Morales P.
El gobierno de Maduro adelanta
una política suicida. En el orden interno, la política gubernamental no ha
podido ser más desastrosa; la crisis económica ha destruido todo el aparato
productivo teniendo que recurrir a continuas y enormes importaciones para
abastecer el mercado interno, alimentos, medicinas, así como otros bienes
esenciales. El impacto sobre la sociedad ha sido devastador; han reaparecido
los indigentes y ciudadanos que deambulan por las calles pidiendo ayuda para
sobrevivir o como mineros del desperdicio, abriendo bolsas de basura en la
búsqueda de algo que sacie el hambre. La inseguridad y los fallecidos, en actos
delincuenciales, son ocultados por la relevancia de la crisis política.
En materia política, las cosas
no son muy distintas y van a la par de la misma crisis nacional. El Gobierno se
inventó una Constituyente que, producto de la bajísima legitimidad de Maduro y
su combo, no debió motivar a más del 20 % de la población. A sabiendas de la
escasa participación, maquillaron unos resultados para ofrecer al país y al
mundo una impresión inexacta de la realidad. Un fraude que más tarde,
confirmará la empresa favorita del Gobierno, que es contratada desde principios
de este siglo.
Con esta Constituyente,
constituida fraudulentamente, el Gobierno pretende alargar su paso por el poder
y al mismo tiempo someter al pueblo venezolano a esta larga agonía. Es, en
cierta medida, la conversión del régimen democrático que diseñó la Constitución
de 1999 a un régimen dictatorial. El camino que proseguirá una ANC, constituida
según los designios de Maduro y proclamados por Poder Electoral, más que del
país del PSUV, será el de la destrucción de la debilitada institucionalidad que
aún subsiste.
El desespero por asirse del
poder ha llevado al Gobierno a adquirir la condición de impresentable. Ya no
solo se trata del desprecio generalizado que se ha expandido en el país, sino
que en el mundo suenan sirenas anunciando la resurrección de un régimen
indeseable por estas latitudes.
Después de mucho trajinar, las
fuerzas democráticas venezolanas lograron confirmar a los distintos gobiernos
del planeta, así como a las organizaciones internacionales, la deriva
autoritaria que se venía desarrollando en Venezuela. Si en algún momento hubo
dudas, el diseño e implantación de una adecuada política internacional por
parte de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), hizo visible que las
pretensiones del Gobierno quedaran al desnudo frente a la Comunidad
Internacional.
Luego del 30 de julio, los
escenarios y las políticas ha adelantar han de ser otras, de nuevas formas,
pero siempre consistente entre lo que se proclama y lo que se hace. Esa
relación, entre lo que se dice y lo que se hace, colocó a la oposición, por
primera vez en mucho tiempo, en un lugar ventajoso en cuanto al apoyo
internacional. Los avances logrados en esa materia, no se deben abandonar; por
el contrario, deben mantenerse y profundizarse.
Maduro y su Gobierno está
donde está por el peso de las armas, por más nada; el apoyo de la sociedad es
cada vez menor, e internacionalmente, está aislado, cada vez más solo. La
presión sobre el régimen irá aumentando, serán muchos las individualidades del
Gobierno que recibirán sanciones sobre las que la oposición nada tiene decir.
Cosa distinta y sobre la cual la MUD y la Asamblea Nacional (AN) deben mantener
una posición indubitable es sobre aquellas sanciones que afecten, ya no a
individuos particulares, sino a la población venezolana.
Sanciones económicas que
tengan una consecuencia sobre el país, en su conjunto, son inadmisibles no solo
por el hecho devastador que tiene sobre los sectores más vulnerables, sino que
la experiencia ha venido demostrando que la naturaleza de esa política no ha
sido eficaz para producir los cambios buscados.
En los tiempos que vive el
mundo, ningún país puede desarrollarse y avanzar aislándose del resto de las
naciones y mucho menos cuando se requiere de vecinos para satisfacer necesidades
internas. Ese es el caso del gobierno de Maduro que muestra un semblante
detestable para el resto de la Comunidad Internacional y que no podrá, solo,
superar las dificultades con sus socios del Alba que no dan sino que vienen a
pedir y, para colmo, no hay mucho que ofrecer.
12-08-17
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