FÉLIX PALAZZI 12 de agosto de 2017
@felixpalazzi
La
iglesia Católica está por celebrar la fiesta de la Asunción de María. Esta
celebración ocurre en Venezuela en una situación de profunda tensión y caos. El
país, como bien han sostenido algunos, “se ha convertido en un verdadero
laberinto”. En medio de esta situación el gobierno juega su mejor carta, ya de
sobra utilizada anteriormente: la polarización, la división y la
desmoralización. Es en medio de este ambiente que surge para la iglesia
Católica la celebración de esta fiesta mariana. Muchas veces difícil de
entender y que se convierte en un verdadero dolor de cabeza a la hora de explicar.
¿Qué significa la Asunción de María? Y en especial ¿tiene alguna importancia en
el contexto en el que estamos viviendo como sociedad?
Cada palabra...
Este
último y controvertido dogma mariano proclamado en 1950 por Pío XII afirma que
María luego de su tránsito terrestre fue asumida en cuerpo y alma a la gloria
celeste. Cada palabra de la formulación dogmática fue pensada y discutida antes
de la declaración final. A nuestra mentalidad postmoderna la palabra dogma ya
causa cierto rechazo. Lo cierto es que un dogma siempre es un punto de llegada
y un punto de partida para iniciar la reflexión. Entender un dogma de esta
forma es todo contrario a lo que normalmente se piensa desde la mentalidad
fundamentalista y elemental. Lamentablemente para nosotros hay más dogmas en el
gobierno que en la enseñanza de la Iglesia. Es decir, vivimos sometidos a ideas
que son incuestionables e invariables. Lo peor es que, en medio de todo, algún
cura declare infalible al gobierno mientras le niega esa misma infalibilidad a su
propia Iglesia.
Discriminación e injusticias
El
dogma de la Asunción declara un cuerpo humano glorificado, con cuerpo y alma,
es decir total. Pero es el cuerpo de una mujer. Una mujer que en tiempos de
Jesús y todavía en nuestro tiempo sufre discriminación e injusticias. María por
el hecho de ser mujer era colocada al margen de la sociedad, en un papel
ambiguo de propagar la vida pero a la vez causante del pecado. Esta actitud
convivió en la iglesia Católica por muchos años y no solamente debemos
adjudicarla a los tiempos de Jesús.
Por
otra parte, María fue una condenada a muerte por la sociedad de su época desde
su “Sí” a Dios hasta su muerte. Desde su “Sí” a ser una madre esposada, pero no
conviviendo con José, el delito de llevar un niño en el vientre era condenado
con la lapidación (se ha de hacer notar que era condenada la mujer pero no el
hombre).
Luego
quedar viuda era pasar a uno de los sectores más desasistidos de la sociedad.
Los profetas recuerdan constantemente atender a la “viuda y al huérfano”.
Lo que Dios nos ofrece
En
fin, cuando la Iglesia proclama la glorificación de este cuerpo de mujer que
llevó en su vientre al Salvador del mundo indica qué tipo de salvación es la
que Dios nos ofrece. Él hace su justicia no sólo al alma sino también a los
cuerpos de todos los asesinados y marginados de la historia. Pues es claro que
en sus cuerpos sufrieron la violencia de la represión y el sin sentido del
odio. La Asunción es una fiesta de la esperanza en que la última palabra no es
la frustración, ni el dolor o la muerte. La última palabra es de Dios porque de
él es la Palabra por la que creó el mundo y se hizo carne. Su última y primera
palabra es vida. En María nosotros, con esta fiesta, celebramos nuestro futuro
y nuestra oferta última de salvación.
Félix
Palazzi
Doctor
en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico