Por Andrés Cañizalez
Apelamos a las reflexiones
del maestro colombiano de ética periodística, Javier Darío Restrepo. A
través de las diversas consultas que comenta en la página web de La Fundación
Gabo, dedicada al periodismo, encontramos algunas pistas sobre el deber ser en
la compleja relación de un periodista con su fuente.
Dice Restrepo, la
característica principal en la relación periodista-fuente debe ser la
independencia. Es el valor que señalan los códigos y los manuales de estilo,
como indispensables en esa relación. Esa presencia reguladora de la
independencia excluye cualquier clase de dependencia del periodista respecto de
su fuente.
Resalta el veterano
periodista que no puede construirse una relación de dependencia: es
norma de la técnica periodística dudar de todas las fuentes, por eso
se rechaza la información de una sola fuente y se ordena confrontarlas con
otras. Y alerta que depender de una fuente única puede llevar a informaciones
erróneas.
Tampoco puede depender de
los intereses personales del periodista. Es elemental que si la fuente otorga
favores al periodista, este quedará limitado para evaluar críticamente lo que
diga la fuente, nos dice Restrepo.
La relación
fuente-periodista no puede estar mediada por el afecto, la amistad o el
parentesco: la dependencia tiene que ser neutralizada por un cotejo severo con
otras fuentes.
Y la finalidad -para el
periodismo- de esta relación es muy claro: llegar a la verdad que se le debe al
público, a la audiencia a la que se presenta la información.
La discusión sobre esta
complicada relación entre una fuente y el periodista no es etérea.
Justamente en estos días está dicha relación en medio del candelero público en
Argentina, y envuelve a unos de los principales periodistas de investigación de
ese país, Daniel Santoro.
Tras una primera denuncia
del empresario Pedro Etchebest, se inició una investigación judicial en contra
de una organización que presuntamente se dedicaba a realizar espionaje ilegal
para después, con esa información, extorsionar a empresarios y otros personajes
sobre la difusión de información privada.
Se le llama el caso D’Alessio,
dado que a la cabeza de esta banda estaba el falso abogado Marcelo D’Alessio.
Este era una fuente del periodista Santoro.
El caso lo lleva el juez
federal Alejo Ramos Padilla, señalado por sus presuntos vínculos con el
kirchnerismo.
El juez expuso en una sesión
legislativa detalles del proceso y entre esos señaló que Santoro no sólo tenía
al falso abogado como fuente, sino como que también le habría dado información
a D’Alessio de otros periodistas que formaban parte del programa “Animales Sueltos”.
Santoro luego de esto decidió separarse del espacio. Sigue siendo firma
principal en Clarín.
Criminalización del
periodista
El pasado 7 de agosto, el
diario La Nación de Buenos Aires sintetizó la situación del reconocido
periodista: Ramos Padilla procesó a Santoro por presunta coacción y tentativa
de extorsión en la causa que investiga supuestos actos de espionaje ilegal y
extorsión sobre distintos empresarios. El juez señaló que el periodista habría
participado de al menos dos hechos, pero sostuvo que no formó parte de la
asociación ilícita. A Santoro se lo investiga por la extorsión de D’Alessio
sobre el exdirectivo de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Gonzalo Brusa Dovat, y
del empresario Mario Cifuentes.
Dos organizaciones, una de
periodistas y otra de medios, el Foro del Periodismo Argentino(FOPEA) y
la Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina (ADEPA)
manifestaron su preocupación. Si bien reconocen que ser periodista no exime de
ser llevado ante la justicia, también advierten que un caso como éste puede ser
usado para criminalizar al periodista.
Este caso, desde mi punto de
vista, debe ser una oportunidad para que se discuta, y no sólo en Argentina,
qué tipo de relación se tejen con una fuente y hasta dónde llega esa relación
cuando se trata de personajes oscuros o en acciones ilícitas quienes sirven de
fuente al periodismo.
20-08-19
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