ANGUS BERWICK 23 de agosto de 2019
En
diciembre del 2007, el entonces presidente Hugo Chávez sufrió su primera
derrota en las urnas. Aunque todavía era muy popular entre la clase trabajadora
que lo había impulsado al poder casi una década antes, los votantes rechazaron
un referéndum que le habría permitido postularse para la reelección
indefinidamente.
Molesto,
Chávez recurrió a un cercano confidente, de acuerdo con tres exasesores: Fidel
Castro. El envejecido líder cubano había sido mentor de Chávez años antes de
que fuera presidente, cuando era conocido por liderar un fallido golpe de
Estado.
Ahora,
la profundización de los lazos económicos hacían que Cuba fuera más dependiente
de la Venezuela rica en petróleo, y Castro estaba ansioso por ayudar a Chávez a
mantenerse en el poder, dijeron esos asesores. El consejo de Castro: garantizar
el control absoluto de los militares.
Más
fácil era decirlo que hacerlo. El ejército de Venezuela tenía un historial de
levantamientos que a veces condujeron a golpes de Estado como el que Chávez,
entonces teniente coronel, organizó en 1992. Una década más tarde, rivales
protagonizaron un breve alzamiento contra el propio Chávez.
Pero
si Chávez daba los pasos correctos, instruyó el cubano, podría aguantar tanto
tiempo como Castro, recordaron los asesores.
Después
de todo, las fuerzas armadas de Cuba, con el hermano de Castro al mando, han
controlado todo durante décadas, desde la seguridad hasta sectores clave de la
economía.
En
cuestión de meses, los países elaboraron dos acuerdos, revisados
recientemente por Reuters, que dieron a Cuba un vasto acceso al sector
militar de Venezuela y amplia libertad para espiarlo y reformarlo.
Los
acuerdos, cuyos detalles se informan aquí por primera vez, llevaron a la
imposición de una estricta vigilancia de las tropas venezolanas a través de un
servicio de inteligencia, ahora conocido
como la Dirección General de Contrainteligencia Militar, o DGCIM.
Bajo
la asesoría de militares cubanos, Venezuela reformuló la unidad de inteligencia
en un servicio que espía a sus propias fuerzas armadas, infundiendo miedo y
paranoia y aplastando a la disidencia.
Ahora
conocida por sus tácticas represivas, la DGCIM es acusada por soldados,
legisladores de oposición, grupos de derechos humanos y muchos gobiernos
extranjeros de abusos, incluida la tortura y la reciente muerte de un capitán
de la Armada que estaba detenido.
Según
los documentos revisados por Reuters, los acuerdos, firmados en mayo de 2008,
permitieron a las fuerzas armadas de Cuba:
•
Entrenar a soldados en Venezuela.
•
Revisar y reestructurar partes del ejército venezolano.
•
Entrenar agentes de inteligencia venezolanos en La Habana.
•
Cambiar la misión del servicio de inteligencia de espiar a rivales extranjeros
a la de vigilar a los propios soldados, oficiales e incluso comandantes de alto
rango.
El
primer acuerdo, según los documentos, prepararía a los agentes de inteligencia
venezolanos para “el descubrimiento y enfrentamiento a la labor de inteligencia
y subversiva del enemigo”. El segundo acuerdo autorizó a los funcionarios
cubanos a supervisar la “asimilación” y la “modernización” del ejército de
Venezuela.
La
presencia de funcionarios cubanos en el ejército de Venezuela se conoce desde
hace años.
El
presidente Nicolás Maduro, discípulo de Chávez y sucesor cada vez más asediado,
dijo durante un discurso en 2017: “Agradecemos a la fuerza armada
revolucionaria de Cuba. Los saludamos y siempre les damos la bienvenida”.
Pero
ninguno de los dos países ha reconocido detalles de los acuerdos o el alcance
de la participación de Cuba en el sector militar venezolano.
En
marzo, después de que el vicepresidente estadounidense Mike Pence denunciara la
“influencia maligna” de La Habana en Caracas, el canciller cubano, Bruno
Rodríguez, trató de minimizar la relación.
“Rechazo
categóricamente reiteradas y falsas acusaciones”, tuiteó Rodríguez, “sobre
militares cubanos que ‘entrenan’, ‘controlan’ o ‘intimidan’ en Venezuela”.
Ni
el Ministerio de Defensa de Venezuela ni su Ministerio de Información,
responsables de las comunicaciones gubernamentales, incluidas las de Maduro,
respondieron a correos electrónicos y llamadas telefónicas para este artículo.
Funcionarios
cubanos no respondieron a las solicitudes de comentarios de Reuters.
Once
años después de su firma, los acuerdos militares han demostrado ser cruciales
para la supervivencia de Maduro como presidente, según expertos en seguridad,
personas familiarizadas con el gobierno y políticos de la oposición.
Con
la ayuda y el entrenamiento de Cuba, el ejército ha apoyado a Maduro y lo ha
ayudado a navegar la crisis económica, el hambre y el crimen generalizado, así
como la migración en los últimos años de más de 4 millones de personas, cerca
de 10% de la población de Venezuela.
En
junio, Reuters explicó cómo la reorganización de las fuerzas armadas y la
proliferación de oficiales de alto rango han mantenido a los líderes militares
en deuda con Maduro.
Ahora,
los documentos describiendo los acuerdos de Venezuela con Cuba, y decenas de
entrevistas con miembros en servicio y retirados de las filas, funcionarios de
gobierno y personas familiarizadas con la relación entre Caracas y La Habana,
muestran cuán instrumental ha sido también la ayuda de Castro.
La
transformación de la DGCIM, dijeron estas personas, ha sido particularmente
efectiva.
“La
misión más importante que tenía el organismo de inteligencia era neutralizar
aquello que afectara nuestra democracia”, dijo Raúl Salazar, un exministro de
Defensa de Chávez que se opone a Maduro. “Ahora, bajo el mando de Cuba, el
gobierno lo utiliza para mantenerse en el poder”.
Una
vez que Cuba comenzó a capacitar a su personal, los agentes fueron introducidos
en la DGCIM, a menudo vestidos con uniforme negro, dentro de las barracas.
Allí, compilarían informes sobre los uniformados percibidos como alborotadores
e informarían sobre cualquier señal de deslealtad, según más de 20 exoficiales
venezolanos militares y de inteligencia.
La
DGCIM también comenzó a interceptar los teléfonos de los oficiales, incluidos
los comandantes militares de alto rango, para escuchar sobre posibles
conspiraciones.
La
represión ha llevado a cientos de arrestos. Al menos 200 militares están
detenidos actualmente, según la Asamblea Nacional liderada por la oposición.
Control Ciudadano, una organización no gubernamental venezolana que estudia a
las fuerzas armadas, dice que el número supera los 300.
En
un informe de junio del 2017, revisado por Reuters, la DGCIM acusó a un
soldado, que se matriculó en una universidad considerada como alineada con la
oposición, de “subversión política e ideológica”.
Al
hablar por primera vez del caso, el exsoldado dijo a Reuters que estuvo
esposado a una silla, mantenido en una habitación continuamente iluminada y fue
golpeado hasta que se le rompieron dos vértebras. “Esos días fueron
interminables”, recordó. Reveló su historia a Reuters con la condición de que
la agencia de noticias sólo usara su primer nombre, Daniel, y no revelara su
edad.
A
partir de su reorganización, las filas de la DGCIM han aumentado, desde unos
pocos cientos de agentes al principio de la administración de Chávez hasta al
menos 1.500 ahora, según exoficiales militares.
Un
informe reciente de Naciones Unidas acusó a la DGCIM de incurrir en tortura,
incluyendo descargas eléctricas, asfixia, inmersión en agua, violencia sexual y
privación de agua y alimentos.
Bajo
el gobierno de Maduro, oficiales de la DGCIM han sido promovidos a altos
cargos, incluido el comando de seguridad personal del mandatario.
La
represión, dicen líderes opositores, ha hecho que las fuerzas armadas sean impenetrables.
Juan Guaidó, jefe de la Asamblea Nacional, denunció a principios de este año
que la reelección de Maduro en 2018 fue una farsa y declaró, con apoyo de la
mayoría de las democracias occidentales, que era el presidente legítimo del
país.
Pero
las súplicas de la oposición por un alzamiento militar no han sido escuchadas.
“Hemos
fallado”, dijo un alto funcionario de la oposición involucrado en los intentos
de negociar con líderes militares. “No tenemos nada para ofrecerles, para
convencerlos”.
“Bastión
de dignidad latinoamericana”
Para
Chávez, los cambios anticipados con los dos acuerdos tenían un impacto a nivel
personal.
Castro,
a quien había admirado durante mucho tiempo, fue el primer líder internacional
en abrazar a Chávez como político en ascenso en la década de 1990.
La
unidad de inteligencia militar, entre tanto, estaba dirigida por oficiales
alineados con la elite conservadora y opuestos a la visión de Chávez de
transformar un país donde, a pesar de tener las mayores reservas de petróleo
del mundo, muchas personas seguían siendo pobres.
Cuando
fracasó su golpe de Estado de 1992, los oficiales de la unidad, entonces
conocidos como la Dirección de Inteligencia Militar, o DIM, fueron los
encargados de arrestar a Chávez. En un principio el líder estuvo en una de las
mismas celdas subterráneas en la sede de DIM en Caracas donde luego detendría a
algunos de sus propios opositores políticos, según varios exfuncionarios.
En
1994, meses después de su salida de prisión tras recibir un sobreseimiento
presidencial, Chávez voló a La Habana, donde Castro, en su primera reunión
frente a frente, lo saludó en el aeropuerto. Castro vio en Chávez a un líder
izquierdista de ideas afines, de un estilo difícil de hallar desde el final de
la Guerra Fría. En la riqueza petrolera de Venezuela, Castro vio el potencial
alimento para una economía cubana hambrienta por el colapso de su
expatrocinador, la Unión Soviética.
Con
Castro como espectador de un discurso en la Universidad de La Habana, Chávez
dijo que Cuba era, en ese momento en su cuarta década de gobierno castrista,
“un bastión de la dignidad latinoamericana”. Prometió curar la “gangrena”
capitalista que afligía a Venezuela.
Después
de la visita, los dos hombres comenzaron a hablar frecuentemente, dijeron
exasesores.
A
fines de la década de 1990, la alta inflación, el bajo crecimiento económico y
el aumento de la pobreza hicieron que el mensaje socialista de Chávez fuera
atractivo para un número creciente de venezolanos. En 1998, fue elegido
presidente.
Casi
de inmediato, profundizó los lazos formales con Cuba.
En
octubre de 2000, Castro viajó a Caracas para firmar una serie de acuerdos
económicos. Venezuela le daría a Cuba suficiente petróleo para satisfacer la
mitad de sus necesidades energéticas. Desde el 2000, Venezuela ha enviado a
Cuba un promedio de 55.000 barriles por día de petróleo, que equivalen a un
monto total de más de 21.000 millones de dólares.
A
cambio, Cuba mandó a miles de médicos, maestros y especialistas agrícolas para
ayudar a diversificar la economía de base de Venezuela.
Para
2002, muchos en la elite venezolana se habían cansado de Chávez. Ese abril, los
líderes conservadores de la oposición se unieron a jefes militares, incluidos
altos funcionarios del DIM, y lo detuvieron.
Pero
el golpe naufragó en dos días, luego de un levantamiento popular masivo en su
nombre.
De
vuelta en el poder, y con la bendición de Castro, Chávez colocó a cubanos
dentro de su círculo íntimo para reforzar la seguridad, según sus exasesores y
varios exoficiales militares. Comenzó una purga del servicio de inteligencia y
de otros altos rangos militares.
Nombró
como subdirector a Hugo Carvajal, un teniente coronel que se había unido al
movimiento golpista de Chávez en 1992 y más tarde dirigió la división de
investigaciones de la DIM. En dos años, Carvajal se convirtió en su director
general.
Carvajal
comenzó a modernizar el DIM. En un correo electrónico a Reuters, Carvajal dijo
que el Banco Central de Venezuela envió millones de dólares en efectivo al DIM
para nuevas tecnologías, incluidos equipos de vigilancia y una base de datos
para centralizar la inteligencia.
El
militar dirigiría el servicio de contrainteligencia durante casi una década.
Ahora fuera del cargo, ha sido sancionado por el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos por presuntamente ayudar a la guerrilla colombiana.
En
abril fue arrestado en España y permanece detenido en relación con una orden de
Estados Unidos por presunto tráfico de drogas. En el correo electrónico,
enviado a través de su abogado en España, Carvajal negó las acusaciones.
En
julio de 2007, Chávez nombró a Gustavo Rangel, un oficial leal que dirigió las
reservas del ejército, como ministro de Defensa. En su juramentación, Rangel
habló de la necesidad de un “nuevo pensamiento militar venezolano” para
contrarrestar al “enemigo real”.
El
“imperio”, dijo, usando el discurso oficial venezolano para referirse a Estados
Unidos, era el patrocinador de “grupos subversivos” empeñados en destruir la
revolución.
Reuters
no pudo contactar a Rangel, ahora retirado, para hacer comentarios.
Ese
diciembre, Chávez perdió el referéndum sobre los límites del mandato. En
televisión, prometió una “nueva ofensiva” para perseguir su meta.
Comenzaron
las conversaciones sobre defensa con Cuba. En una reunión el 26 de mayo en
Caracas, Rangel y el general Álvaro López, viceministro primero de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Cuba, firmaron los dos acuerdos.
Según
los términos del primer acuerdo, el ministerio cubano supervisaría una
reestructuración del DIM y asesoraría para la creación de “nuevos órganos”
dentro del servicio. El DIM también enviaría grupos de hasta 40 oficiales a La
Habana hasta por tres meses de entrenamiento en espionaje.
Según
los documentos, Venezuela enviaría las hojas de vida de candidatos para que
Cuba los examinara. Los cursos incluyeron: cómo manejar “colaboradores
secretos”, cómo llevar a cabo investigaciones criminales y cómo seleccionar
nuevos agentes de inteligencia.
La
mayor parte del entrenamiento, según los documentos, se realizó en la Escuela
Militar Superior Comandante Arides Estévez Sánchez, en el oeste de La Habana.
En la academia, un grupo de edificios blancos de cuatro pisos y campos de
desfiles, los instructores cubanos dijeron a los agentes del DIM que su misión
en adelante sería infiltrarse y controlar al ejército, según cinco personas
familiarizadas con los cursos.
El
segundo acuerdo creó un comité conocido como el Grupo de Coordinación y Enlace
de la República de Cuba o GRUCE. El GRUCE, compuesto por ocho “especialistas
militares” cubanos, enviaría asesores cubanos a Venezuela para inspeccionar
unidades militares y entrenar soldados.
Un
exfuncionario de inteligencia venezolano recordó la capacitación que recibió de
instructores cubanos en una granja en el estado oriental de Anzoátegui. Los
instructores, dijo a Reuters, acosaban a los estudiantes con preguntas sobre
sus creencias políticas. El DIM, dijeron, debe ser la “punta de lanza” en la
lucha contra los “traidores”.
Chávez,
fortalecido por los aumentos en el gasto gubernamental que impulsó su
popularidad, ganó un nuevo referéndum para poner fin a los límites del mandato
presidencial.
En
2011, cambió el nombre de la DIM para incluir el término “contrainteligencia”,
lo que reflejaba su nueva misión de frustrar sabotajes surgidos desde adentro.
Para entonces, la nueva DGCIM era más fuerte con varios cientos de agentes,
dijeron exfuncionarios.
Recién
salidos del entrenamiento cubano, los nuevos agentes comenzaron a infiltrarse
en los cuarteles. “Vivimos y entrenamos con la tropa para realizar el
monitoreo, manteniendo informados a los jefes”, dijo otro exoficial de la DGCIM
a Reuters. “Tuvimos un control férreo”.
Algunos
fingieron ser soldados regulares. Otros se pusieron sus uniformes DGCIM y
solían alentar a los soldados a que informaran unos sobre otros. Llegaron a ser
conocidos como “los hombres de negro”, según varios exsoldados.
“Te
voy a entregar a la DGCIM”, advirtió una vez un comandante del batallón a los
posibles rebeldes, recordó un soldado. Historias de detenciones y torturas por
parte de agentes de DGCIM, a veces con máscaras de esqueleto y pasamontañas, se
extendieron por las filas.
“Nadie
pelea contra el Estado”
Chávez,
después de cuatro cirugías en Cuba, murió en 2013.
Castro
en una columna de un periódico lo llamó “el mejor amigo que tuvo el pueblo
cubano a lo largo de su historia”. Los votantes eligieron a Maduro para
sucederlo.
En
2014, los precios del petróleo se desplomaron. El esfuerzo de Maduro por
estimular la economía fracasó.
El
hambre y la escasez golpearon incluso a las fuerzas armadas, sólo empeorando
desde entonces. Un médico militar dijo a Reuters recientemente que muchos
soldados alistados tienen bajo peso y subsisten principalmente con pasta y
lentejas.
A
medida que un número creciente de tropas buscaba desertar, la DGCIM se volvió
más agresiva. Amplió la vigilancia, interceptando escuchas telefónicas incluso
a los oficiales superiores.
En
el último piso de su sede, unos 40 agentes de su Dirección de Comunicaciones
Operativas utilizaron una plataforma llamada Genesi, según un exmiembro del
equipo.
El
sistema, diseñado por la firma italiana de telecomunicaciones IPS SpA, permite
a los usuarios “interceptar, monitorear y analizar todo tipo de fuente de
información”, según el sitio web de la compañía.
IPS
no respondió a llamadas, correos electrónicos ni a una carta en busca de
comentarios en su sede de Roma.
En
julio de 2017, Daniel, el teniente del ejército en Caracas fue llamado a la
oficina del comandante de su batallón. Alguna vez partidario de Chávez, Daniel
se unió al ejército en 2004, pero bajo Maduro perdió el entusiasmo y dijo a los
superiores que planeaba irse. Se matriculó en clases de derecho en la
universidad estando aún activo en el ejército e incluso participó en marchas de
oposición.
El
comportamiento de Daniel, según un informe de inteligencia revisado por
Reuters, fue “contrarrevolucionario”. El informe describe la universidad, cuyo
nombre Daniel le pidió a Reuters que no revelara, como una escuela para la
oposición.
Al
reportarse en la oficina de su comandante, dijo Daniel, tres agentes de
contrainteligencia uniformados confiscaron su teléfono y dijeron que era
necesario que los acompañara para una “entrevista” en la sede de la DGCIM.
Daniel
dijo que los agentes lo transfirieron a una celda subterránea y lo esposaron a
una silla. Cada día, un hombre entraba y lo golpeaba repetidamente. Las palizas
rompieron dos vértebras, según un informe médico revisado por Reuters.
Después
de 20 días, un tribunal militar lo acusó de traición, rebelión y violación del
decoro militar. En espera de un juicio, fue trasladado a otra prisión. Seis
meses después, tras declararse culpable, el tribunal liberó a Daniel con la
condición de que permaneciera en el país. Fue expulsado de las fuerzas armadas.
Regresó
a las clases de derecho, pero siente remordimiento por haberse declarado
culpable. “Nunca estuve convencido de que era lo mejor”, dijo, pero señaló que
muchos de los que no lo hacen permanecen detenidos indefinidamente. “Pero nadie
pelea contra el Estado”.
La
vigilancia ha herido incluso a los oficiales superiores. Un caso desató la
indignación nacional, forzando a la DGCIM a reconocer los abusos.
Rafael
Acosta, de 50 años y capitán de corbeta de la Armada, murió bajo custodia de la
DGCIM el 29 de junio, ocho días después de que los agentes lo arrestaron.
Tarek
Saab, fiscal general de Venezuela, dijo que Acosta fue detenido por participar en
un complot de “derecha” no especificado. La esposa de Acosta, Waleswka Pérez,
dijo que las acusaciones eran falsas y acusó a la DGCIM de tortura.
El
1 de julio, Saab dijo que el gobierno había acusado a dos agentes de la DGCIM
de homicidio. No dio una causa de muerte ni las circunstancias en las que
ocurrió. Los cargos, dijo Saab en un comunicado, siguieron a una investigación
“imparcial” del “lamentable hecho”.
La
mayoría de las operaciones de la DGCIM nunca salen a la luz.
En
marzo de 2018, cinco agentes de la DGCIM preguntaron por el teniente coronel
Igbert Marín, comandante de la 302da brigada mecanizada del ejército, en
Caracas. Marín, ahora de 40 años y padre de dos niños, fue durante la mayor
parte de su carrera una estrella en ascenso que se había destacado en la
principal academia militar de Venezuela.
Su
esposa, Yoselyn Carrizales, dijo a Reuters que los agentes se llevaron a Marín
al Ministerio de Defensa, donde fue recibido por oficiales incluido el ministro
de Defensa, Vladimir Padrino, e Iván Hernández, el actual jefe de la DGCIM.
Los
funcionarios acusaron a Marín de conspirar contra el gobierno, dijo Carrizales,
quien actúa como uno de los abogados del militar. Dijeron que tenían evidencia
en un video de Marín y otros ocho oficiales conspirando, agregó, pero no le
mostraron el video.
Marín
negó la acusación y dijo que la reunión había sido simplemente una reunión de
antiguos compañeros de clase de la academia.
Indignado,
le dijo al ministro de Defensa que tales acusaciones eran contraproducentes,
especialmente en un momento en que la mayoría de los militares sufría por la
escasez de alimentos, equipos y bajos salarios.
El
ministro debe “salir de la oficina, tiene que abrir los ojos y sentir lo que
siente la tropa”, dijo Marín a Padrino, según Carrizales. Otro abogado que
defiende a Marín, Alonso Medina Roa, confirmó la versión.
Ni
Padrino ni Hernández pudieron ser contactados para hacer comentarios.
Los
agentes llevaron a Marín y a los otros ocho oficiales a la sede de la DGCIM.
Marín dijo más tarde a sus abogados que los agentes lo esposaron a una silla,
le colocaron una bolsa sobre la cabeza y la llenaron de gases lacrimógenos. Sus
abogados detallaron el presunto abuso a Reuters.
Una
semana después, en una audiencia a la que asistió Carrizales, un tribunal
militar acusó a Marín de traición, instigación a la rebelión y violación al
decoro. Los agentes se llevaron a Marín. Permaneció incomunicado durante 78
días.
“No
sabía si estaba vivo o estaba muerto”, dijo Carrizales. Marín sigue detenido y
su esposa trabaja por su liberación.
Los
funcionarios venezolanos no han comentado públicamente el caso ni han mostrado
a los abogados de Marín el presunto video. Aún no se ha establecido una fecha
para el juicio.
“Ellos
le temen”, dijo Carrizales. “Tiene un liderazgo indiscutible en las fuerzas
armadas. Es por eso que lo detuvieron”.
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