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viernes, 23 de agosto de 2019

Hablemos de sexo @CECODAP @FERNANPEREIRAV



Por Fernando Pereira


Unas adolescentes que se besan en un transporte captan el interés de la colectividad. Con sobrada razón porque el desenlace devela una discriminación, una violación a los derechos humanos que incumbe a la sociedad toda.

Otro alcance lo constituye el manejo del caso en la opinión pública. Las redes sociales se convierten en una vitrina donde se expresaron opiniones de todos los tenores.

“Si fueran mis hijas…” “A la escuela no se va a cometer actos de esa naturaleza” “Los adolescentes de hoy en día…” “Por eso el país está así…”
El hecho es que queremos tratar a los niños y adolescentes en pleno siglo XXI como a los niños del siglo pasado. Una contradicción evidente pues es la generación con acceso a la información como ninguna otra; bombardeada por información en Internet, canales de cable, Netflix… Consumiendo todo tipo de mensajes y proposiciones. No conversamos a pesar de que viven en una sociedad erotizada. Basta ver un programa de televisión y nos damos cuenta como las entrevistadoras usan faldas muy cortas, escotes muy pronunciados. Lo mismo pasa con los comerciales, vallas publicitarias e inclusive las maniquíes son voluptuosas, con senos pronunciados, o los que exhiben prendas de vestir para hombres se le abultan los genitales para que sean más llamativos, los videoclips, las letras de las canciones, películas, novelas, series, páginas en internet… hacen que los mensajes explícitos o subliminales lleguen por todos las vías.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas de Perú advierte que siguen presente muchos mitos sobre la educación sexual. El más arragiado: “Estimula la iniciación sexual temprana: Cuando en realidad no existe base científica para sostener esa afirmación. Todo lo contrario, una extensa revisión de estudios sobre el tema muestra que la educación sexual retrasa el inicio de las relaciones sexuales y reduce los embarazos no planeados” (Citan un informe del Banco Interamericano de Desarrollo).


“A mí nadie me enseñó y aquí estoy” “Es abrir las puertas a la promiscuidad y falta de valores” “Es una vía para perder la inocencia” Lo cierto es que vivimos en un país con una de las más altas tasas de embarazo adolescente en América Latina y sin contar con estadísticas actualizadas sobre infecciones de transmisión sexual, VIH, violencia y explotación sexual que también impactan la vida de niños, adolescentes y jóvenes.

¿Qué esperar entonces? Si no hablamos nosotros, otros lo harán, directamente o a través de las series o programas que ven. Los medios de comunicación social, la TV, Internet pueden presentar información que les confunda en el ejercicio de su sexualidad. En las familias y centros educativos son pocas las oportunidades, con algunas excepciones, para hablar sobre el ejercicio de la sexualidad.

A veces no diferenciamos lo que es sexo, sexualidad y género.

El sexo, es la condición biológica con la cual nacemos: hombre o mujer.

La sexualidad, es todo lo que somos: la forma en que hablamos, vestimos, nos relacionamos, sentimos. No solo es, como a veces se piensa, tener  genitales diferentes.

El género es lo que aprendemos y aparentamos desde nuestros primeros años, cómo se comporta un hombre o una mujer. Cómo sienten, qué les gusta o disgusta, cómo expresan sus sentimientos, lo que les está permitido o prohibido, cuáles son las actividades propias del hombre y la mujer, qué tipo de profesiones elegir, deportes a realizar, etc..

Sabemos que no es fácil pero hay que comenzar por revisar cómo vivimos y sentimos nuestra sexualidad como padres, familias, educadores. Con frecuencia tuvimos un inicio sexual traumático, no placentero o cargado de culpa, vergüenza, miedos que afectaron la imagen que tenemos de nuestra sexualidad y esto dificulta que podamos liberarnos de los tabúes, represiones y sin darnos cuenta se las transmitimos a nuestros hijos, hijas, alumnos…

Conversar no es interrogar

Una cosa es informar, comunicarse y conversar sobre el tema y otra intimidar y hacer preguntas que sean incómodas para nuestros hijos. Si desean compartir los aspectos íntimos relacionados con su experiencia sexual podemos orientar sin que asumamos una conducta inquisidora y haciendo pública información que  traerá como consecuencia el quiebre la confianza.

Recordemos que existe el encanto de lo prohibido y mientras más insistamos en prohibir posiblemente mayor sea el deseo por experimentar. La mejor y más efectiva prevención es el amor, la comunicación y el respeto.

Foto: ElConfidencial.com

22-08-19




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