Thays Peñalver 26 de agosto de 2019
@thayspenalver
Esta es una de las frases más educativas que existen
en Venezuela, digo educativa porque es proferida por muchos civiles que piensan
que quedan regios, pero no se dan cuenta de que cuando la dicen están
“educando” en los cuarteles a cuanto teniente sueña con ser un nuevo
prócer y sobre todo colaborando con el “chavismo mental”. Pero además “Una
mentira que se repite mil veces se convierte en verdad”, frase de las que
han sido padres Goebbles, el famoso ministro de propaganda nazi y Vladimir
Lenin.
La verdad es que cuando se inició la planificación de
la Autopista Caracas la Guaira, Marcos Pérez Jiménez estudiaba en el Perú
porque en Venezuela no habían academias militares reales. Cuando se aprobaron
los estudios generales –que duraron casi una década- Pérez Jiménez era apenas
un capitán del ejército y cuando se aprobaron los planos de toda la obra en
1947, el futuro dictador ni siquiera tenía la mas remota posibilidad de opinar
al respecto.
A nadie le importa que Rómulo Betancourt fuera quien
inauguró el primer tramo –Maiquetía-Catia la Mar, porque la gigantesca obra
exigía reformar buena parte de Caracas y la Guaira antes de comenzar. Cuando la
gran obra central finalmente se licitó a todas las grandes compañías
extranjeras en Junio de 1949, Marcos Pérez Jiménez no tenía absolutamente algo
que ver con la construcción de aquella magnífica obra –que duró más de cuatro
años- y en su exposición como presidente en 1951, el doctor Germán Suárez
Flamerich dijo que las obras estaban tan adelantadas, que probablemente
ocurriría antes su inauguración a los primeros meses de 1953, razón por la que
un año antes de convertirse en dictador, ya los viaductos, los cortes de la
montaña y casi dos tercios de la obra estaban completamente finalizados.
Pero aun cuando yo le demuestre, documentos en mano
que Marcos Pérez Jiménez tuvo poco o nada que ver con la construcción de tamaña
obra, que ya estaba construida en cerca del 85% cuando era Ministro de la
Defensa, aun cuando usted puede solicitar todos los documentos en la Biblioteca
o Hemeroteca Nacional, la mayoría de la gente incluso luego de leer éste
artículo, seguirá diciendo que el dictador construyó la autopista, solo porque
la televisión enseñó que inauguró el tramo final, que era el mas pequeño e
insignificante de todos.
Eso es lo que se ve en las fotos y en YouTube con un
Pérez Jiménez acompañando, como Ministro de la Defensa, al presidente de la
Republica (Flamerich) pero no se debió a ninguno de ellos, ni a Betancourt, ni
a la Junta, sino como todas las demás del Plan Nacional de Vialidad, se les
debe a los arquitectos, ingenieros y urbanistas de la generación del 28, los
mas grandes héroes civiles que haya parido la historia de la nación y que a
pesar de los truhanes y malhechores vestidos de verde, lograron hacer de
Caracas lo que es hoy.
Por eso cuando muchos repiten “es que lo que Venezuela
necesita es a un Pérez Jiménez” porque construyó la autopista, no solo está
diciendo algo que no es cierto, sino que está educando a las nuevas
generaciones en que lo que necesitan es que los militares sigan dominando al
país.
Ocurre lo mismo con la Ciudad Universitaria,
proyectada y construida a partir de 1942 y comenzada a ejecutar durante diez
años antes de la llegada del dictador, al
que se le imputa su construcción cuando apenas inauguró las obras que ya
estaban avanzadas desde su licitación y construyéndose desde 1949. Por eso hay
que decirlo claro y en alta voz: Pérez Jiménez ni construyó la autopista
Caracas-La Guaira, ni construyó la Ciudad Universitaria. Ni tampoco proyectó
las obras que ya estaban diseñadas entre 1940 y 1949 del Centro Simón Bolívar,
ni las obras del centro de Caracas cuya planificación central fue aprobada en
1939 con las que concluye el “periodo francés de Caracas” iniciado en la época
de Guzmán Blanco y que en especial se les debe a los gigantes arquitectos,
urbanistas e ingenieros civiles de esa generación de superhéroes del 28.
Por eso las avenidas Andrés Bello, Bolívar (concluida
la obra principal en 1949), Sucre, Nueva Granada, México y Victoria (Presidente
Medina), no son tampoco obras de Pérez Jiménez porque ya estaban en plena
construcción a su llegada y fueron proyectadas desde 1940. Repetir que Pérez Jiménez es una necesidad o que él
fue quien las realizó, como si él hubiera planificado realmente esas obras
gracias a su “mentalidad desarrollista”, no solo es una necedad, sino que educa
al coronelato a que son ellos los únicos en capacidad de desarrollar a
Venezuela y que les debemos mucho, cuando no le debemos un carrizo, porque la
historia de Venezuela ha sido una larga lucha entre los civiles preparados y los
políticos armados.
Pero repito, aunque las evidencias estén allí, es
imposible que no salga alguien de turno a decir que fue el dictador, como
repetirán como loros que Pérez Jiménez eliminó los ranchos de Caracas y de nada
valdrá explicar que cuando Marcos Pérez Jiménez era capitán, habían 7.776
ranchos en Caracas, cuando lo nombraron presidente su propio censo revelaba que
existían 20.993 y cuando salió del poder habían 54.237 ranchos en Caracas. En
otras palabras Pérez Jiménez en sus propias memorias perdió la famosa “Batalla
contra los ranchos” como la perdió Páez en 1830 y como la hemos perdido
siempre, porque el rancho solo puede ser erradicado desde adentro y desde la
cabeza de sus ocupantes.
Solo haciendo lo contrario a lo que si hizo Perez
Jimenez se puede prosperar, es decir producir, crear industria, creando puestos
de trabajo y mucha educación se puede ganar esa batalla. Por esa razón la
Venezuela que habitaría la “Ciudad Radiante” planificada y construida bajo la
influencia nada menos que de Le Corbusier, una verdadera obra de arte, la
convertirían en el 23 de Enero, mientras el rancho y la marginalidad comenzaron
a devorarse por dentro a la “Petit-Paris”. Porque nuestros políticos de antes o
de ahora piensan que pueden llevar al habitante del rancho a un mejor lugar,
sin antes educarlos para cambiarles la mentalidad que ranchifica.
Pérez Jiménez tampoco es responsable por planificar el
barrio 2 de Diciembre (23 de Enero), cuya obra se debe a los mismos grandes
urbanizadores y al mismo equipo de arquitectos del Banco Obrero que crearon
antes la Delgado Chalbaud y el Paraíso, de lo que si es responsable fue de
triplicar su tamaño contrariando a esos urbanizadores, porque creía
ingenuamente que eliminando los dos barrios donde vivían los comunistas, se
desharía de ellos. Y precisamente por estar mas pendiente de cobrar el 5% de
las comisiones por las obras “lo cual era perfectamente legal” (Perez Jimenez
dixit) fue la razón por la que los comunistas, se lo comieron vivo.
Por eso el problema principal era el drama de un país
que no buscaba un verdadero desarrollo, no era que Pérez Jiménez fuera bueno o
malo, sino que todos creían que construir una “Petit Paris” traería la
modernidad en vez de educar a sus niños, en un país en el que solo estaban
inscritos en los planteles educativos (según memoria y cuenta del propio
dictador) 646 mil de los 1,7 millones de niños en edad escolar (pág. 57). Pero
el problema era tal que solo uno de cada 4 niños en Venezuela estudiaba una
primaria que le permitiera continuar el bachillerato (el resto eran primeras
letras) y casi el 60% de la población de nuestro querido país, no sabía leer ni
escribir para el día que Hugo Chávez cumplió 4 años.
Era el drama de una nación que prefería construir un
minúsculo hotel en la cima de una montaña –obra que es la mas estúpida de
nuestra historia y que si es de Pérez Jiménez- al costo de todas las escuelas
que hacían falta. Porque al venezolano lo que le llena de orgullo es enseñar
una construcción excéntrica construida por el Estado, en vez de los logros de
millones de educados. Obras absurdas mientras solo habían menos de mil
estudiantes universitarios inscritos, porque la verdad es que el primer decreto
de Pérez Jiménez fue suspender las actividades de la Universidad de Mérida y
Zulia y el segundo decreto, fue decretar el cierre de la Central y declararla
“zona militar” dejando a Venezuela desnuda de luces, para atender nada menos
que la llegada de la era de la computación. Porque nadie entendió que había que
dejarse de excentricidades afrancesadas cuando desde el otro lado lo que habían
eran pobreza, ranchos y enfermedades endémicas en pleno desarrollo. Había que
invertir en industrias, en trabajos, pero sobre todo en educación. Y de eso, no
se ocupó el “tan necesario” dictador.
Mientras que Pérez Jiménez cerró las únicas tres
universidades con menos de mil alumnos inscritos, solo autorizó la apertura 89
escuelas públicas de las cuales, se construyeron 47, pues las restantes eran
casas de familia con el modelo “escuelas de un solo maestro”. Con solo el costo
del paseo los Próceres, se pudieron haber construido las 1.976 que hacían falta
y dotarlas de presupuesto por cinco años. Las obras planificadas por Pérez
Jiménez, fueron en realidad los disparates mas grandes y costosos de nuestra historia,
el minúsculo Hotel Humboldt sirve para todo menos para hotel, pues devora
millones de dólares al año en mantenimiento y operaciones, sin casino e incluso
con este, las perdidas son gigantescas. El Hotel Guaicamacuto tendría que ser
remodelado tres veces, porque tras su inauguración y la primera llegada de
turistas extranjeros, estos se quejaron pues ninguna habitación tenía baño
adentro, por lo que hubo que demoler todo su interior y ser vendido al
Sheraton. Esa era una Venezuela con ínfulas de nuevo rico, que nunca entendió
sus prioridades.
Finalmente la frase que titula este articulo viene
siempre acompañada de “es que con Pérez Jiménez se podía dormir con la puerta
abierta” engañando a quien lo escucha, como si fuera gracias a un estado
policial que se podía dormir tranquilo, cuando la realidad es que la Venezuela
provinciana de los años cincuenta, como la de prácticamente todo el planeta,
eran sociedades simples en las que no había mayor violencia. Engañan con la
frase, porque esa Venezuela no volverá jamás, como no volverán los años
cincuenta en los Estados Unidos, ni en Europa.
Por eso los que repiten peligrosamente que Pérez
Jiménez es una necesidad, educan permanentemente al coronelato en las
academias, con aquello de que los problemas de Venezuela los puede resolver un
solo hombre uniformado y no los millones de venezolanos educándose. Enseñan
permanentemente a que un solo coronel puede resolver el tema de los ranchos,
sustituyéndolos por Misión Vivienda, un solo coronel puede resolver el tema de
la delincuencia con un estado policial. Un solo coronel puede poner a producir
mas petróleo rezando, un solo coronel puede hacer producir el campo, mejorar la
economía o puede convertirnos en potencia. Eso es lo que en realidad dicen, los
que invocan a Pérez Jiménez.
Y si no lo logra, es porque no se trata del coronel
correcto y se ponen a buscar otro. La realidad no es que los militares nos
gobernaron durante tantos siglos por la amenaza de sus armas, sino por la
debilidad y la cobardía de los civiles que no quieren tomar las riendas de su
destino, abriendo constantemente las puertas de que: “aquí lo que hace falta es
un militar”.
Una frase tan simplista, tan necia y tan absurda que
raya en lo homicida. Una frase que cada vez que se repite y lo escucha un
teniente como Hugo Chávez, piensa que al pasar su examen de Estado Mayor ya
esta listo para seguir “desarrollando” a Venezuela. Los que repiten esa
necesidad, son los civiles que añoran permanentemente una bota militar y son
los que ya están educando, al próximo Hugo Chávez en los cuarteles.
No amigos, Venezuela no necesita a un Pérez
Jiménez, sino al concurso de millones de civiles educados en todas las áreas y
ramas del saber.
Cara.., ¿por qué eso es tan difícil de entender?.
Thays Peñalver
@thayspenalver
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