Por Andrés Cañizalez
Semanas atrás abordamos el
caso en el que está envuelto el muy destacado periodista argentino Daniel
Santoro. Un caso rocambolesco: A Santoro se le señala por haber
tejido amistad y confianza con una fuente, que a su vez era un falso abogado y
que señala al periodista de ser su informante.
El diario La Nación de
Buenos Aires sintetizó la situación del reconocido periodista, una de las
grandes firmas del grupo Clarín: el juez Alejo Ramos Padilla procesó a Santoro
por presunta coacción y tentativa de extorsión en la causa que investiga
supuestos actos de espionaje ilegal y extorsión sobre distintos empresarios. El
juez señaló que el periodista habría participado de al menos dos hechos, pero
sostuvo que no formó parte de la asociación ilícita.
A Santoro se lo investiga
por la extorsión del falso abogado Marcelo D’Alessio sobre el exdirectivo de
Petróleos de Venezuela (PDVSA), Gonzalo Brusa Dovat, y del empresario Mario
Cifuentes. D´Alessio insiste vincular a Santoro en diversas tramas y ha
mostrado “pruebas” de la supuesta amistad que se tejió cuando él era una de las
fuentes del reconocido periodista argentino de investigación. De trasfondo está
toda la trama de corrupción que develaron los trabajos de Santoro en la era del
Kirchnerismo, antes del período presidencial de Mauricio Macri.
Sobre aquel caso no hay
decisiones en firme, aún, pero se ha convertido en un elemento que ha
generado una grieta (la imagen argentina de la polarización) entre las
organizaciones que reúnen al periodismo argentino.
El tema de la relación entre
periodista y fuente la ha colocado en el tapete, nuevamente, Ewald
Scharfenberg, periodista venezolano que fue obligado a abandonar el país. Ex
corresponsal de El País de España en Caracas y fundador del portal Armando.Info. En
este momento, Ewald es una voz venezolana muy reconocida en los foros latinoamericanos
de periodismo.
“Estudiantes de Periodismo,
por favor vean: este es un ejemplo de cómo NO debe ser la relación entre
periodista y fuente”, escribió Scharfenberg el pasado 27 de octubre en su
cuenta en Twitter haciendo mención al vídeo difundido por la también periodista
Shirley Varnagy.
En ese video, Shirley intercambia
de forma amistosa con el empresario Lorenzo Mendoza, en plan
de presionarlo para que finalmente éste acceda a brindarle una entrevista. La
periodista cuenta con un espacio informativo en horario estelar a nivel
nacional por el Circuito Onda y un programa de entrevistas en el canal por
suscripción Venevisión Plus.
Cuando abordamos semanas
atrás el caso Santoro apelamos en extenso a las reflexiones del maestro de
ética Javier Darío Restrepo. Entre aquel momento y ahora el maestro se nos fue
y sus palabras no pierden vigencia alguna.
Cuando se hace un trabajo
periodístico netamente informativo no caben dudas, debe existir una sana
distancia entre el periodista y la fuente a la que va a entrevistar. Esto parte
de la idea de que el periodista se acerca a la fuente con un único fin, obtener
una opinión o dato que tiene el entrevistado. Si ambos no se conocen
previamente no parece un asunto descabellado.
De acuerdo con Restrepo, la
relación fuente-periodista no puede estar mediada por el afecto, la amistad o
el parentesco: la dependencia tiene que ser neutralizada por un cotejo severo
con otras fuentes.
¿Y qué hacer cuando el
periodista y la fuente se conocen previamente? No hay claridad en qué hacer si
ya soy amigo, previamente, de alguien que está en una posición pública
relevante que eso, en sí, lo hace de interés noticioso.
Algunos manuales de
periodismo cuando abordan la entrevista de personalidad no descartan que se
teja una cierta complicidad, de la cual el periodista sabiamente debería sacar
ventaja a la hora de entrevistar a esa fuente que nos contará sobre su esfera
personal.
En otra acera, de la entrevista
que no siempre hacen periodistas sino otras figuras del espectáculo, el muy
conocido David Letterman, en Estados Unidos y por dos décadas, se aproximó a
muchos de sus entrevistados precisamente a partir de la amistad previa que les
unía.
Entre las diversas
reacciones que levantó el mensaje de Ewald en Twitter se puso de relieve la
relación fuente-periodistaen el mundo deportivo venezolano. Por razones
diversas e históricas, en el caso de Venezuela muchos periodistas viajan en el
mismo bus que los jugadores de los equipos a los cuales le dan cobertura.
¿Puede haber luego la sana distancia que nos recomienda Restrepo?
Muchas de las interacciones
personales entre las fuentes y los periodistas permanecen ocultas. Un conocido
periodista, vinculado al tema de la libertad de expresión, sostenía una
estrecha amistad con un líder político opositor y eso no era un asunto que ni
él ni otros cuestionaran, y desde esa complicidad tejieron acciones en defensa
de las libertades en Venezuela.
Por otro lado, las redes
sociales son vitrina pública y esa es una arista que a veces se olvida. La
olvidan también los periodistas, cuando se difunden sin filtro conversaciones
que tienen un tono privado.
A veces las amistades
generan productos periodísticos memorables. Recuerdo por ejemplo, a propósito
del primer aniversario del fallecimiento del entrañable Teodoro Petkoff, cómo
desde la cercanía y amistad Ramón Hernández produjo un trabajo impecable: “Teodoro
Petkoff. Viaje al fondo de sí mismo”, editado en 1983.
Si finalmente Lorenzo
Mendoza cumple su promesa, y en este 2019 le concede la entrevista a Shirley
Varnagy será este producto, la entrevista en sí, el que deberá estudiarse en el
futuro.
Sin embargo, queda
otro aspecto y tiene que ver con la manera como el accionar en redes sociales
compromete la credibilidad de un comunicador social. El episodio de Varnagy con
Lorenzo Mendoza, y cuya intención pareció ser dejar de manifiesto el afecto
mutuo que comparten, carga de prejuicios al producto periodístico. Después de
tal manifestación de camaradería y complicidad, cualquiera puede pensar que de
darse, será una entrevista complaciente, auntocensurada o con temas previamente
pactados para no hacer daño. Entonces, la recomendación que hace Scharfenberg
en su twitter debe ser tomada muy en cuenta.
Shirley Varnagy tendrá un
serio desafío. Si es una entrevista informativa mostrar garra periodística y
contrastar lo que diga el empresario con otras fuentes, si nos guiamos por los
consejos de Restrepo. Si se trata de una entrevista de personalidad, en tanto,
la complicidad con la fuente puede ser puerta de entrada pero también telaraña
de la que no es fácil escapar.
05-11-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico