Pedro Pablo Peñaloza 08 de junio de 2024
@pppenaloza
Ahora
que muchos hablan del fulano “triunfalismo”, te voy a contar lo que yo veo: Veo
gente ocupada. Trabajando y organizando. Y, a la vez, preocupada. Preguntándose
por dónde puede venir el zarpazo. ¿Tarjeta? ¿Candidato? Incertidumbre.
Ansiedad. Pero también lucha y fe.
La gente sabe al monstruo que enfrenta. Por esa la diferencia entre la intención de voto por Edmundo (mayoría) y los que creen que el régimen entrega (menos). En un país democrático, no habría duda al respecto, aunque Trump demostró que todo es posible. Sin embargo, un detalle:
Aumenta
el número de los que creen que un cambio es posible. ¿Son ilusos, ingenuos? No
parece. Entienden lo que significa padecer los abusos del autoritarismo, porque
lo sufren en carne propia. No lo leen en un libro ni necesitan que algún
iluminado se los explique.
Empero,
observan y sienten que crece la ola a favor del cambio. Para transformar esa
percepción y estado de ánimo ha sido fundamental la campaña que encabeza María
Corina, enorme esfuerzo que se desarrolla en las peores condiciones que se
hayan visto en 25 años de chavismo.
Para
comenzar, una minucia: a María Corina ni siquiera se le dejó ser candidata.
Solo eso. Como decía la vieja cuña, Venezuela es otra. Muy distinta a la de
2012 y ni hablar de 2004. Migración, crisis, censura y una investigación en la
CPI que nos recuerda el peligro de disentir.
Personas
detenidas y perseguidas, y locales multados, incluido el restaurante de la
oligarquía de Corozopando. A pesar de estas acciones, la gente responde, participa
y se organiza en respaldo a la alternativa democrática. ¿Cómo disminuir o
restar valor a esta gesta ciudadana?
Los
partidos afinan la maquinaria para la movilización y defensa del voto, en un
proceso marcado por el ventajismo y la manipulación de los centros. Esto último
debe subrayarse, ahora que está de moda invertir la carga de la prueba. Todos
entienden que la organización es clave.
Descubridores
del agua tibia advierten que todo puede salir mal y desembocar en la enésima
decepción. Obviamente. Es el riesgo de enfrentar a un régimen que no respeta
ninguna ley. Claro que se pueden imponer por las malas. Por eso la preocupación
que salta en toda conversación.
¿Y qué
se puede hacer frente a eso? ¿Cantar “Cuatro cirios” de Javier Solís? No,
ocuparse. Trabajar. Unir. Mantener viva la esperanza. Creer que como sociedad
podemos tomar las riendas de nuestro destino. Sumar cabeza y corazón. Porque
esto también puede salir bien. Se ve.
Pedro
Pablo Peñaloza
@pppenaloza
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