ALONSO MOLEIRO 10 de junio de 2024
El
candidato opositor, respaldado por María Corina Machado, lleva la delantera al
chavista, que ha mejorado la baja aceptación con la que contaba hace un año
El hasta hace poco desconocido Edmundo González Urrutia ―que
se presenta a las elecciones presidenciales de Venezuela respaldado por María
Corina Machado, líder opositora a la que le fue impedida la participación en la
contienda― tiene una intención de voto ya cercana al 50%, según la media de los
sondeos que han sido publicados hasta ahora. Por su parte, el candidato
oficialista y actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha escalado algunos
puntos, y sus niveles de adhesión oscilan entre el 22% y el 25%.
Saúl Cabrera, de la firma Consultores 21, afirma que los comicios de este 28 de julio van camino a polarizarse de nuevo: “González Urrutia ya tiene para sí casi todo el respaldo que tenía María Corina, y puede seguir creciendo”. Los celulares, las redes sociales y los grupos de WhatsApp han impulsado a González Urrutia, que pasó, en muy pocos días, de ser un total desconocido a estar plenamente identificado por la mayoría de la población. Cabrera comenta que “los candidatos minoritarios y los partidos judicializados no han despegado, se mantienen en márgenes pequeños y similares”, en referencia a los partidos que simulan ser oposición, pero que se encuentran bajo el ala del chavismo. “Creo que no le salió al Gobierno ese intento por fragmentar el voto”, añade.
Félix
Seijas, analista político, actuario y director de la encuestadora Delphos,
coincide en que el candidato opositor tiene margen para seguir ganando apoyo,
“sobre todo por los indecisos”. Al analizar al candidato oficialista, apunta
que “Maduro ha ido escalando puntos progresivamente en aceptación desde el año
pasado”. Es decir, su campaña, a la que se han sumado el presidente de la
Asamblea, Jorge Rodríguez, y el vicepresidente del Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, ha tenido impacto. “En este momento está cercano al
25%. Pero algo estancado sobre ese dígito, al menos en este momento”.
La
difusión y análisis de encuestas, un evento completamente natural en cualquier
cita electoral democrática, se ha ido convirtiendo en una especie de tabú
público en Venezuela, en virtud de la irritación que producen sus contenidos a
ciertos funcionarios chavistas. En una rueda de prensa ofrecida la semana
pasada, Rodríguez desmintió a las encuestadoras que retrataban la realidad
política del país (las mismas que pronosticaron todas las victorias de Hugo
Chávez en el pasado), y agregó que la difusión de esos números formaba parte de
un plan calculado para denunciar anticipadamente un fraude y desconocer a las
instituciones venezolanas.
“Desde
ya lo advertimos: aquel que desconozca los resultados electorales o altere la
paz pública, antes, durante, o después de las elecciones, va preso. Luego no
digan que no fueron advertidos”, declaró. Es muy común que, en la confusión
informativa de las redes sociales, circulen datos de firmas encuestadoras
desconocidas que colocan a Nicolás Maduro liderando cómodamente los sondeos de
opinión. Estos números son colocados y desglosados en los espacios de opinión
de la televisora estatal venezolana.
Controlando
los contenidos de las privadas y encadenando la señal de televisión varias
veces a la semana, con un despliegue invasivo y desigual en la promoción de sus
consignas, la plana dirigente chavista impulsa, al mismo tiempo, una campaña en
la cual denuncia “la censura” de la cual es víctima este movimiento en las
redes sociales. “Si algo está muy claro es que María Corina Machado tomó la
calle, su liderazgo le fue de las manos al Gobierno”, afirma Jesús Seguías,
director de la firma Dataincorp, periodista y analista político, tradicional
crítico de los procedimientos de la dirigente opositora.
Para
Seguías, la tutela que ejerce Machado sobre González Urrutia, sin embargo, va a
dificultar aún más la transición. “Las concentraciones que ha organizado Machado
en este tiempo han sido masivas, en algunos pueblos, incluso, históricas en sus
dimensiones. Eso no se puede negar. Es un proceso que no habíamos visto, en
lugares remotos que antes fueron chavistas, donde castiga más duro la crisis
nacional. Hay un deseo de cambio muy profundo entre los venezolanos.”
“La
enorme diferencia que hay entre ambos candidatos en las encuestas no quiere
decir que ese será el resultado del 28 de julio”, matiza Seguías, en calidad de
advertencia. “El Gobierno está manejando el escenario actual con enorme
precisión porque sabe lo que se está jugando. El liderazgo protagónico de
Machado le coloca muchos impedimentos a la posibilidad de una transición a la
democracia. Si quien encabeza el proceso es Machado y González Urrutia no es
capaz de garantizar nada por sí mismo, pues no habrá transición. Cualquier paso
en falso de la oposición la sacará del camino”.
El
triunfalismo
Hace
pocos días, en unas declaraciones que fueron muy comentadas, el economista y
analista político Luis Vicente León, socio directivo de la firma Datanálisis,
prevenía al campo democrático sobre “el triunfalismo” existente, afirmando que
la tarea de doblegar electoralmente al chavismo en ningún modo estaba lista, y
que nadie debía confundirse con el tamaño de las manifestaciones opositoras,
puesto que estas ya han tenido lugar en el pasado, sin resultados.
León
afirmó que es “una mentira podrida” decir que la ventaja entre las fuerzas
opositoras y las chavistas sea tan asimétrica en favor de los primeros, y pidió
tener en cuenta otras variables, que según afirma no deben ser subestimadas,
como la organización, arraigo y disciplina de las filas chavistas en toda la
geografía nacional; el control institucional que detentan en este marco; los
índices de abstención; el papel de los indecisos y los votos que puedan
llevarse los candidatos minoritarios.
Mientras,
en medio de un enorme despliegue publicitario, la plana dirigente chavista
prosigue con sus recorridos por el país con tono optimista, en medio de una
andanada de spots en los cuales sus militantes también se
comportan como si la victoria estuviese asegurada. De esto no tiene dudas
Diosdado Cabello, que varias veces ha pronosticado “una victoria arrolladora,
esplendorosa”.
Si los
niveles de participación aumentan, las posibilidades de la oposición podrían
elevarse, pero se podrían complicar si la tendencia es la opuesta. “Las
interpretaciones de nuestros estudios están hechas calculando, al menos, un
escenario semi-competitivo”, afirma Saúl Cabrera. “Hasta el momento, el 70% de
los electores consultados está dispuesto o considerando participar”. Durante la
primera semana de junio, entretanto, han ido aumentando los rumores sobre otra
maniobra institucional para sacar de carrera al candidato opositor invocando
algún formalismo legal a través de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de
Justicia. A menos de dos meses de las elecciones, todo puede pasar en
Venezuela.
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