Luis Carlos 07 de junio de 2024
@LuisCarlos
Por
supuesto que llevo semanas dándole vueltas a lo que está construyendo como
campaña María Corina Machado porque al final es un tipo de liderazgo político
que no habíamos visto. ¿Cómo medir entonces lo desconocido en un contexto que
ni siquiera es democrático ni libre?
MCM en
su desenvolvimiento público del último año ha resultado ser una mezcla de
"mujer fuerte", pero también "madre protectora", que
escucha y despierta emociones entre los que buscan cauce para su dolor y su esperanza.
Todo junto.
Mantiene la estructura de la líder construida a sí misma, sin el portaaviones de un hombre o un partido histórico que la apadrine. Por el contrario, es ella la que cobija a una candidatura masculina y la promueve. Es una presencia que hace discursos de firmeza pero primero tiene esta suerte de desfile hasta llegar a la tarima que más parecen los de una reina de carnaval que no está de fiesta pero sí va construyendo una celebración: la de la toma de la calle, el descubrimiento de la multitud y el sentido de desafío a la autoridad, en un recorrido que reta frontalmente a un sistema que la agrede, pero en el que no deja de sonreír y está rodeada de gente que ríe, llora, grita o está triste/ilusionada en un mismo segundo.
De
María Lionza en una danta a María Corina en una toyota. Saludando y rodeada de
gente, no de escoltas. De los gritos al silencio porque va a hablar. Del
micrófono abierto al depósito de esperanzas.
Viene
lo más curioso: No está prometiendo nada, del modo tradicional, no está
repartiendo nada en un país rentista, no está creando la ilusión de repartir lo
que no se ha trabajado, más bien le dice a la gente que estamos en un momento
difícil, que hemos pasado por mucho, pero no estamos solos y debemos volver a
ser productivos, no solo resolvedores.
Eso
entonces decanta en los gritos de "libertad", que es algo que
entendemos perfectamente muchos ciudadanos, pero no los grupos de empresarios
reacomodados con el poder, que lo menos que quieren son libertades económicas y
competencia. Eso sí: la apoyan las señoras que venden empanadas, muchísimos
mototaxistas y tu tía también. Quién explica eso.
Entonces
es como una líder que está por fuera de los pactos de élites, le cae mal a
muchos analistas de Caracas, le cae mal a algunos dueños de medios y líderes
religiosos, ni siquiera tiene un representante directo en la mesa de
negociación o en el G4, pero al mismo tiempo tiene aliados que pueden ser
mayoría en esos y otros espacios. La prensa extranjera se ha equivocado al
calificarla como de ultra-derecha, porque nada de su discurso apunta hacia
allá.
En
paralelo no es antipolítica. No es una outsider. No tiene un discurso radical
ni mucho menos populista. No es la candidata en el tarjetón electoral pero es
la líder del proceso porque recibió los votos para serlo. Lidera tanto a la
oposición como que marca la agenda de recorridos de la hegemonía, que la
persigue.
Es una
víctima de múltiples violaciones de derechos humanos pero no se victimiza. En
cualquier momento la sacan del juego y al mismo tiempo ha logrado que el costo
de hacerlo sea enorme y probablemente no decaiga sino que se incremente la
movilización que lleva semanas creciendo.
Sí. Ha
podido trasladarle votos a Edmundo González sin ningún problema y ambos han ido
sobreviviendo a los ruidos y trampas de otros opositores que intentan
dinamitarlos, aislar al candidato o tomar por asalto el comando de campaña.
Estamos
ante algo muy loco que al mismo tiempo tiene a la gente emocionándose con cada
foto y video de su equipo de comunicaciones, mientras se espera algún leñazo en
cualquier momento. Es lo que los académicos llaman "el sustico",
porque hemos vivido mucho.
Quiero
que pasen rápido estos 50 días que faltan de recorrido, pero también quiero
vivir intensamente día a día esta-cosa-rara que está pasando. Porque nos está
pasando a nosotros.
Luis
Carlos
@LuisCarlos
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