Julio Cesar Arreaza B. 09 de junio de 2024
No
existe caída más grande en el mundo, bajo parámetros de dimensión humana-
económico-social, que la registrada y padecida por Venezuela: país que no está
en guerra.
El
régimen del socialismo del siglo XXI trascendió y dejó instaurado el ecosistema
criminal. Se fue Chávez y quedó Maduro, y continúan reproduciéndose los mismos
esquemas, incluyendo, por supuesto, a su “opolaboración”. Se reorganizan esos
mismos intereses y se conservan. El ecosistema rompió nuestra cultura y
desmembró a nuestra la familia. Los criminales perpetraron grave daño
antropológico que tardará años en superar.
Si te unes con corruptos terminarás demoliendo la ruta de la libertad.
Caigamos
en cuenta de que el régimen tiene organización y administra la violencia desde
el año 2002.
Los
derechos son de quienes los reclaman. Los presos políticos deberían enfrentar
su juicio en libertad. Luchamos para proscribir la dantesca figura nazi de ir
contra los familiares de los presos. Hay un patrón de desaparición forzada y de
no permitir el nombramiento de abogaos para la defensa. Existe una política de
exterminio contra los viejitos.
De la
ruta de las empanadas pasaron con sadismo al cierre del negocio de las Hermanas
Hernández. Los perseguidos no son de “apellidos”, sino modestos dueños de
curiaras y de equipos de sonidos. El ecosistema criminal está empeñado en
estrangular a la sociedad civil y callar a los venezolanos. El robo y la
inmoralidad es su esencia.
Asistimos
al oscurecimiento y abandono de la verdad en un mundo de apariencia.
Pretendemos ubicarnos siempre en la dimensión de la realidad. Muchos no quieren
concederle espacio porque los contradice. Hay que mantener pensamiento crítico
contra los falsos guías, que se cuelan de este lado.
Cero
concubinato con la corrupción. Las nuevas políticas no van a llegar de manos de
los normalizadores de las mafias. Tú decides de qué lado quieres estar y
decides no ser engañado otra vez. Desterremos a la “opolaboracion” dócil y
sumisa.
La
unidad es horizontal como la encarna María Corina, su liderazgo nació con el
apoyo de abajo hacia arriba. Su interés es la libertad. Constituye un liderazgo
representativo del valor de la libertad comprometido con el cambio.
Venezuela hoy día es una insurgencia popular contundente liderada por una
mujer. María Corina no salió de un portaaviones de partido de franquicia. Se
inventó a sí misma. La base está unida. Dirige una lucha de connotación épica,
la cual salta a la vista en todo lo que está pasando, en la larga marcha hacia
la libertad, superando continuamente obstáculos de todo orden.
Venezuela
ha tenido gente seria, gente que entregó su vida y la dedicó a construir un
país. Ese es nuestro modelo de vida. La actitud que se requiere es de ganancia
histórica, no de ganancia mezquina, de simple cálculo personal.
Los
venezolanos aspiramos a una victoria que sea sostenible, no a una transición
“suavita”, inodora e insípida, que impida desmontar el poder. Se requieren
desde el principio decisiones estructurales. La república no nace con
impunidad, sino con castigo a los responsables de espantar de su país a 6
millones de venezolanos.
El
insurgente pueblo venezolano votará contra la realidad que lo maltrata y
castigará a los impostores responsables de esta miseria. Aspira a que cambie la
condición de opresión y la miseria en que se vive.
¡Libertad
para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío
San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los
hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni
exiliados!
Julio
Cesar Arreaza B.
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