Por Simón García
Hay que tener un par de
hemisferios cerebrales bien puestos para encontrar nuestra salida del palacio
de la locura y el caos, en el que internamos a la oposición. En reciente
artículo, Mibelis Acevedo nos recuerda una verdad que, por básica, tendemos a
olvidar: sin reconstruirnos adentro será imposible recomponer afuera.
La fantasía de que sólo seremos libres si parteamos la historia con violencia comienza a desvanecerse para la mayoría. Hasta una lógica de bolsillo confirma que en materia de cañones la oposición ni debe ni tiene que hacer cuentas. Los demócratas luchan para que quienes detentan el monopolio de las armas aseguren el respeto a la ley, no para apuntalar un Estado fuera de la Constitución o acompañar aventuras insurreccionales.
Pero aún el polo opositor,
el unido por la convicción de que el cambio pacífico es la solución óptima, no
ha salido, directa y abiertamente, a debatir con la gente esa brasa, sobre la
que ya se lanza con furia la metralla desinformativa de las redes. No está
fuera de lugar la advertencia de que antes de hacerlo hay que construir
suficientes chalecos anti Fake News y no dejar el tablero digital a
inteligencias autoritarias, sea cual sea su origen.
En la batalla de las ideas
aparecen destellos de que se están juntando dirigentes en torno a cómo
enfrentar eficazmente al régimen y cómo complementar ese desafío al poder con
la prefiguración de las condiciones para iniciar la reconstrucción del país.
Además, el polo del cambio
pacífico comienza a comprender la importancia clave de aumentar la movilización
social en defensa de cada derecho confiscado y en la conquista de las demandas
reivindicativas.
Los partidos y la sociedad
deben asumir la defensa de la cultura democrática, sometida a una labor de
liquidación por parte del gobierno y a su distorsión por el pensamiento
extremista. A una democracia en vías de extinción no se le pueda atravesar la
regla, propicia para consolidar visiones conservadoras, de primero salir de
Maduro y después ocuparnos de ella.
Se abre paso la certeza de que hay modificaciones respecto a la fundamentación de la abstención el pasado 20 de mayo. Un primer signo es que los alcaldes de oposición justifiquen el voto, aunque sólo en los municipios donde ellos ejercen. Una segunda señal es la intuición de no afianzar una irreversible pérdida de confianza en el voto, en la representación política y en la mediación de las instituciones con la sociedad. La tercera es que las protestas locales y sectoriales, con claro mayor peso que las políticas, requieren de un liderazgo estable para sostenerse y de una orientación para visualizar la conexión entre estas luchas y el cambio político. Hay que examinar el desprecio hacia las elecciones municipales como palanca de cambios, la recuperación de la libertad en Polonia comenzó con una de ellas.
Ya no se puede ignorar que la acentuación de un sistema de amenazas creíbles por parte de la comunidad internacional está al servicio de una presión hacia el diálogo y la negociación entre actores venezolanos.
Hay que poner al país frente a la verdad: es posible ganarle a la estrategia de perpetuación gubernamental, pero el camino no es el exterminio del otro. La reconquista de la democracia, el mercado, la institucionalización del Estado y de una sociedad donde se pueda vivir con normalidad, exige un entendimiento nacional a partir del gobierno y la oposición.
04-11-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico