Guillermo Aveledo Coll 31 de octubre de 2018
Teodoro
Petkoff (1932-2018) es un personaje esencial de la historia venezolana
contemporánea. Mucho se ha dicho por las redes de su carácter y sus modos, con
justicia y afecto. Hablaré aquí de su significado histórico para el país.
Nacido
en Bobures, estado Zulia, su ascendencia política inicia en la transición
post-dictatorial, inspirado pos las posiciones sociales de sus padres, y
graduándose con honores como economista en la UCV. Como muchos de los jóvenes
de su generación, impuso la linea de la Lucha Armada al liderazgo ortodoxo del
PCV. Su evasión de San Carlos junto con Pompeyo Márquea y Guillermo García
Ponce, fue un símbolo de audacia en ese momento.
La
realidad de la derrota guerrillera -ya patente a finales del gobierno de
Betancourt- inició la reflexión y su “revisionismo” (acusación espetada por sus
adversarios desde la izquierda…). Una revisión de una doctrina, desde la
creatividad ideológica.
Pero
el momento culminante de su escisión desde el marxismo la tuvo con la invasión
soviética ante la Primavera de Praga, cuando escribe Checoeslovaquia: el
socialismo como problema. El argumento central era el siguiente: si el
socialismo es liberador, ¿cómo es posible se intente ser impuesto por la
fuerza? ¿Cómo ataca la espontaneidad?
La
gran ironía es que los moderados socialistas del MAS, que participaron y
crecieron en democracia, con mucha democracia interna y tácticas novedosas (“la
política innovadora”, como escribía Steve Ellner en los 80s) fueron denunciados
por los izquierdistas más radicales… Y luego serían estos, que aparecían como
un absoluto fracaso en los 80s y 90s (con el Glasnost, la Perestroika y la
caída del socialismo en Europa del Este), los que llegarían al poder con Hugo
Chávez. Claro, lo hicieron de manera mendaz, agazapada.
Desde
entonces, una larga serie de polémicas frente al debate postguerrillero de los
70s en la izquierda, Petkoff fue ubicándose en la heterodoxia partidaria de una
participación en la democracia representativa, aún manteniendo el propósito
socialista (en dirección, e incluso en argumentos, es similar al dilema de
Betancourt frente al comunismo en los 30s, y frente a la democracia liberal en
los 40s-50s).
A
inicios de esa década se da la división del PCV y la fundación del MAS, cuya
historia es larga de relatar. Valga decir que entre 1973 y 1992 fue
consistentemente la tercera fuerza política, y desarrolló una visión de Estado
responsable, moderna e influyente, abandonando poco a poco su origen comunista.
Aportó mucho en la reforma del Estado, la descentralización, etc. Como todos
los partidos, en los 80s sufrió una crisis de pragmatismo. Esa es otra
historia.
El MAS
obtuvo importantes victorias locales regionales con la descentralización, pero
llegaría al gobierno central junto con Rafael Caldera, del cual Petkoff será
eventualmente Ministro de Cordiplan, y líder de su política de viraje
económico: la muy poco estudiada Agenda Venezuela. Manteniendo su creencia en
la democracia, aún si crítico de sus carencias, no apoyó nunca Petkoff a
Chávez. Se separó del MAS que fundó, cuando éste apoyó al militar golpista en
su carrera presidencial.
Fue
siempre adversario de esa presidencia y su régimen, ya desde El Mundo (del cual
fue sacado por presiones chavistas hacia sus dueños), ya desde TalCual.
TalCual
ha sido un muy influyente diario de opinión en la unidad opositora de los
demócratas venezolanos. Es innegable cómo con su pluma y su acción Petkoff
delineó buena parte de la estrategia que casi lleva a las fuerzas democrática a
alcanzar el poder.
Con
enemigos jurados entre las derechas y las izquierdas, fue en esencia un
demócrata honesto. Su último gran ensayo político, Las dos izquierdas, trata de
delinear ese dilema entre la izquierda autoritaria y la izquierda democrática.
Creo que esta expectativa es lo que hoy más se le reprocha.
Me
atrevo a decir hoy que fue víctima moral y física del agotamiento existencial
que sufrió de manos del Estado -y del poder corrompido y mezquino que hoy le
ocupa.
Hubiera
deseado el honor de conocer a Teodoro Petkoff, un buen ciudadano. Habiéndolo
leído y estudiado, lo siento sin embargo cercano. Que descanse en paz. Como
cristiano, deseo que Petkoff viva la vida eterna del hombre justo, fuese cual
fuese su creencia personal. Como ciudadano, le agradezco todo su empeño en un
país más igualitario, más democrático, mejor.
Guillermo
Aveledo Coll
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