Leopoldo López 01 de noviembre de 2018
Caraota
Digital tuvo acceso a escritos realizados por Leopoldo López desde la
cárcel militar de Ramo Verde entre el 18 de febrero de 2014 y el 9 de julio de
2017, superando las graves violaciones a sus derechos humanos, incluyendo el
aislamiento y la censura de sus comunicaciones.
En
este momento, Leopoldo López continúa preso injustamente con la prohibición vía
sentencia judicial de emitir mensaje alguno por cualquier medio de comunicación
convencional o no.
A
continuación texto íntegro:
HACIA
UN ACUERDO PARA UN GOBIERNO DE UNIÓN NACIONAL. PREPARARSE DESDE YA.
Leopoldo
López. Preso de Conciencia.
22 de
octubre 2016, cárcel militar de Ramo Verde.
Ordeno
mis ideas y escribo estas líneas con la absoluta convicción de que fuerzas
democráticas debemos impulsar una consulta y debate con los todos los sectores
nacionales que permita, de manera muy amplia, el inicio de la construcción de
un Acuerdo Nacional que garantice piso político al futuro de nuestro país.
Mucho
se ha hablado del compromiso de construir ese acuerdo. Cuando hablo de la
definición de un gobierno de Unión Nacional no me refiero a precisar los
nombres de un equipo de gobierno. Me refiero a la definición de la orientación
de ese próximo gobierno.
Este
medular asunto requiere de acuerdos con antelación al momento en que se
produzca el cambio político. Porque se va a producir. Este es un aspecto de tal
importancia que no debe haber espacio para improvisaciones ni sorpresas. Así
aclaramos el camino y la orientación de los compromisos. Insisto: debemos
comenzar a trabajar en su contenido.
Un
gobierno de Unión Nacional deberá tener la representación de las organizaciones
políticas, de los sectores académicos, productivos, laborales y de los
movimientos sociales. No podemos limitar la participación en un gobierno de
unión nacional a los partidos. No es suficiente, este debe ser mucho más amplio
para garantizar la estabilidad política y social, así como la incorporación de
las personas mejor preparadas.
Uno de
los temas que en mi opinión debemos definir en este Acuerdo Nacional, es el
asunto relacionado a la reelección presidencial. Este tema es central a la hora
de precisar el modelo de convivencia democrática que garantice estabilidad
política y social y nuestro progreso. Desde la fundación de la República,
incluso antes, desde la creación de la Gran Colombia, el tema de la reelección,
visto con distintos adjetivos, ha sido un factor determinante en la dinámica de
la política nacional.
Durante
todo el siglo XIX el tema de la reelección fue causa de revoluciones, golpe de
estado, alzamiento y conflictos permanentes. Juan Vicente Gómez resolvió el
tema imponiéndose como dictador durante 27 años, hasta su muerte en 1935.
Los
gobiernos del post gomecismo, López Contreras y Medina Angarita, permitieron la
alteración y sucesión de un presidente a otro, pero acordada por una élite en
el poder, sin consultar a los venezolanos mediante el voto universal, directo y
secreto.
Entre
1946 y 1948 los venezolanos tuvimos la primera oportunidad de elegir de forma
directa al presidente y al Congreso Nacional, lo que fue truncado por otro
golpe militar que extendió la autocracia hasta 1958.
En
1961 comenzando el sistema democrático, se aprobó una nueva Constitución en la
que se legitima el voto universal y limita la reelección presidencial luego de
dos períodos presidenciales. Dos personas, Carlos Andrés Pérez y Rafael
Caldera, fueron electos para 20 años de esos 40 años de democracia.
En lo
anterior hay un germen con consecuencias negativas para la salud democrática
del país. Esta ventana abierta a la reelección evitó que se renovarán los
liderazgos, que se oxigenaran los partidos políticos y, en cierta medida, que
mucho personalismo lograra disfrazarse de democrático.
En mi
opinión, si no se limita la reelección en un país como el nuestro, con
instituciones débiles y con un presidencialismo constitucional y cultural muy
fuerte, esa realidad política seguirá teniendo consecuencias negativas para el
fortalecimiento de la democracia y de la institucionalidad. Así, soy de la
opinión de que en el Acuerdo Nacional hay que convenir en la eliminación de la
reelección presidencial en todos sus formatos y permitir una sola elección, de
un solo período de seis años para el presidente de la república.
Hoy en
Venezuela el movimiento democrático cuenta con una válida gama de personas con
liderazgo y preparación para presidir la república. Al eliminar la reelección,
quienes no sean electos en su primera postulación tendrán la garantía de que en
el futuro cercano podrán optar nueva y legítimamente a la presidencia, sin caer
en tentaciones conspirativas ni apostar al fracaso de quien esté ejerciendo la
presidencia.
Creo
en una democracia que abra todos los espacios posibles. Creo en los liderazgos
legítimos. Creo en el juego con reglas claras, lo propio de una verdadera
democracia.
Otro
de los temas a definir en un Acuerdo Nacional es si se va a promover un modelo
de gobierno centralista o descentralizado. Yo soy partidario de un sistema de
gobierno descentralizado, mucho más allá del que hemos experimentado con tumbos
y obstáculo durante las últimas décadas. Creo en que debemos asumir el camino
para consolidar un sistema federal en el que los estados y municipios tengan autonomía
financiera y amplias competencias en distintos ámbitos de la función pública.
La
idea de la federación ha estado presente en nuestra historia republicana desde
los mismos primeros pasos del proceso independentista. Sin embargo, nunca hemos
sido un país verdaderamente federal en el que los estados y municipios tengan
una función relevante en la vida de los venezolanos. A partir de la década de
los noventas se dio un paso importante pero incompleto en el proceso de
descentralización.
Lastimosamente,
a partir de 1999 se inició una asfixia progresiva a la descentralización,
llegando al momento actual en que alcaldías, gobernaciones y demás actores
regionales o locales se encuentran extremadamente partidizados y anuladas sus
funciones y capacidades.
El
fortalecimiento de un sistema descentralizado de gobierno permite proyectar
liderazgos en todo el país. Gobernadores y alcaldes en el uso de sus legítimas
competencias buscarán hacer un buen trabajo en sus respectivas funciones para
tener oportunidad de ascender y optar por nuevas responsabilidades.
La
descentralización abre nuevos caminos para el liderazgo político emergente.
Fomenta una sana competencia entre concejales, alcaldes y gobernadores con
impacto inmediato en la mejora en la calidad de los programas y servicios bajo
su responsabilidad y, en consecuencia, en la calidad de vida de los
venezolanos. Así pienso en este crucial aspecto sobre el futuro de nuestra
Mejor Venezuela.
Un
tema central que debemos definir mediante un proceso que culmine en un Acuerdo
Nacional tiene que ver con el modelo económico que deberá asumir al país una
vez consolidado el cambio político.
Actualmente
vivimos las consecuencias del primer y único experimento comunista que se ha
intentado en Venezuela desde nuestra fundación como República en 1830. Los
resultados son los mismos que se han tenido en todos los países en los que se
han aplicado recetas comunistas a la economía, es decir, el querer controlar
los hilos desde el Estado con regulaciones y controles burocráticos, con
monopolios, expropiaciones y estatizaciones de la iniciativa y el
emprendimiento privado.
¿Cuáles
resultados? Los que hoy con dolor vemos en Venezuela: colas, escasez,
inflación, desempleo, hambre y miseria, todo promovido en nombre de una
supuesta igualdad. Este modelo lo único exitoso que puede mostrar es la
igualación hacia abajo, llevando a la gran mayoría de la población al umbral de
la pobreza.
Definir
el modelo económico para Venezuela no es un asunto ni teórico ni técnico. No es
asunto exclusivo de economistas y técnicos. Esa definición sobre nuestra
economía debe y tiene que ser un asunto de debates y consensos hacia el Acuerdo Nacional. Y entre más debates y más
consenso en torno al modelo, pues mucho mejor para que su aplicación tenga
altas probabilidades de éxito.
Milito
entre los que están convencidos en que la economía es una ciencia social
precisamente porque tiene que ver con las expectativas de la gente, y las expectativas
se construyen con la información social, geográfica, cultural, económica,
productiva y ambiental que define la sociedad venezolana.
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