Julio César Arreaza B 04 de noviembre de 2018
El
grupo de Lima afirma que nunca una crisis humanitaria migratoria había tenido
tal repercusión para la región. A gritos se pide iniciar la transición. Estos
delincuentes darán cuenta algún día por todos sus crímenes y haberle causado
tantas penurias a la población de un país libre. Denuncia un sindicalista serio
y conocedor de la industria petrolera como Iván Freites, que se enviaron esta
semana 100,000 barriles a Cuba, por supuesto se trata del tributo que paga- con
los bienes públicos que le roba al pueblo- un régimen indigno y desvergonzado a
otro similar que copia, de idéntica calaña, por concepto de la franquicia que
emana tinieblas y fuerzas del mal para controlar a una población y anular su
libertad.
Paga
corruptamente este régimen oprobioso por los malignos conocimientos que recibe
de cómo llevar a efecto en seres humanos la tortura blanca y demás modalidades
lacerantes. De una cosa estoy seguro, sin ser profeta, estamos enfrascados en
una lucha del mal contra el bien, del crimen contra la justicia, pero al final
ganará el bien y barrerá con la malignidad.
Como
sociedad estamos viviendo momentos límites que debemos encarar resueltamente,
aún en medio de la desesperación, sin perder jamás las perspectivas de nuestra
lucha por rescatar el horizonte democrático. Si miramos atentamente lo que aquí
nos sucede y más allá de nuestras fronteras, vemos la crisis del mundo y
podemos caer cuenta sin ser esto una mera afirmación confesional, que las
sociedades han pagado muy caro la exclusión de Dios de nuestra vida, familia y
sociedad. Lo hemos sacado de todos los lugares, de las instituciones y las
escuelas, En nuestro caso particular de Venezuela, se ha venido instalando el
mal, pero se ha encontrado con recia resistencia en esta tierra de Gracia, y a
pesar de los pesares, aquí hay muchos creyentes y la hora señala, marca el
compromiso ineludible de dar el combate y vencer al mal que nos oprime.
Notamos
como el ser humano se ha banalizado y puesto sus esperanzas en cosas que al fin
y al cabo lo llevan a la servidumbre. Para salir de esta hecatombe y retomar la
ruta del bien y del progreso debemos centrar nuestros esfuerzos en la
educación, dotar a los niños de las verdaderas armas que son los principios y
valores para que así puedan hacer frente a los desafíos que les presenta la
vida.
No
debemos ver con resquemor la presencia de la educación religiosa católica en
nuestros hijos, esto contribuirá que en su desarrollo se vayan forjando una
moral indispensable para la realización personal y colectiva. La corrupción es
hija de las debilidades de las familias y de las instituciones. La hora indica
el desconocimiento de esta dictadura. No podemos conformarnos solo con el
mejoramiento de las condiciones de nuestro cautiverio.
¡Libertad
para los presos políticos y regreso de los exiliados!
Julio
César Arreaza B
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