Por Piero Trepiccione
Cabalísticamente este año 2020
tendrá muchas repercusiones; no obstante, al no ser mi especialidad debo seguir
concentrado en lo que ha sido mi pasión de estudio toda mi vida: la política.
Todos los caminos parecen
llevar a unas elecciones. Maduro y los principales voceros del Psuv y la ANC
han declarado con mucha frecuencia que están dispuestos a adelantar las elecciones
parlamentarias nacionales para sustituir al actual Poder Legislativo cuyo
periodo fenece en diciembre. Y más que declaraciones, sus acciones políticas y
estratégicas apuntan en esa dirección. Ya las fuerzas políticas que respaldan a
Maduro tienen candidatos establecidos para ir a la contienda electoral
parlamentaria que convocarían la ANC y el CNE y sus activistas trabajan
orgánicamente para tal fin.
En el lado contrario, la
coalición internacional de países –en su mayoría del hemisferio occidental- los
partidos políticos mayoritarios en el seno de la oposición venezolana más los
principales líderes políticos del país y las organizaciones no gubernamentales
están concentrados en la realización de unas elecciones presidenciales que
relegitimen la democracia y apuntalen una solución negociada al conflicto
político interno. Sumado a ello, las últimas declaraciones de Mike Pompeo,
secretario de Estado de los EEUU y Elliot Abrahams sobre el tema
Venezuela claramente apuntan en esa dirección que no avala el gobierno de
Nicolás Maduro ni los respaldos a su proyecto dados por Rusia y China
fundamentalmente.
Sin embargo, esas elecciones
también están marcadas por la polémica, el desacuerdo y los intereses
geopolíticos globales que se mueven en torno a la situación venezolana. En ese
sentido, aunque 2019 fue un año de alta definición con respecto a Venezuela
pero que no terminó generando una solución política clara sino más bien agravó
el cuadro interno y global con respecto a nuestra problemática; 2020 viene con
una agudización que podría resultar en posiciones más extremas en lo interno
pero más conciliatorias en el plano geopolítico global que favorezcan
entendimientos mínimos para alcanzar acuerdos superiores que destranquen la
desconfianza sembrada entre los actores.
En tal sentido, 2020 es el
año donde la información correcta y clara sobre la realidad del país debe destacarse
por sobre las campañas de odio, desinformación y contrainformación que generan
matrices que “viscelarizan” las posiciones políticas y terminan enlodando las
posibilidades de abrir válvulas de escape. Con el episodio de instalación de la
nueva directiva de la Asamblea Nacional lo hemos visto nuevamente. Jugadas
realizadas para la dispersión y el debilitamiento de la gran mayoría social que
pide un cambio a gritos del modelo político-económico que está acentuando la
crisis y promoviendo vertiginosamente la desigualdad social.
Como lo hemos venido
sosteniendo desde hace algunos meses, el tiempo social avanza inexorablemente
hacia una avalancha incontenible de demandas que siguen acumulándose sin pausa;
mientras el aferramiento al poder y las posiciones encontradas siguen un ritmo
casi de pasividad y desconexión con el sentimiento mayoritario de la población
venezolana. Unas elecciones pueden ser la válvula de escape necesaria para
drenar el descontento; pero obviamente, unas elecciones reconocidas por toda la
región, el hemisferio, la propia ONU y todos los factores políticos internos.
2020 en ese sentido, pudiera tener la fórmula para allanar el camino deseado y
anhelado por millones dentro y fuera de Venezuela.
12-01-20
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