Juan Guerrero 09 de enero de 2020
@camilodeasis
Ningún
asombro por lo ocurrido este 5 de enero en la elección de la directiva de la
Asamblea Nacional en Venezuela. Ya lo afirmamos en un artículo (ver https://primicia.com.ve/opinion/lecturas-de-papel-el-empujon/
) donde indicamos las razones para afirmar que en Venezuela se había instaurado
un régimen militar que suplantó la democracia.
Desde
esa fecha en Venezuela existe un régimen que progresivamente se ha fortalecido,
no tanto por la presencia de grupos paramilitares y del crimen organizado,
también del terrorismo internacional, además de la evidente presencia de
fuerzas militares (asesores) cubanas, rusas e iraníes, que forman parte del
soporte fundamental que sostiene al régimen del carnicero Maduro y sus
pandilleros.
El
caso venezolano es un fenómeno único en la historia latinoamericana. Esto
porque de hecho es la culminación de un proceso de ocupación de fuerzas
extranjeras y demás grupos paramilitares al poder del Estado. Combina lo más
sofisticado de la inteligencia de los servicios secretos cubanos y rusos, con
la penetración directa de las bandas y megabandas del crimen organizado y
mafias de narcotraficantes, junto con el grueso de las fuerzas armadas del
país. El resultado: el primer narco Estado moderno.
Ese
fue el deseo jamás realizado ni por el Chapo Guzmán en México, ni por Pablo
Escobar en Colombia. Ha sido Venezuela el espacio escogido para desarrollar
este bien orquestado programa ideado por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de
Puebla.
No
es cierto que el poder de Maduro esté mermando. Tampoco es cierto que Maduro
sea la cabeza de este plan de ocupación territorial. Maduro o cualquier otro
jerarca del régimen pueden en cualquier momento ser desplazados. Lo que
interesa es mantener el poder por la combinación de grupos que se entrelazan y
han logrado cohabitar casi a la perfección.
He
leído que es probable que el desarrollo económico que se tiene para Venezuela
se asemeje al ruso, con grandes corporaciones de industriales controladas por
mafias. Lo contrario al desarrollo de capitalismo de Estado chino o de Corea
del Norte. No creo que Venezuela tenga mayor capacidad, en las actuales
circunstancias, salvo servir como centro de extracción, acopio y distribución,
sea de drogas, minería de sangre y práctica de trabajo tipo servidumbre a los
trabajadores absolutamente desprotegidos de derechos laborales.
La
sociedad venezolana –ello se evidenció este 5 de enero- en la actualidad está
en una fase de tutelaje por parte de las fuerzas militares, policiales y
paramilitares (colectivos). Lo que se espera es la incorporación de grandes
conglomerados humanos, a las faenas de trabajos cuasi forzados, quienes
recibirían ínfimas retribuciones salariales, como sueldos bajos y entrega de
bolsas de comida y algún que otro beneficio adicional, según su jerarquía o
dedicación a la revolución.
Ciertamente
lo que se dice y lee según la cual la Asamblea Nacional venezolana es una de
las últimas instituciones republicanas, junto con las universidades, en pie y
medianamente independientes del poder militar gobernante, es relativamente
verdad. Pero también es cierto que en cualquier momento –y el momento se acerca
trágicamente- el régimen, una vez no le interese conservarlo, lo va a destruir
por ser un símbolo democrático y de libertad.
En
la Venezuela del narco Estado existe posibilidad para que un industrial o
comerciante instale su industria o comercio. De hecho han proliferado los
llamados mini supermercados donde se encuentran alimentos y demás productos
importados. Pero mientras usted no critique abiertamente al régimen, o esté
conectado a un protector o grupo cercano al poder, lo dejan en libertad de
trabajar, de lo contrario tendrá que acostumbrarse a las continuas visitas de
inspección de todo tipo, hasta que se canse y pierda su inversión.
Esa
es la realidad de un país que tutelan los militares. La cotidianidad venezolana
pasa por la presencia absoluta de una bota militar, que por interés de uso y
abuso, está pintada de rojo y humilla, veja e impone su arbitraria autoridad.
Esta
es la pura y dura realidad de la Venezuela socialista del siglo XXI. Creo que
de no ser por la presencia de la actividad parlamentaria y de una gran mayoría
de valientes diputados y dirigentes de partidos y organizaciones de la sociedad
civil, ya estaríamos sepultados en un hondo destino rojo-rojito sin salida
posible. Con sus aciertos y desaciertos la actividad del Parlamento venezolano
es hoy, la única voz que le hace frente a esos grupos formados en redes y que
están muy bien organizados, apertrechados y totalmente decididos a inmolarse
por una causa que ellos creen la única y verdadera.
Hay
que tomarlos en serio, muy en serio. Desde los mismos militares y su jerarquía
de oficiales, fuerzas policiales y los paramilitares y sus grupos tenebrosos
que ya han estado actuando y demostrando lo que son capaces de hacer. No será
nada fácil desplazarlos del poder. Lo he escrito una y otra vez: quien posee
armas, hombres y equipo bélico y se está lucrando con fuentes financieras de
dudoso origen, jamás cederá, ni su jerarquía, ni sus armas. Estas se hicieron
para ser usadas. Creo que no se puede ser más claro.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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