Marianela Lafuente y Carlos Genatios 11 de abril de 2021
@mnelalafuente
y @carlosgenatios
Un
acercamiento por parte del gobierno venezolano a su migración podría traer
resultados positivos para el país
En
este trabajo Marianela Lafuente (Caracas, 1958) y Carlos Genatios (Caracas,
1959) abordan el tema de la migración venezolana, ofreciendo algunas cifras y
una caracterización que ayudan a delinear un fenómeno en plena evolución. De
gran interés son aquí los ejemplos de otras migraciones y sus vínculos con los
países de origen y acogida, para comprender el potencial de las diásporas como
motores de transformaciones sociales e institucionales.
El año
2021 encuentra a Venezuela sumida en una grave crisis. La contracción
económica que ha vivido el país en los últimos años ha sido catastrófica, con
caídas consecutivas del PIB desde el 2014. La disminución de la exportación
petrolera, la agudización de las sanciones internacionales contra Nicolás Maduro
y su gobierno, el colapso del sistema eléctrico nacional (racionamiento,
apagones, fallas continuas en todo el país), el deterioro general de los
servicios públicos, incluyendo especialmente el suministro de agua y gas, de la
infraestructura en general, la dificultad para acceder a la alimentación, la
dolarización de facto, la inflación en aumento y la crisis política, han
llevado al país a una situación extrema, sin salidas visibles en el corto
plazo. Desde el 2017, se agudizó el éxodo de los venezolanos, que atraviesan
las fronteras terrestres impulsados por el deseo de escapar de la terrible
situación y de encontrar trabajo y mejores condiciones de vida en otros
horizontes. La irrupción del COVID-19, la cuarentena social y el
aislamiento, y principalmente la escasez de gasolina, han paralizado casi
completamente a Venezuela y sumido a la población en una terrible
incertidumbre. La pandemia hoy se cierne sobre el país, con
un sistema de salud en ruinas, una población sumida en la pobreza y una
economía colapsada. Pero ni el COVID-19, ni el cierre de las
fronteras han logrado frenar el éxodo de los venezolanos. La
diáspora sigue en aumento. Con ella, ha salido del territorio un
capital de talento invalorable y muy necesario para llevar adelante los planes
de reconstrucción y reactivación económica del país.
Cuantificación
de la diáspora
Según
la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR), el fenómeno migratorio venezolano ha pasado a ser “el éxodo más
grande en la historia reciente de la región”. El 12 de abril de 2018 se creó
una Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para dirigir y coordinar
la respuesta a los refugiados y migrantes de Venezuela.[1] Esta
plataforma da cuenta de una cifra, actualizada al 5 de enero de 2021, que
asciende a los 5.442.611 venezolanos migrantes, refugiados y
solicitantes de asilo, según datos de los gobiernos receptores.[2]
Cuantificar
la diáspora venezolana no es tarea fácil. Es muy difícil, en el contexto
venezolano, encontrar estadísticas e indicadores oficiales que reflejen la
situación real de la población. Las instituciones públicas no proveen
información confiable ni actualizada. Cuando se utilizan los datos
de los países de destino se encuentran también muchas dificultades. Las cifras
dependen de las diversas metodologías utilizadas en cada país para censar la
población y para elaborar estadísticas. Además, muchos países sólo dan cuenta
de los venezolanos que poseen un estatus migratorio regular. Los datos
generalmente no incluyen a los venezolanos que se encuentran como turistas, en
situación irregular, en trámites de regularización o que ingresan
clandestinamente. Tampoco dan cuenta de aquellas personas que poseen doble
nacionalidad, las cuales usualmente abandonan el país como venezolanos e ingresan
a su destino como nacionales. Por otro lado, no todos los países tienen los
datos actualizados y las comparaciones se realizan con diferencias importantes
en los lapsos de tiempo y años de muestreo. El flujo migratorio venezolano se
ha incrementado aceleradamente desde el 2017, acentuándose entre el 2018 y el
2019. Dado lo reciente del fenómeno, es todavía más difícil cuantificar la data
de manera ajustada. Según la ACNUR, el número de venezolanos que han
regularizado su estancia en otros países, para enero de 2021, es de 2.493.620,
apenas un 46% del total de migrantes, por lo que cuantificar la diáspora a
partir del porcentaje de residentes que reflejan las estadísticas nacionales y
de organismos internacionales resulta bastante conservador.
Destinos
de la diáspora
Venezuela
fue durante mucho tiempo un país que acogía migrantes de otras nacionalidades.
El fenómeno migratorio venezolano comienza a ser notorio solamente a finales
del siglo XX. Varios autores distinguen diferentes oleadas de migración, las
cuales responden a distintas circunstancias políticas, económicas y sociales
del país.[3]
Los
destinos principales de emigración de los venezolanos, hasta el 2015, se
centraban en Estados Unidos y Europa, como lo muestra la Tabla 1. Los
emigrantes, en su mayoría, tenían un nivel educativo alto y posibilidades
económicas, lo que facilitó a muchos conseguir empleo o iniciar un negocio
propio para establecerse en su destino. Sin embargo, las últimas oleadas de
emigrantes han privilegiado como destino los países de América Latina y el
Caribe. En 2019, Colombia y Perú fueron los principales destinos, agrupando más
de un 65% del total de emigrantes. Le siguieron Estados Unidos con un 10,07% y
España con un 8%. Después de Colombia y Perú, los principales destinos en
América Latina son Chile y Argentina. En Europa, después de España, los
principales destinos son Italia y Portugal.
A lo
largo de estos años, no solamente ha variado el destino de los migrantes, sino
que también ha cambiado su perfil. Diferentes olas migratorias se han sucedido,
reflejando las diferentes motivaciones que han impulsado a los venezolanos a
emigrar.
La primera
ola migratoria importante coincide con los inicios del gobierno de
Hugo Chávez. En 2002, ocurrió un golpe de estado, seguido de huelgas y
paros nacionales, con los consecuentes despidos masivos de trabajadores de
PDVSA, la compañía estatal venezolana de petróleo. Más de quince mil personas,
en su mayoría profesionales altamente calificados, fueron expulsadas de PDVSA.
Muchos de ellos emigraron a otros países petroleros, donde consiguieron
rápidamente nuevos empleos, por lo general bien remunerados. La situación
política y el incremento de la inseguridad personal hicieron que aumentara la
salida de venezolanos del país, en su mayoría de clase alta y media alta, con
recursos económicos y altos niveles educativos.
Entre
los años 2004 y 2013, se produjo un incremento histórico de los ingresos
petroleros en Venezuela. La aprobación de la posibilidad de una reelección
indefinida de Chávez, en 2004, las frecuentes expropiaciones, la estatización
de empresas, y el acoso a los medios de comunicación ocasionaron una
pronunciada fuga de capitales, la emigración de empresarios y el traslado de
empresas al extranjero (segunda ola migratoria).
Después de la muerte de Chávez, en 2013, y el ascenso al poder Nicolás Maduro, se profundizó el deterioro de la calidad de vida en Venezuela, aumentando el desabastecimiento y empeorando las condiciones económicas. A partir de ese momento hubo un notable incremento de la represión, la persecución política y la inseguridad personal. Por ello, las clases medias profesionales y los jóvenes universitarios comenzaron a buscar nuevos horizontes y mayores oportunidades de trabajo en el extranjero, y muchos partieron al exilio. A partir del año 2016, las clases más pobres también comenzaron a emigrar en busca de trabajo y medios para sobrevivir (tercera ola migratoria).
Después
de 2017 el fenómeno se agravó y masificó, modificando el perfil de los
migrantes: son de menor nivel educativo y menos recursos económicos. La
migración sur/sur se acentúa, los desplazamientos ocurren mayoritariamente a
través de fronteras terrestres, en parte porque es más barato, pero también
debido a las dificultades que se presentan para conseguir pasaportes y visas,
así como por la escasez de vuelos, ya que pocas compañías aéreas continúan
sirviendo al país. La mayor parte de los emigrantes que abandonaron el país en
2018 y 2019 (casi un 75% del total de la diáspora en 2020) lo hicieron
sin haber formulado un proyecto de migración previo. Los destinos escogidos,
principalmente Colombia y Perú, han constituido para ellos una elección forzada
e improvisada. Esta cuarta ola, con una emigración de venezolanos sin
precedentes, se desaceleró a principios de 2020 por la irrupción del COVID-19,
que cerró completamente las fronteras y paralizó la movilidad de las poblaciones
del mundo, pero no se ha detenido y continúa en el 2021. Esta cuarta ola
migratoria está fundamentalmente motivada por la pobreza en que está sumido el
país, por la necesidad urgente que tiene la población de solventar
sus necesidades más básicas para subsistir, conseguir trabajo,
alimentación y salud.
La
figura 1 muestra el aumento masivo de la migración a partir de 2017,
especialmente hacia Colombia, Perú y Chile.
Nivel educativo de la diáspora
Un
alto porcentaje de la diáspora, incluso de las últimas oleadas migratorias, es
joven y tiene un elevado nivel de estudios. Esto se explica en parte,
porque el progreso en la matrícula universitaria venezolana fue una bandera del
gobierno chavista y de sus misiones educativas; políticas que apuntaron a la
masificación de la educación sin controlar su calidad. Por un lado, se crearon
apresuradamente misiones educativas y se multiplicaron nuevas
instituciones de educación superior que no contaban ni con la
infraestructura ni con el personal adecuado para garantizar programas de
calidad; y por el otro, se descuidaron y abandonaron las mejores universidades
del país, hasta llevar a muchas de ellas a su virtual destrucción, con lo cual
el nivel educativo se ha venido deteriorando aceleradamente. Para 2016,
se estimaba que alrededor de un 25% de la población venezolana había obtenido
un título universitario.[5] Pero
desde 2005, con la creación masiva por parte del gobierno de nuevas universidades
e institutos, se conocen también las deficiencias de sus egresados en
todas las áreas, y particularmente en carreras relacionadas con la salud y el
derecho. El nivel de los egresados universitarios en Venezuela es entonces muy
heterogéneo, especialmente a partir de 2010. Es por ello que el nivel educativo
no es un indicador suficiente para caracterizar a la diáspora altamente
calificada y establecer políticas con respecto a una fuga de cerebros
venezolanos. Se requeriría considerar otros factores, como las
condiciones de empleo, antes de salir de Venezuela y en los países de
acogida, información difícil de precisar, sobre todo para las oleadas
migratorias más recientes.
La
figura 2 muestra el nivel educativo de los migrantes venezolanos en los cinco
principales destinos, comparado con los niveles promedio de la población mayor
de quince años de países de la OCDE.
El estudio realizado por los autores, con datos de fuentes diversas de los cinco principales destinos de migración venezolana[6], indica que más del 50% de la diáspora es joven, con edades comprendidas entre los 20 y 39 años. A inicios del 2020, se estimó que más de 1.300.000 venezolanos con título universitario o de postgrado habían emigrado al extranjero. Entre ellos, se sabe que en España hay unos 5.000 médicos, mientras que se reportaban para 2018: 3.842 en Chile, 2.346 en Colombia y 1.654 en Ecuador. En total, se conoce que más de 30.000 médicos han emigrado, lo que corresponde a un 30% del total de médicos del país contabilizados en 2017.[7] El éxodo ha afectado también al sistema académico: más de un 40% de la planta profesoral de las universidades ha renunciado o emigrado, al igual que 200.000 maestros y 2.000 científicos. La situación de la diáspora en sus países de acogida es muy heterogénea, y se estima que un gran porcentaje de los venezolanos en el exilio están sobrecalificados para el trabajo que desempeñan, y una gran parte trabaja en ocupaciones elementales o están desocupados. Como referencia, las tasas de desempleo de la diáspora venezolana son del 6% en USA, 40% en España, 26% en Chile, 14,4% en Colombia y 6,1% en Perú (datos de 2018).
El
potencial de la diáspora para el país
El
COVID-19 ha impuesto un escenario incierto en todos los países del mundo.
La recesión y el desempleo tornarán seguramente muy difícil la inserción de
nuevos migrantes en las economías afectadas. Muchos países han anunciado
medidas para cerrar temporalmente la migración, lo que coloca a las últimas
oleadas de emigrantes venezolanos en una situación de gran vulnerabilidad.[8]
La
migración del talento calificado venezolano responde a razones que tienen que
ver con la inestabilidad política y económica, la inseguridad personal y las
precarias condiciones de vida y de trabajo en el país. Las dificultades de
instalación en países extranjeros hace que muchos de los migrantes no logren
concretar sus aspiraciones. Algunos se establecerán de manera adecuada y
permanente, y sus familias se desarrollarán en los países de acogida. Pero otros
no se sentirán satisfechos con sus condiciones de trabajo y se inclinarán por
regresar.
En
Venezuela el éxodo masivo de las personas altamente capacitadas incluye
profesionales de diversas áreas: médicos, ingenieros, científicos, profesores,
maestros, pero también técnicos calificados, empresarios, gerentes;
personas cuyas capacidades son muy necesarias para la reconstrucción y
desarrollo del país. Incluso en el caso de aquellos emigrantes calificados que
decidan no regresar, estas personas pueden igualmente aportar sus capacidades y
recursos, y apoyar de muchas maneras los proyectos de desarrollo del país.
La
valoración de las diásporas en el mundo ha cambiado. La diáspora calificada no
puede verse ya como una indeseable “fuga de cerebros”, sino que comienza a ser
valorada como un “banco de cerebros”, un capital importante que
puede ser aprovechado en función del desarrollo del país, y como una fuente de
recursos para impulsar nuevas dinámicas globales de circulación del
conocimiento y del talento humano.
Por
ello, en muchos países se han desarrollado políticas y programas de vinculación
con sus emigrantes, con una concepción amplia e incluyente de la diáspora. El
término ha pasado a incluir a todas aquellas personas que se identifican y
mantienen vínculos con un país determinado, aunque sean los hijos o nietos de
los emigrantes de primera generación. Los vínculos que identifican la diáspora
de un país pueden ser de muchos tipos: culturales, lingüísticos, históricos,
económicos, religiosos o afectivos. De más en más, numerosos gobiernos y
organizaciones internacionales reconocen la importancia de las diásporas como
agentes del desarrollo y como posibles instrumentos para dinamizar las
relaciones sociales, económicas y culturales entre los países de origen y de
destino. Casos paradigmáticos de los efectos beneficiosos de la diáspora
calificada sobre el desarrollo económico de sus países de origen han sido la
diáspora india y la diáspora china, que han sido abundantemente estudiados en
diversas referencias.[9]
Además
de los tradicionales servicios consulares para los nacionales en el
extranjero, numerosos gobiernos se han esforzado en proponer
innovadores programas para la diáspora en diversas áreas de desarrollo. En
general, cuentan con una oficina u organismo público que se encarga de las
relaciones con la diáspora y de promover programas y proyectos para su participación.
En algunos países, incluso, se han creado ministerios dedicados exclusivamente
a estas tareas. Es el caso, por ejemplo, de Bangladesh, Canadá, Filipinas e
Israel, entre otros.[10]
Con
respecto al caso venezolano, no existen políticas ni instituciones del gobierno
para atender a la diáspora. Existen grupos de emigrantes que se han
venido organizando espontáneamente en algunas ciudades del extranjero. En
general, se puede afirmar que el funcionamiento de estas ONG de la diáspora es
localizado, limitado y basado principalmente en el trabajo voluntario de los
venezolanos. Algunas de ellas se encuentran muy politizadas. Las encuestas
efectuadas en algunos países demuestran que son poco conocidas, y en algunos
casos, la desconfianza, entre otros factores, obstaculiza su funcionamiento y
posible expansión.
Experiencias
en el mundo para dinamizar el potencial de la diáspora calificada
Las
experiencias de otros países han dejado valiosas lecciones que
pueden ser aprovechadas para la implementación de políticas exitosas en
Venezuela.
Los
programas de apoyo a la diáspora sólo tienen el impacto deseado cuando
existen las políticas y planes adecuados en los países de origen. El énfasis de
las políticas exitosas que conciernen a la diáspora calificada no están
centrados solamente en la repatriación de los emigrantes, sino en la
atracción del talento, el fomento a su circulación global y en crear y
fortalecer la demanda de conocimientos en las universidades y empresas de los
países de origen.
Las
instituciones que apoyan a las diásporas pueden ser públicas, privadas o
mixtas, y llevan distintos tipos de programas con múltiples objetivos.
Muchas
iniciativas se orientan a la organización, creación y fortalecimiento de
redes de la diáspora. Esto incluye acciones como censos y encuestas, a
fin de cuantificar y caracterizar la diáspora, pero también la oferta de
incentivos para el fomento de vinculaciones entre redes de la diáspora e
instituciones de los países de acogida o internacionales, así como
actividades de promoción, eventos, premios y programas de intercambio,
movilidad y circulación de cerebros. Pueden crearse redes de talento, académicas,
científicas, empresariales, sectoriales, redes de expertos en temas
específicos, redes de pensamiento para propuestas de desarrollo (Think Tanks),
etc. La creación de estas redes se facilita mediante plataformas tecnológicas y
la presencia en las redes sociales.
Otro grupo
de programas tradicionales para atender a la diáspora calificada se
enfoca en el fortalecimiento de universidades, postgrados y centros de
investigación; programas para la movilidad de investigadores, profesores y
estudiantes; creación de redes de investigación internacionales y
proyectos de investigación y desarrollo. En América Latina existen varias
experiencias de este tipo, como el “Programa de circulación de uruguayos
altamente calificados (CUAC)” y la red de académicos de Uruguay[11],
la Red de Talentos Mexicanos en el Exterior (hoy Red Global MX), las
redes científicas de Chile, y la ya desaparecida Red Caldas de Colombia, creada
en 1991, que fue un programa pionero en América Latina para organizar redes de
investigadores en el extranjero.[12]
En los
años 90, se implementó en Venezuela el programa “Talento Venezolano”
(TALVEN), inicialmente con apoyo de la UNESCO y la colaboración de las
Academias Nacionales. En ese entonces se creó una base de mil venezolanos
destacados residentes en el extranjero, a quienes se contactó para iniciar
intercambios y proyectos conjuntos. En esa época se inició asimismo el
Programa Pérez Bonalde, llamado también “Vuelta a la Patria”, que fue creado
por la Fundación de Becas Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho) y el entonces
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICIT). El programa buscaba
vincular a los venezolanos migrantes altamente calificados con el desarrollo
del país, mediante agendas de trabajo durante periodos de tiempo específico. En
2008, se reactivó este programa dirigiéndolo principalmente a estudiantes de
pregrado, con una orientación ideológica muy marcada. Poco se sabe hoy en día
de los resultados de estas iniciativas.
Otro
tipo de acciones se dedican específicamente a crear programas de apoyo al
emprendimiento. Son redes de la diáspora que agrupan tutores o mentores de
proyectos de startups en los países de origen, y ofrecen
acompañamiento durante su ejecución. También se ocupan de la vinculación de
empresarios o dueños de negocios que buscan expandir sus operaciones en el
extranjero, con expertos de la diáspora y líderes empresariales experimentados.
Ofrecen servicios de asesoría y a veces oportunidades de trabajo, pasantías e
intercambios en las corporaciones de sus miembros. Cuentan a menudo con el
patrocinio de fondos de riesgo y otros mecanismos de financiamiento. En esta
área se crean también programas para el fortalecimiento de capacidades y
formación para el emprendimiento. Las organizaciones de capacitación ayudan a
los aspirantes a empresarios de la diáspora a adquirir el conocimiento y
las habilidades para establecer y administrar un negocio exitoso. Los programas
de capacitación van desde la transferencia de conocimientos de expertos de la
diáspora a empresarios del país de origen, hasta ofrecer lecciones sobre
gestión empresarial y proporcionar orientación sobre cómo elaborar planes de
negocios y encontrar financiamiento.
múltiples
organizaciones de inversión recolectan fondos de la diáspora y proporcionan
financiamiento de capital semilla o aportes de capital posteriores para
proyectos en los países de origen. Pueden complementarse con aportes de fondos
públicos, privados o mixtos y otorgar créditos o subvenciones.
Un
ejemplo es The Indus Entrepreneur (TiE)[13],
una red internacional fundada en 1992 en Silicon Valley por un grupo de
profesionales provenientes o con raíces en la India. Actualmente la red tiene
15.000 miembros (de los cuales más de 3000 son miembros fundadores o mentores)
organizados en 61 capítulos de 14 países. En todo el mundo los capítulos TiE
organizan anualmente unos 5000 eventos para educar, inspirar, guiar y financiar
emprendedores. El evento principal organizado por la red es TieCon,
considerado el foro empresarial más grande del mundo. Entre sus patrocinadores se
incluyen empresas de capital de riesgo clasificadas entre las quinientas de
ingresos brutos más altos en los EE. UU. Otras redes de este tipo son la red de
Escocia, GlobalScot [14] y
la red global de talentos de Nueva Zelanda[15]. Entre
las iniciativas de nuestra región destaca la “Red de Talentos para la
Innovación Chile Global”, creada en 2005 con financiamiento del Banco
Mundial. Chile, pionero en la creación de los primeros fondos de capital
de riesgo de la región, creó en 2010 el programa Startup Chile[16],
reconocido internacionalmente y que ha inspirado spinoffs alrededor
del mundo como Startup América, Startup Britain, Startup Perú, y Startup
Brasil.
En el
área de financiamiento, múltiples organizaciones de inversión recolectan fondos
de la diáspora y proporcionan financiamiento de capital semilla o aportes de
capital posteriores para proyectos en los países de origen. Pueden
complementarse con aportes de fondos públicos, privados o mixtos y otorgar
créditos o subvenciones. Pueden funcionar con convocatorias periódicas o
premios a las mejores propuestas. La mayoría de las organizaciones de inversión
supervisan y acompañan las distintas etapas de los proyectos financiados.
Las organizaciones de capital de riesgo y asociaciones estratégicas van
más allá de otorgar el capital semilla. Se ocupan de proyectos comerciales que
evalúan como rentables. A menudo forman alianzas estratégicas con otros fondos
de riesgo, líderes empresariales, ingenieros y otros profesionales. Para estas
organizaciones el número de asociaciones estratégicas o proyectos respaldados
por capital de riesgo generalmente es menos importante que la calidad de la
inversión propuesta, el alto potencial de retorno de la inversión y el impacto
de tales asociaciones e inversiones en el crecimiento económico en sectores
estratégicos. Para otros, las alianzas estratégicas consisten en fomentar la
confianza y las relaciones a largo plazo entre las instituciones clave en los
países de origen y destino.
Desde
hace algunos años los bancos de desarrollo y otros organismos multilaterales
han creado fondos con donaciones múltiples para proyectos relacionados con las
diásporas de una región determinada. También algunos países, por lo general
destinos de migrantes de diversas regiones del mundo, como Estados Unidos,
Francia o Alemania han concretado iniciativas para la creación de fondos destinados
a las diásporas que se radican en esos países y para facilitarles la inversión
en proyectos, el envío de remesas o el retorno a sus países de origen.
Existen
adicionalmente iniciativas privadas o mixtas que atienden diásporas
multinacionales. Como ejemplo, El Fondo de Migración y Desarrollo fue creado
por el Banco de Desarrollo Africano (AfDB) en 2009[17],
con un aporte inicial de Francia por un monto de 6 millones de euros, y del
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD) por un monto de US$ 0.2
millones. AfDB estableció un fondo de donantes múltiples con el objetivo de
promover y apoyar iniciativas locales y las emergentes de la diáspora africana,
a fin de reducir los costos de remesas e inversiones y promover la utilización
de fondos transferidos, en proyectos beneficiosos para los migrantes y sus
comunidades de origen. Otro ejemplo es el Mercado de la Diáspora Africana,
una iniciativa que brinda apoyo a los empresarios de la diáspora africana
establecidos en EE.UU, a fin de desarrollar ideas innovadoras y de alto impacto
en empresas nuevas o establecidas en África subsahariana.[18] Otras
iniciativas interesantes han sido promovidas en Estados Unidos por la Fundación
Calvert, que ha ofrecido productos financieros a la diáspora de América
Latina (a través de la Red Raíces, Argentina) y de la India (India Investment
Initiative, III, que fue lanzada como parte de una asociación de USAID/DCA,
USAID/Asia, y USAID/India).[19]
Programas
importantes han sido también creados para facilitar la circulación
de las remesas que los emigrantes envían a sus países de origen. Los bancos
centrales de cada país pueden proponer alternativas con canales de tasas más
baratas para las transferencias. También los incentivos para el uso de la banca
electrónica y de las criptomonedas por parte de los beneficiarios de programas
sociales de los gobiernos son estratégicos porque pueden ser extendidos a la
captación de remesas y a promover su utilización en programas de desarrollo del
país.[20] En
este sentido, pueden resaltarse en América Latina las experiencias de México y
El Salvador[21].
Existen
diversas maneras de canalizar las inversiones de la diáspora interesada en
contribuir con el desarrollo de sus países de origen. Se están estableciendo
recientemente modalidades innovadoras de mecanismos de inversión que
están dando resultados positivos. Entre ellas: plataformas participativas de
financiamiento, fondos de inversión que equiparan el capital semilla,
mecanismos de financiamiento combinado y bonos de la diáspora. Se ofrecen
actualmente plataformas de inversión privadas en la web, que proporcionan a los
inversores particulares los medios para orientar sus recursos hacia fondos de
capital privado institucionales, proyectos, asociaciones público-privadas y
programas de deuda soberana (por ejemplo, bonos de la diáspora). Pueden
citarse como ejemplo algunas experiencias de creación de
fondos en Etiopía y Somalia[22],
la plataforma Babyloan de Mali[23] y
la iniciativa Atikha de Filipinas[24].
Resalta también la iniciativa de Nigeria de lanzar en 2017 su primer bono
de la diáspora, con el que se recaudaron un total de US$ 300 millones
para proyectos de desarrollo. En 2015, las remesas de la diáspora nigeriana
habían alcanzado una cifra de US$ 21 mil millones.[25]
Dinamizar
la diáspora venezolana: una tarea urgente
Es
urgente elaborar propuestas para incentivar la incorporación de la diáspora a
la recuperación productiva de Venezuela. Las experiencias de otros países son
valiosas para orientar el diseño de programas dirigidos a la diáspora de
alto nivel con una oferta organizada de oportunidades favorables de trabajo y
de inversión en Venezuela.
Son
necesarias iniciativas en dos direcciones: programas de repatriación, a fin de
incentivar el regreso de los venezolanos dispuestos a hacerlo, ofreciendo un
destino que los haga productivos a su regreso, pero también
programas para estimular y organizar la contribución de aquellos venezolanos
que no tienen previsto regresar, para que su aporte esté vinculado a
necesidades prioritarias del país.
Algunas
iniciativas pueden y deben iniciarse de inmediato, independientemente de
la situación política y sin esperar una “transición”. Luego, otras etapas
podrán continuar en el periodo de transición política en Venezuela.
Las
primeras tareas requeridas son las de fortalecer las capacidades de las universidades
y otras instituciones, especialmente del sector salud, y las de incentivar y
organizar la demanda de conocimientos desde los sectores empresariales, así
como la mejora urgente de servicios públicos. Las necesidades son acuciantes,
los retos son enormes y en estas tareas iniciales, la participación organizada
de la diáspora será esencial para garantizar éxitos tempranos en áreas y
proyectos estratégicos, que infundan confianza, dinamicen ciertos actores y se
comience un proceso que haga posible la realización de los programas previstos
a corto y largo plazo.
Una
línea de acción estratégica fundamental pasa por la
conformación y consolidación de redes de la diáspora altamente calificada en el
extranjero, y, en paralelo, redes de apoyo en Venezuela. Estas redes se
conciben como plataformas fundamentales que permitirán la articulación y
ejecución de los programas que se propongan, con la participación activa
de la diáspora.
Es
recomendable que los esfuerzos para estimular el retorno de migrantes calificados
de la diáspora estén vinculados a programas o proyectos específicos en los
países de origen: iniciativas de emprendimiento, inserción en incubadoras,
parques tecnológicos o zonas especiales de desarrollo, proyectos de innovación
en empresas, proyectos de investigación en universidades o centros de I+D,
proyectos de fortalecimiento de capacidades docentes en universidades
incluyendo postgrados, inserción en programas de formación, proyectos
industriales, entre otros.
Para
ser exitosos, los programas de repatriación requieren el acompañamiento de
políticas, programas y estímulos eficientes de reinserción. Se requiere una
plataforma de “aterrizaje” adecuada para el retornado, que incluya una adecuada
remuneración y condiciones favorables para el retornado y sus familiares. Un
marco legal apropiado y un sistema ágil de incentivos son factores de éxito.
Las
políticas y programas de retorno de la diáspora o de su vinculación con
proyectos para el desarrollo del país requieren de una estructura institucional
específica para ese sector y de un financiamiento adecuado. Los planes
relacionados con la diáspora necesitan un planteamiento claro de objetivos y
áreas prioritarias para el desarrollo, con criterios específicos para los
distintos tipos de migrantes y modalidades posibles de movilidad. La
intervención de los organismos multilaterales con programas apropiados pueden
ser estratégicos para apoyar un enfoque nacional de dinamización de la
diáspora, y pueden proveer el capital inicial para lanzar las primeras iniciativas.
Notas
[1] https://r4v.info/es/situations/platform.
Actualmente, la Plataforma Regional está formada por 41 organizaciones
participantes, incluidas 17 agencias de la ONU, 15 ONGs, cinco donantes, dos
instituciones financieras internacionales y el Movimiento de la Cruz Roja.
[2] https://r4v.info/es/situations/platform
(consultada el 04-02-2021)
[3] Páez,
T. (2015), Koechlin, J. et al. (2018), Selee A. et al. (2020)
[4] Lafuente
M. y Genatios C, Informe para el BID: La Diáspora Venezolana Altamente
Calificada:
Propuesta
para su vinculación con los planes de desarrollo del país, 2020
[5] https://datos.bancomundial.org/indicador/SE.TER.CUAT.BA.ZS?locations=VE&view=chart
[6] Lafuente
M. y Genatios C, Informe para el BID: La Diáspora Venezolana Altamente
Calificada:
Propuesta
para su vinculación con los planes de desarrollo del país, 2020
[7] Estos
datos son aproximados, probablemente los números sean aun superiores
[8] Adicionalmente
a esta crítica situación que sufre la diáspora venezolana, se presenta un
proceso de diferenciación para el acceso a las vacunas.
[9] OIM
(2016) Migración calificada y desarrollo: Desafíos para América del Sur
Cuadernos Migratorios Nº 7 agosto 2016.
[10] https://migrationdataportal.org/es/themes/diasporas
[11] https://www.gub.uy/ministerio-relaciones-exteriores/politicas-y-gestion/programas
[12] OIM
Migración calificada y desarrollo: Desafíos para América del Sur Cuadernos
Migratorios Nº 7, agosto 2016.
[14] https://www.globalscot.com
[15] https://www.keanewzealand.com/world-class-nz/
[16] http://startupchile.org/about/apply/
[17] https://www.afdb.org/en/topics-and-sectors/initiatives-partnerships/migration-and-development-initiative/migration-and-development-trust-fund
[18] Inter-American
Dialogue, Evaluation report: “Assessment African Diaspora Marketplace”,
November 4, 2011
[19] https://www.calvertimpactcapital.org/
[20] El
sistema “Patria” en Venezuela sería una buena plataforma para tal fin.
[21] B.
Aldasoro, “Mejores prácticas sobre iniciativas para promover la inclusión
financiera de receptores de remesas en el ámbito rural”, Documentos de
Proyectos (LC/TS.2020/17, LC/MEX/TS.2020/2), Ciudad de México, Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2020 y ver también:
https://www.colombiafintech.co/novedades/aprobada-la-ley-fintech-de-mexico
[22] https://www.ethiopiatrustfund.org/about-us/#Background y
http://somaliagrifood.org/
[23]
https://www.babyloan.org/en/
[24] https://guardian.ng/opinion/diaspora-commission-reconnecting-global-african-community/
[25]
https://nidcom.gov.ng/
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