Por Fernando Pereira
@cecodap @fernanpereirav
Los niños, adolescentes y jóvenes forman parte de generaciones interconectadas que han crecido inmersos en los múltiples beneficios de este mundo globalizado. Hemos mutado como especie y las tecnologías de la información (Tics) llegaron para quedarse y transformar los estilos de vida. Eso es innegable. “El teléfono es como una prótesis que tienen adherida fisiológicamente y de la que no se pueden desprender”, nos comentaba un docente expresando lo difícil que es captar la atención de los estudiantes aunque sea por breves momentos.
Los tiempos también están signados por los riesgos y peligros que entraña ese nuevo estilo de vida frente a los dispositivos. Ignorarlo es irresponsable. Tratar de mitigar los riesgos planteando la desconexión como la solución tampoco luce pertinente.
El período vacacional está lleno de retos dados los costos de los planes vacacionales, viajes, actividades de entretenimiento, por lo que muchas familias tienen limitadas las opciones.
¿Cómo administrar los tiempos para que la sobreexposición a las pantallas genere efectos adversos? ¿Cómo detectar si el uso de las tics es adecuado? Si usan las tecnologías para comunicarse, informarse, recrearse y disfruta de ello. No deja de cumplir con sus obligaciones, con sus relaciones personales, con compañeros, familia. El uso se convierte en abuso cuando cambia hábitos de sueños, no comen, dejan de asistir a reuniones con compañeros, de practicar el deporte en el equipo del que forma parte hace unos años. La vida gira en torno a las tics y dice mentiras o manipula para continuar conectado. Del disfrute pasa a una obsesión.
Adicción a las nuevas tecnologías
En la actualidad, el abuso del consumo de pantallas se convierte en una adicción que puede generar conductas similares a las drogas o al juego patológico. ¿En qué se basan para afirmarlo? En una guía el Defensor del Menor de Madrid sistematiza los siguientes indicadores a los que se debe estar atentos:
Tolerancia: Necesitará cada vez más tiempo para jugar videojuegos, navegar, chatear o enviar mensajes
Pérdida de control: No se puede dejar de hacer el consumo de pantallas, independientemente de las consecuencias que ello traiga. No se puede parar.
Abandono de otras actividades: Va afectando todos los ámbitos de vida la vida personal, familiar, escolar, relacional. Incluso los hábitos de alimentación, sueño e higiene.
Ocultación: No se reconoce la situación a pesar de las evidencias. “Cuando quiera dejo de hacerlo”
Cambios de comportamiento: En la medida en que pase el tiempo irán cambiando sus costumbres, hábitos y rutinas que lo irán afectando física y emocionalmente.
Síndrome de abstinencia: Se irá aislando familiar y socialmente. Se volverá irascible, irritable y ansioso especialmente cuando no pueda conectarse.
No todos los adolescentes actúan de la misma manera. Hay factores de riesgo asociados a características personales, la crianza y apoyo familiar, la relación e identidad grupal que es tan importante en la adolescencia.
De igual forma contamos con factores protectores que podemos reforzar:
Establecer acuerdos para el uso de las pantallas: Establecer tiempos y horarios acordados conjuntamente y poder hacer seguimiento a su cumplimiento.
Control parental: Descargar filtros para que no se tenga acceso a páginas de contenidos inadecuados en computadoras, teléfonos. Los equipos deberían estar en áreas comunes de la casa como salas y no en las habitaciones.
Navegar con ellos o conocer los videojuegos que usan nos pueden permitir una idea más clara de sus hábitos, detectar riesgos o verificar si están usando videojuegos no aptos para su edad.
Alertar sobre los peligros de internet: Fenómenos como el ciberbullying, sexting, grooming, robo de datos personales, bancarios son realizados por depredadores que delinquen en el mundo virtual; pero que hacen daños reales. Tenemos que hablar con nuestros hijos. El que se las sepan todas tecnológicamente no quiere decir que tengan las habilidades sociales, pueden ser inmaduros para abordar situaciones y nos necesitan.
Generar otras posibilidades de recreación. Hay que ofrecer alternativas para el desarrollo de actividades físicas, culturales, sociales. Sabemos que no es fácil por la situación económica y de inseguridad pero si no lo hacemos estaremos propiciando que se puedan ver enganchados por las redes.
El poder del ejemplo. Tiene mucho más peso el uso que nosotros como adultos hacemos de las redes. El modelaje que ofrecemos valdrá más que miles de palabras.
Hoy en día los peligros no están solo en la calle, sino también en las pantallas que están en casa o en los dispositivos que están en sus manos.
https://efectococuyo.com/opinion/generaciones-interconectadas/
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