Juan Guerrero 16 de agosto de 2019
@camilodeasis
La era
de la cibernética y del uso de programas de alta tecnología están modificando
aceleradamente la realidad de las sociedades, sus usos y costumbres. Acentúa y
modifica constantemente los comportamientos, creencias, principios y valores de
los usuarios, e implanta una nueva realidad –esta de la Internet y las redes
sociales- donde estamos aprendiendo a convivir con robots y programas
cibernéticos, que constantemente nos tocan la puerta, la ventana y se cuelan
por las grietas de las paredes.
En
sociedades total y absolutamente desarticuladas, controladas por el Estado y de
información censurada, no sólo es posible encontrarnos diariamente con las fake
news o noticia falsa, como información “veraz”, también es el espacio de la
sociabilidad virtual donde las nuevas formas de la comunicación, como las
llamadas deep news, se insertan fijando en el umbral de la posverdad las
realidades cambiantes como formas extremas de la (in)certidumbre. Sociedades
profundamente deprimidas, tanto por carencias materiales como por aquellas
psicológicas, emocionales y espirituales.
Este
fenómeno ocurre, básicamente, en grupos etarios con más de 65 años. Estos son
los más propensos a consumir y asumir como ciertas, las deep news, falsedad
profunda, contra los grupos de menor edad.
Nos
estamos refiriendo a la generación de la posguerra y que llegan hasta mediados
de los años 60’s., del siglo pasado, conocidos como los baby boomers. Ellos
comparten más noticias falsas y de contenido complejo.
Posiblemente
esto se deba a los principios, valores, creencias y certezas que a lo largo de
su formación, fortalecidos por la crianza y educación formales, han adquirido
estas personas.
Si
bien el adulto puede reflexionar y categorizar, valorando a una fake news como
una clásica mentira, le es completamente incomprensible racionalizar e
interiorizar la naturaleza profunda de una deep news.
En los
últimos 35 años han surgido otras realidades –aquellas de la virtualidad- que a
través de las redes sociales, construyen no sólo verdades-virtuales. También
fake/deep news, soportados en realidades múltiples, extremadamente cambiantes.
Altamente cargadas de emocionalidad, muy subjetivas y poco soportadas en
realidades tangibles. Porque no interesa mayormente la verdad y objetividad de
la información como el deseo y la emoción de su certidumbre.
En
sociedades cuyos miembros son sometidos a períodos extremos de incertidumbre,
donde sus derechos básicos para sobrevivir les son alterados, vulnerados y
constantemente violados, es posible encontrar muestras de un tipo de
información donde la realidad-real ha sido sustituida por la virtualidad.
Pueden
ser observados en regímenes dictatoriales y sobre manera, en aquellos
totalitarismos donde el Estado toma como enemigo al ciudadano, lo controla,
censura e impone de manera arbitraria, principios, valores y costumbres, ajenos
a su tradición cultural.
Es la
verosimilitud que impone el Estado totalitario, haciendo uso de las nuevas
formas de comunicación tecnológica, de noticias con afirmaciones/negaciones
donde ya no es posible distinguir el horizonte de uno o de otro.
Incluso,
es tan avanzada la tecnología de las deep news, que usa programas altamente
sofisticados para alterar la imagen, modificando rostro, voz y otras
características fenotípicas del sujeto.
Así
las cosas no podemos darle la espalda a estas nuevas maneras de la comunicación
de la era cibernética. Ellas día a día avanzan y se “autosuperan” modificando
la misma realidad y estableciendo maneras de convivencia que es menester
encarar para darle su justo valor.
Ya
hemos visto como estos recursos tecnológicos se han puesto en práctica en el
área política, económica y militar. Países como Rusia, Alemania, China y
Estados Unidos están a la vanguardia de estas nuevas tecnologías con sus
numerosas investigaciones en el campo de la comunicación. Sin embargo, esto no
es dominio exclusivo de quienes generan, planifican y distribuyen la
información.
Las
fake/deep news se están extendiendo gradualmente a otros campos del
conocimiento para modificar sus realidades. Por ello, no podemos más que
advertir de su presencia y naturaleza altamente compleja en la modificación de
la realidad, toda vez que viene adherida a la posverdad como espacio que se
inserta entre verdad/mentira, modificando el comportamiento de los usuarios,
sus creencias, valores y principios. Por lo tanto, una neo ética será necesaria
para su existencia en nuestra sociedad.
Las
nuevas generaciones podrán comprender mejor en los venideros años, la
complejidad de estos fenómenos de la comunicación, una vez que interioricen y
semanticen en su cotidianidad estas otras realidades y paradigmas.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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