Por Fernando Pereira
“Las medidas para abordar la
desigualdad y la discriminación serían mucho más efectivas para combatir las
enfermedades mentales que el énfasis que se ha puesto sobre los medicamentos y
la terapia en los últimos 30 años. La austeridad, la desigualdad y la
inseguridad laboral no sólo son perjudiciales para la salud mental, también la
suscitan”
Pudiera pensar que una
afirmación de ese tenor provenga de algún detractor de psicólogos y
psiquiatras; pero viene nada menos que de Dainius Puras, principal vocero de
salud de la Organización de las Naciones Unidas.
“Las personas se sienten
inseguras, se sienten ansiosas, no disfrutan de un buen bienestar emocional
debido a esta situación de inseguridad. La mejor manera de invertir en la salud
mental de las personas es crear un ambiente de apoyo en todos los entornos, en
la familia, el lugar de trabajo.” Agrega que ésta sería la mejor “vacuna”
contra las enfermedades mentales, y señala que sería mucho mejor que el
excesivo uso de medicamentos psicotrópicos que se registra actualmente.
¿Qué decir de Venezuela?
Recientemente estuve en Mérida y conversé con personas que habían estado tres
días en cola para surtirse de gasolina; el transporte público cada vez más
escaso; sectores de Petare con años sin recibir agua; Maracaibo sin ver luz; el
Metro parándose. Sin entrar a los estragos que produce la lucha por subsistir
en hiperinflación…
Es un país que se ha
convertido en una comunidad terapeútica a cielo abierto debido a la toxicidad
que imponen las condiciones de adversidad y limitaciones.
Puras aclara que se
requieren servicios terapeúticos pero no a través “de la buena medicina”
buscando curar enfermedades mentales como si fueran enfermedades físicas,
sin pensar en los factores sociales que causan o contribuyen a algunos
trastornos mentales. “En los últimos 20 años, la prescripción de medicamentos
psicotrópicos prescritos para tratar la salud mental, particularmente los
antidepresivos, se ha disparado en todo el mundo”, afirma para reforzar su
posición.
Semillas a la deriva
“No son casualidades; sino
causalidades mi querido Fernando”, me dijo una compañera especialista en temas
de Nueva Era y sincrodestinos. La lectura de Puras antecedió la de Semillas a
la deriva. La infancia y adolescencia en un país devastado.
El libro es una
recopilación de historias realizadas en alianza de La vida de nos
y Cecodap, desde noviembre de
2017 hasta febrero de este año. Allí se recogen las series “Eran solo niños”,
“Niñez dejada atrás”, “Los hijos de la crisis” y “Crecer en
represión”, donde participaron escritores, periodistas, reporteros, fotógrafos
e ilustradores de todo el país.
Son casos reales,
testimonios de niños y familias que vieron hacerse añicos sus sueños y
proyectos. Pienso en las propuestas de Puras y retomo esas historias que
clamaban (y lo siguen haciendo) justicia, ser tratados con dignidad, igualdad y
no discriminación.
Son historias duras, temas
que generan escozor, porque el dolor duele y es un mecanismo de sobrevivencia
protegerse para seguir adelante; pero solo reconociendo las heridas podemos
sanarlas. Solo recordando a quienes murieron injustamente podremos con la
omnipotente impunidad y mantener prendida la llama que exige justicia.
Por ello hacemos una
invitación a la presentación de Semillas a la deriva en el Hotel Ambassador,
frente al Centro Lido, el próximo martes 5 de noviembre, a las 10:00 am; porque
como dice Luis Carlos Díaz en el prólogo
“Si quedan las ganas de
contarlo todo, quedan también las ganas de seguir viviendo. Viviendo por otros,
para que esto no vuelva a pasar”.
31-10-19
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