por @mbellido
No hay táctica o estrategia política que en la actualidad no pase por reclamar o prometer la necesidad de liberar la humanidad de la tiranía de la pobreza y al mismo tiempo proteger el planeta y el medio ambiente. Retórica y eslóganes relacionados con ambos temas permean los discursos de líderes mundiales o locales para suscitar emociones, miedos y esperanzas y poder ganar apoyo popular y un puñado de votos. Parece que no hablar de llevar al mundo por el camino de la sostenibilidad y la resiliencia es estar fuera de onda. El quid de la cuestión es si se trata solo de demagogia o existe sincera voluntad de adecuar instrumentos y programas para la consecución de dichos objetivos. El panorama me plantea cuatro cuestiones prácticas que en parte no tienen respuesta.
La primera cuestión o pregunta que me hago es sobre si las Administraciones Públicas, sus dirigentes y el ámbito político en general, desde la sinceridad y la honradez, son conscientes de verdad del deterioro de las condiciones de vida del planeta, del inminente Cambio Climático y de las desigualdades que el hambre y los conflictos bélicos están provocando al interno de las comunidades grandes o pequeñas y entre países. Organismos internacionales como la FAO, nos recuerdan a diario que las condiciones de las personas más vulnerables empeoran exponencialmente. El actual modelo económico cuando consigue producir crecimiento sigue ofreciendo beneficios sobre todo a las franjas más ricas. Ni los mecanismos culturales ni económicos dominantes parecen estar en grado de resolver los problemas que estos mismos han contribuido a crear y agravar.
La segunda cuestión es si la comunidad internacional, enfrascada hoy en mil tensiones geopolíticas, está en grado de encontrar puntos comunes y una convergencia necesaria para desarrollar iniciativas comunes. Los espacios multilaterales internacionales como Naciones Unidas están hoy muy debilitados, desunidos y gozan de un gran descredito, otros como la UE, el G7, el G20 viven sus encuentros como una partida de ajedrez donde cada estado trata de exhibir su poder, evitando el jaque mate de perder influencia política o económica.
La tercera cuestión es si hay o no vuelta atrás en la clara subordinación actual de los poderes políticos a los económicos. La tendencia in crescendo es la imagen de las grandes multinacionales y en general de los poderes económicos ocupando espacios que en el pasado ocupaban los Estados. Un peso, el de las empresas globales sin contrapeso opuesto, para poder así alcanzar un equilibrio lógico en la división de poderes.
La cuarta cuestión es el creciente Greenwashing en Administraciones Públicas, instituciones y empresas, que elaboran estrategias de marketing vendiendo una idea de sostenibilidad cuando en realidad lo que hacen no siempre cumple con esa imagen exterior que observamos. Como sabemos, el concepto Greenwashing («Green» «verde» + «washing» «lavado») es utilizado para esconder las malas prácticas que algunas instituciones, gobiernos y empresas realizan cuando presentan un servicio, producto o propuesta como respetuoso ante el medio ambiente y ante las personas, aunque en realidad no lo sea.
Miedo me dan algunas “actitudes verdes”.
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