Trino Márquez 27 de octubre de 2022
@trinomarquezc
Durante
2022, el Consejo Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) se convirtió en un
hacha aún más afilada que en el pasado, cuya función es decapitar a todo aquel
medio de comunicación que no sea del agrado de los jerarcas del régimen. En los
últimos meses se han ensañado con sevicia contra las emisoras de radio en gran
parte del país. En lo que va del año, Conatel ha cerrado cerca de cien
radiodifusoras en Venezuela. En las semanas más recientes se afincó en el
estado Zulia, donde clausuró quince estaciones. En Táchira embistió contra
ocho. Ni siquiera el deprimido estado Sucre se salvó de la razia; en Cumaná
fueron clausuras dos emisoras. El Gobierno avanza en el dominio del espectro
radial sin contemplaciones de ningún género.
Los argumentos para clausurar y confiscarlos equipos de las emisoras radiales se mueven entre el cinismo y el desprecio por la inteligencia de los venezolanos. Las razones que invocan aluden al supuesto incumplimiento de las normas de Conatel o a la caducidad de las concesiones. Dan esas explicaciones a pesar de que la mayoría de esas emisoras han funcionado durante años e incluso décadas. El incumplimiento del que hablan no opera para sancionar a Venezolana de Televisión (VTV) o a las centenas de estaciones en manos del Gobierno, convertidas en paredones de fusilamiento de los dirigentes opositores y de los disidentes del chavismo.
Las
valientes denuncias del Colegio Nacional de Periodistas, el Sindicato
Nacional de la Prensa, oenegés como Espacio Público y otras organizaciones de
la sociedad civil, no han sido suficientes para aplacar la furia del régimen,
que además cuenta con el silencio y complicidad de la Asamblea Nacional
dirigida por Jorge Rodríguez, la Fiscalía General y la Defensoría del Pueblo.
El Gobierno y el Estado se coaligaron para darles un mazazo a la libertad de
expresión y al derecho a la información. Lo único veraz y oportuno, de acuerdo
con Conatel, son los bulos que transmite el Gobierno durante las 24 horas del
día los 365 días del año. Cuanta tontería se les ocurre a los jerarcas del PSUV
o del Gobierno es presentada en todos los medios audiovisuales financiados con
recursos públicos. Una de las últimas necedades fue decir, sin ruborizarse, que
en realidad los culpables de la tragedia de Las Tejerías eran los españoles que
conquistaron y colonizaron el territorio venezolano. ¡Qué manera tan burda de
intentar ocultar su infinita ineficacia!
La
campaña para acabar con las radios independientes forma parte de la cruzada
emprendida por el régimen hace más de dos décadas contra los medios privados:
la televisión, la prensa escrita y los portales informativos. Algunas de las
víctimas más connotadas han sido RCTV, El Nacional y numerosos portales
acosados por los servicios secretos.
La
arremetida contra las radios no persigue solo contar con más medios para
difundir majaderías como la que acabo de mencionar, sino seguir aumentando la
red de medios informativos que les permitan silenciar las voces de protesta por
el estado en el que se encuentran los servicios públicos y la infraestructura
nacional, o por el incremento de los precios de los alimentos, o por cualquiera
de las numerosas razones que tienen los venezolanos para quejarse por la ruina
provocada por el chavismo-madurismo. Además, el régimen pretende silenciar a
los opositores políticos y dirigentes sindicales que luchan por mejorar las
condiciones de vida de los trabajadores. A estos líderes trata de acallarlos e
invisibilizarlos. Que nadie los oiga ni los vea. Que no existan, para que
los problemas no se revelen ni los errores u omisiones se señalen. Para que la
corrupción no se denuncie.
El
silencio y la mordaza apuntan a fomentar el clima que la futura campaña
presidencial necesita para aspirar la reelección de Nicolás Maduro en la
presidencia de la República. El Gobierno trata de promover un ambiente donde
las únicas informaciones e interpretaciones de los hechos provengan de la
fuente oficial. Se quiere que la verdad sagrada, incuestionable e inmutable sea
la que transmita la línea oficial del régimen. Con una indiscutible hegemonía
en el campo comunicacional, Maduro aparecerá como el líder imprescindible e
insustituible que la nación necesita.
No es
casual, entonces, que el gobernante venezolano fue uno de los primeros
mandatarios, junto a Vladimir Putin y Kim Jon-un, en felicitar la entronización
en el poder de XI Jinping, el nuevo emperador chino.
Todos
los de su clase quieren un trono vitalicio. Veremos si Maduro con el hacha de
Conatel puede lograrlo.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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