Marisa Iturriza 22 de octubre de 2022
Hacía tiempo que no pasaban y ayer en la tarde vimos volar una alegre bandada de pericos, a la cual se esforzaba en unírsele uno que estaba algo atrasado, como sucede a veces con algunos intentos. Momentos después fue casi inevitable relacionar esa escena con una en la que la TV internacional muestra a migrantes venezolanos en la frontera norte de México como bandadas intentando entrar a Estados Unidos; y uno se pregunta si están todos los que iniciaron la travesía para llegar allí, cuánto les costó, cuánto dejaron, cuántos desistieron, no pudieron, se arrepintieron, se devolvieron, se atrasaron, si lograrán un mejor nivel social y laboral o, lamentablemente, murieron en el intento de vivir una vida mejor que la que sobreviven a duras penas.
Mientras
muchos emigran y puntualmente debiera comenzar el año escolar, la memoria
recuerda que cual bandada de palomas que regresan al vergel/ Hoy volvemos
a la escuela anhelantes de saber… era la canción que radiaba una
emisora al final de las vacaciones y bandadas de estudiantes
se aprestaban a iniciar o continuar el año escolar, seguridad con la que
actualmente no cuentan miles de niños porque quién sabe si hay escuelas o no;
si se han construido nuevas y si tanto estas como las viejas están
adecuadamente mantenidas si las hay, si los ingresos de los padres alcanzan
para cubrir los gastos consecuentes y si se cuenta con los excelentes docentes
y personal requeridos, devengando los óptimos y justos salarios adecuados,
tanto por la estupenda formación requerida como por la responsabilidad del
cargo a ejercer.
Claro
que eso es caro, pero no excesivamente. La educación es cara, sí, pero mas caro
todavía es no procurar ni pagar una buena educación a absolutamente todos
los ciudadanos que contribuirán con el progreso de un país en donde ni el miedo
ni la amenaza tengan lugar si no libertad, justicia, respeto y decencia,
y del cual no tengan que volar cual bandadas si no que
otros más bien quieran regresar para contribuir a la mayor paz y prosperidad no
solo del país, en primer lugar, si no de toda la tierra.
Soñar
no cuesta nada. Aprovecha: es gratis
Marisa
Iturriza
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