Mario Villalobos 26 de octubre de 2022
Durante
la última semana, casi todos los países del área tomaron medidas importantes
para tratar de contener la migración irregular; en la práctica miles de
personas venezolanas sufren vulneraciones graves a sus derechos.
Luego
de que el Gobierno de Estados Unidos decidiera que no abrirá las puertas a los
migrantes venezolanos que viajaron por todo Centroamérica desde la selva del
Darién hacia la frontera de México con ese país, miles de ellos tomaron la
decisión de regresar para buscar nuevos horizontes.
Sin embargo,
se estrellaron contra el muro de las decisiones de cada nación de un
sub continente plagado de economías frágiles, con muchos problemas internos y
que no tienen la capacidad para atender una emergencia humanitaria como
la que comenzaron a enfrentar. Por eso, tomaron decisiones drásticas.
MÉXICO
En
sólo el mes de septiembre, ese país registró el pasó de 33 mil personas
venezolanas con intención de ir a Estados Unidos, por lo que el gobierno del
presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que el cupo de 24 mil personas
es muy corto.
Miles
de migrantes venezolanos que saben que no serán admitidos en Estados Unidos se
quedan por ahora en las calles de las ciudades norteñas de México y ya hay
algunos llegando al Distrito Federal. A pesar de recibir asistencia humanitaria, muchos se quedan
rondando en las terminales de buses a donde ya llegaron quienes fueron
devueltos desde Estados Unidos.
Por
ahora, la opción más viable es que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados
(COMAR) les ayude a tramitar esa condición ante el Gobierno, pero hay
represadas cerca de 9 mil solicitudes; la otra opción es una visa por
razones humanitarias a la que se debe aplicar con una certificación bancaria
que confirme que tiene 2.500 dólares, toda una fortuna para cualquier migrante.
Con
ese panorama, la alternativa es viajar hacia el sur, pero en los demás países
las cosas pintan igual de mal o peor.
GUATEMALA
En San
Pedro Tapanepec, a escasos 300 kilómetros de la frontera con México hay
un campamento con 12 mil migrantes esperando que les autoricen el cruce hacia
ese país; precisamente allí están empezando a llegar también aquellos que
desistieron de seguir su viaje al país azteca.
Cuando
hacían el periplo hacia Estados Unidos, trasegaron por tierra y ríos y en su
momento denunciaron que los asaltaron y que tuvieron que pagar sobornos a
efectivos guatemaltecos para seguir su camino; los que quieren seguir cruzando
Centroamérica hacia el sur, probablemente tendrán que enfrentarse al mismo
drama.
Constantemente
las autoridades realizan constantes operativos para hallar a los migrantes
irregulares, y, de hecho, entre el 1 y el 16 de octubre, según las
cifras del Instituto Guatemalteco de Migración, se ordenó la expulsión de cerca
de 2.300 de ellos.
Aunque
ese país pide visa a los venezolanos, la exigencia no ha disminuido ni la
cantidad de personas que viaja hacia Estados Unidos ni la cantidad que viene en
sentido contrario desde México hacia Panamá. En lo que va del año, las autoridades han detectado 12,470
migrantes venezolanos irregulares.
HONDURAS
La
frontera norte de ese país, aquella que limita con Guatemala, está que arde. El
gobierno incrementó el pie de fuerza militar en la zona para contener tanto a
los migrantes venezolanos que quieren ingresar provenientes del vecino país y
der México, como a aquellos que quieren seguir su viaje pese a los anuncios de
Estados Unidos de que no los admitirá.
El
país vive una crisis migratoria sin precedentes, pues 124 mil personas, entre ellos 44 mil venezolanas llegaron de
forma irregular a un territorio que no dio abasto para atenderlos.
A
pesar de la urgencia con la que el Comisionado Nacional de Derechos Humanos
pidió que se les garantizaran condiciones dignas de viaje a las personas
venezolanas, la migración en ambos sentidos, desde y hacia Guatemala, desbordó
cualquier cálculo y capacidad de atención.
Recientemente,
el cardenal de la iglesia católica en ese país, Óscar Rodríguez, criticó
duramente el trato que reciben los migrantes, a raíz de un episodio en el cual
murieron 4 de ellos y otros 16 resultaron heridos cuando los
transportaban ilegalmente en un camión que se accidentó.
COSTA
RICA
Es el
único país centroamericano que ha demostrado empatía con los migrantes
venezolanos e hizo pública su decisión de permitirles el libre
tránsito, y ofrecerles atención médica, alimentos y albergue mientras adelantan
su viaje.
El
gobierno del presidente Rodrigo Chaves ofreció un paso rápido y ordenado por su
país, pero recibió fuertes críticas porque, según muchos observadores, está
trasladando el problema de la migración a los países vecinos.
Para completar, la nación, que recibe cerca de 3700 personas
venezolanas a la semana, está a punto de entrar en una temporada
invernal sin precedentes y se encontró con la decisión de que Panamá, el país
vecino hacia el sur, está exigiendo visa de entrada a las personas venezolanas
que quieran entrar en su territorio.
Como
están las cosas, cientos de miles de migrantes quedarán varados en
Centroamérica en las próximas semanas; muchos de ellos procurarán
quedarse en el país que los acoja de manera regular o irregular, pero la
mayoría intentará continuar su viaje al sur, es decir hacia la temida selva del
Darién.
Una
gran parte de ellos, que ya la cruzó de ida e incluso alcanzó a llegar hasta
México, está dispuesta a cruzarla de regreso a pesar de los
múltiples peligros, porque es la única forma de entrar a Colombia, el país que
les ofrece la posibilidad real de regularizarse.
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