Trino Márquez 20 de octubre de 2022
@trinomarquezc
Las
primarias para seleccionar el candidato opositor a los comicios presidenciales
de 2024 es el método que goza de mayor aceptación entre los electores que
rechazan al Gobierno. Ninguna otra fórmula es aceptada por los votantes. El
acuerdo entre las organizaciones partidistas y líderes políticos, o la
selección del abanderado a través de encuestas de opinión, no cuentan con
respaldo popular. Se les consideran fórmulas antidemocráticas, elitescas y
excluyentes. Por esa razón, resulta muy positivo que la Plataforma Unitaria
(PU) haya aprobado hace pocos días el reglamento que las regirá.
Uno de los principios que inspira la decisión reside en “entregarle a la sociedad civil la conducción de ese proceso tan importante para el futuro del país”. De acuerdo con el texto, el sondeo será organizado por la Comisión Electoral constituida por cinco representantes de la sociedad. En este momento se avanza en la fase de postulación y consultas para designar sus integrantes. El reglamento delega en la Comisión Electoral la facultad de solicitar el apoyo logístico y técnico del Consejo Nacional Electoral (CNE), y de organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE). Esta decisión me parece crucial. De este modo, la PU no bloquea la posibilidad de que el CNE le brinde un soporte logístico a la oposición en la escogencia de su candidato presidencial.
A mí
me parece importante la participación del organismo electoral en el proceso por
varias razones. La selección del candidato unitario –no único (que es otra cosa
completamente diferente)- tiene que poseer el mayor alcance nacional posible.
No debe circunscribirse a las capitales de los estados y a algunas cuantas
ciudades intermedias importantes. Mientras mayor sea la participación ciudadana
mayor será la legitimidad de la consulta y la representatividad del aspirante
seleccionado. Lograr ese vasto radio de acción supone un esfuerzo financiero y
operativo muy elevado, que la oposición difícilmente puede realizar. El CNE
cuenta con la infraestructura en todo el territorio nacional, de modo que la
carga se aliviaría muchísimo para la PU.
La
participación del ente electoral también serviría para calibrar la pulcritud de
las maquinas de votación y la eficacia y transparencia del ente
electoral. Sería como una especie de adelanto o simulacro en gran escala de las
próximas elecciones presidenciales. A quienes desconfían tanto del CNE les
permitiría constatar si sus preocupaciones son válidas o son prejuicios
fundados en una visión distorsionada del ente comicial. Por supuesto que no
pretendo equiparar una elección parcial, como las primarias, con la escogencia
del presidente de República, en la cual está en juego el poder del Estado. Sin
embargo, las primarias sí actuarían como termómetro para medir cuán engrasada
está la maquinaria del CNE y con cuál nivel de eficiencia y nitidez
opera.
Otro
hecho positivo es que la colaboración del CNE reduciría el margen de maniobra
de los aliados del régimen que quieran torpedear la consulta, descalificándola
o desconociendo los resultados que arroje. A los saboteadores infiltrados por
el Gobierno y el PSUV –posibilidad que para nada debe descartarse- les
resultará más complicado desautorizar o demonizar un proceso que esté siendo
asesorado o haya asesorado la cúpula del Poder Electoral. Dirigirse a la sala
Electoral del TSJ, por ejemplo, para demandar la anulación de los resultados
comiciales sería más espinoso. La congruencia debe mantenerla el Gobierno
aunque no crea en ella y le resulte incómoda.
Los
mismos criterios operarían para el propio Gobierno, en el caso de que resuelva
actuar directamente, de forma desembozada, y no a través de intermediarios,
como los ‘alacranes’. Es muy probable que Nicolás Maduro y sus allegados –en
vista de que les será muy arduo prohibir las primarias- estén pensando en
cómo escamotearlas; cómo desdibujarlas, prostituirlas y restarles significado.
Si el CNE coopera como asesor de la PU, esa labor de zapa se tornará mucho más
espinosa. No les será sencillo descalificar unas votaciones asesoradas por el
organismo encargado de certificar ante el mundo el hipotético triunfo del
actual gobernante en los comicios del 24.
Por
cierto, Maduro, medio en broma medio en serio, ha sugerido en varias
oportunidades que la fecha del 2024 podría adelantarse, se supone que para
cuando a él le convenga. Hasta ahora no ha recibido una respuesta categórica
del CNE. El organismo debería hacerlo. Esas declaraciones constituyen una clara
demostración de injerencismo en un campo que no le pertenece y un irrespeto a
la institución rectora de los procesos electorales. Única con competencias para
fijar la fecha de las votaciones.
Hay
que celebrar que la Plataforma Unitaria ya cuenta con el Reglamento de las
primarias y con una fecha tentativa para convocarlas (mediados de 2023). En el
futuro cercano habrá que acatar la decisión de la Comisión Electoral. Esperemos
que este organismo invite al CNE como asesor técnico. Su participación será
beneficiosa para la consulta y para el candidato seleccionado por los votantes.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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