Laureano Márquez P. 27 de octubre de 2022
@laureanomar
No nos sentimos apesadumbrados por la
partida del padre Virtuoso, sino regocijados con su vida y con el hecho de que
la Providencia lo haya puesto en nuestro camino para inspirarnos y enseñarnos a
ser mejores
Todos cuantos le guardamos admiración y respeto lamentamos su partida, que nos pareció temprana. Sentimos que tenía aún mucho que dar y que hacer, tanto por la universidad como por el país de sus inquietudes y desvelos. Séneca, el gran filosofo romano de origen hispano, probablemente nos habría corregido señalando que su vida no fue breve, que fue lo suficientemente larga y buena como para aprovechar el tiempo, con el que contó, a plenitud y dejarnos como mensaje el ejemplo de su existencia comprometida y humilde. La muerte no es una tragedia, una tragedia es no haber vivido plenamente.
Siempre
andaba promoviendo actividades en las que hacía presente el lema ignaciano de:
«en todo amar y servir». Con frecuencia nos convocaba para alguna de ellas,
haciéndonos, de paso, mejores personas con su compromiso y cercanía.
Lo
conocimos en reuniones del Centro Gumilla y nació una entrañable amistad que se
fortaleció con los años y se reafirmó en los diversos proyectos que lideraba
para el servicio a la comunidad, el más remoto que recuerdo es el de Catuche,
con la gente de la quebrada del mismo nombre, para resolver el tema de la
construcción de viviendas en la zona.
Y a
vuelo de pájaro, solo en lo que a quien esto escribe respecta, me topé en mis
archivos con: el encuentro de liderazgo ignaciano; la presentación de la
academia jesuítica; los sesenta años de la UCAB, que contemplo diversas
actividades; el gabinete UCAB, historias que comprometen; el seminario de humor
en la Escuela de Comunicación; en Madrid, con la universidad jesuita de
Comillas, un acto para convocar a los egresados y recoger fondos para el plan
de becas de la universidad y una larga lista de etcéteras con la complicidad
del padre Danny Socorro y Marcelino Bisbal, otro par de incansables
trabajadores.
No nos
sentimos apesadumbrados por su partida, sino regocijados con su vida y con el
hecho de que la Providencia lo haya puesto en nuestro camino para inspirarnos y
enseñarnos a ser mejores. Quiera Dios que los sueños de un país mejor, más
justo, de valores democráticos, de honestidad, equidad y cultura, por los que
tanto luchó, se hagan pronto realidad.
Siendo
como era Virtuoso, queda como hasta injusto con su memoria decir «que descanse
en paz». En su lugar diremos: «que trabaje en paz», también arriba en el cielo,
dándoles quehacer a los santos para comprometerlos en la lucha por el bienestar
de Venezuela.
Laureano
Márquez P.
@laureanomar
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