Laureano Márquez 10 de abril de 2021
@laureanomar
«Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen»… no lo saben, no alcanzan a imaginar
las dimensiones y alcance de su daño y eso es ignorancia; que nunca el odio nos
guíe, ni la venganza.
«Yo te
aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso»… el paraíso del ciudadano es la
libertad, la justicia y la democracia. Sé, Padre, que veremos ese paraíso,
construido con cada acción de esperanza que brota de nuestros corazones y con
la bondadosa inteligencia de nuestra juventud.
«Mujer,
ahí tienes a tu hijo»… transitando caminos, rumbo a tierras lejanas,
crucificado cada día por nuevas calamidades. Siéntete orgullosa, madre, de este
hijo, porque de las ideas que tú sembraste en él, del amor en que lo formaste,
de la libertad con que se alimentó en tu vientre, habrá de nacer la nueva
Venezuela.
«Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»… Señor: a veces me invade la
angustia de que esta pesadilla no tiene final, de que el malvado se sale con la
suya, pero recibimos de ti maravillosos dones, entiendo que no nos has
abandonado nunca. El trabajo tuyo ya fue hecho -y maravillosamente bien-:
ayúdame a ser tu aliado para amasarme a mí mismo como un hombre nuevo, creador
también, a Tu imagen, de la patria que sueño.
«Tengo
sed»… y tanta, Padre. Tengo sed de democracia y libertad. Tengo sed de
inteligencia, trabajo y honestidad como valores. Tengo sed de vida, de
seguridad, de justicia social. Tengo sed de esperanza y de futuro.
«Todo
está consumado»… la maldad en nuestra tierra se consumó más allá de los límites
que podíamos imaginar, nos han pretendido destruir moralmente, pero sé que las
reservas de bondad e inteligencia son nuestra verdadera riqueza. Hemos
descendido a los infiernos, pero estoy convencido de que resucitaremos.
«Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu»… cada día en Venezuela, Padre, es una
apuesta a la vida. Encomiendo en tus manos mi espíritu, para que sea de
libertad y justicia, para que aprenda bien esta dura lección y pueda transitar
por llanos bondadosos, sumergirme en cálidas playas de transparencia,
contemplar altas cumbres de abundancia y cruzar generosos ríos de justicia y
libertad, para llegar -por fin- a la tierra prometida.
Laureano
Márquez
@laureanomar
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