Marianella Herrera Cuenca 05 de agosto de 2019
Hace
un par de días, el Director de la FAO, José Graziano da Silva, expresó su
preocupación por el alarmante aumento del hambre en Venezuela, pero hace un par
de semanas el propio informe sobre el Estado de la seguridad alimentaria y la
nutrición en el mundo”, hablaba de un aumento de 6,4% en el período 2012-2014
de personas subalimentadas a un 21,2% de personas en la misma condición en el
período 2016-2018, lo cual indicaría un aumento de casi 4 veces más de la
proporción de personas subalimentadas, lo cual es sumamente grave. Pero este
deterioro ocurre, en el medio de una terrible hiperinflación que ha alcanzado
el 10.000.000% aproximadamente y con un deterioro del PIB que pasó del -3,9% a
-25% estimado en 2018, según el mismo reporte de la FAO-FIDA-Unicef-OMS-PMA.
Ahora
bien, las agencias han expresado preocupación por la situación de alimentación
y nutrición en Venezuela, el compromiso de las nuevas generaciones y
ultimadamente el compromiso para el desarrollo del país. Sin medidas inmediatas
destinadas a frenar el avance del deterioro nutricional de la gente, en
particular de los grupos más vulnerables no será posible avanzar hacia una
sociedad más justa, más equitativa y más educada.
Pensamos
que la educación es un factor fundamental para el desarrollo tanto de los
individuos como para las sociedades en las cuales se vive. Pero para educar y
completar la educación, el cerebro tiene que ser “educable”, es decir tiene que
estar en buenas condiciones. Salvar la vida es importante, pero salvar el
cerebro también. Vivir una vida llena de discapacidades, resulta difícil y
engorroso. No es fácil seguir adelante cuando no se es capaz de aprender a leer
y escribir, o cuando no se podrían desarrollar las habilidades matemáticas avanzadas
por una deficiencia de hierro en los primeros años de la vida.
La
diferencia en el desarrollo de los países tiene que ver con la investigación y
con el desarrollo de la ciencia y estos tienen que ver ultimadamente con el
desarrollo de ideas en un cerebro sano. Y es importante entender, todos
absolutamente todos tenemos el potencial de ser la mejor expresión de nosotros
mismos, si estamos bien alimentados y bien nutridos, con buen estado de salud y
dentro de un sistema de educación digno y de calidad.
Por
eso la preocupación del señor da Silva la compartimos todos. Estamos en un país
en el cual según Encovi, el 80% de los hogares venezolanos viven en situación
de inseguridad alimentaria, esto es con compromisos severos para el acceso a
los alimentos, lo cual repercute negativamente en el estado nutricional de los
miembros de un hogar. El riesgo de padecer hambre en este momento lo tiene la
mayoría de los venezolanos, pues todos vamos al mercado con la incertidumbre de
si la tarjeta de débito va a pasar o no.
Y
volviendo a la preocupación del señor da Silva, los reconocimientos de la FAO a
una situación extemporánea no ayudaron. Recuerdo el esfuerzo del 2012 de unas
cuantas organizaciones que unidas, realizamos una petición ante la oficina de
la FAO en Caracas para analizar ese reconocimiento del 2012 que ya parecía
incongruente y no sabíamos nosotros lo que podía llegar a pasar, podían verse
rasgos de deterioro inminente en el que hacer alimentario y nutricional que
debieron ser intervenidos con la finalidad de prevenir daños a la población
civil.
La
exhortación una vez más es a revisar los mecanismos de cooperación, vigilancia
y ayuda. Necesitamos medidas a implementarse en el corto plazo, no unos planes
que parecen no llegar nunca y que pueden convertirse en medidas desesperadas de
respuesta tardía. En fin, agradecemos al señor da Silva su preocupación, y más
le agradeceríamos la cooperación inmediata para aliviar el sufrimiento de los
millones de venezolanos por los cuales usted tan preocupado se encuentra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico