Por Piero Trepiccione
Este martes, el
periodista Andrés Cañizalez en su columna semanal para Efecto Cocuyo,
escribió sobre la presencia de “la izquierda caviar” en Caracas,
detallando el comportamiento de los líderes y representantes del
denominado Foro de Sao Paulo en sus apoyos propagandísticos al gobierno
de Nicolás Maduro. Se refirió al término acuñado para describir a
personajes que se identifican con ideas de izquierda pero tienen modos
delicados de disfrutar las prebendas del poder. En todo el mundo es conocido
que el caviar es un plato de lujo que pocos pueden tener el placer de
degustarlo, y que más descriptivo que señalar a un cierto tipo de dirigentes
que en nombre del pueblo y los más necesitados, disfrutan de privilegios
groseros.
Pero aunado a esa excelente
descripción de un grupo de “vivos o avispados” según las expresiones populares
venezolanas para mostrar este tipo de comportamientos, también debemos acuñar
la frase “la derecha güisquicera”. Porque este comportamiento típico de
aprovechar las prebendas del poder no es exclusivo de las afinidades
ideológicas. Es triste decirlo pero, muchas veces los argumentos
ideológicos solo se convierten en una pantalla para cometer todo tipo de
fechorías que apuntalan el disfrute del poder para unos pocos.
Con la realización del Foro
de Sao Paulo en Caracas lo hemos visto. No importan las duras condiciones por
las que atraviesan la gran mayoría de venezolanos para subsistir. Tampoco
importan las dificultades para adquirir medicamentos, alimentos o siquiera un
salario digno para vivir ni los grandes actos de corrupción desnudados por
doquier, interna y externamente.
Vale más la “solidaridad
automática” de quien paga mi boleto, me aloja en un hotel de lujo, me da comida
exquisita y además, de ñapa, como decimos en Venezuela, me da platica para mi
proyecto político en mi país. Entonces, yo como caviar y apoyo
propagandísticamente a quien me resuelve. Más allá de cualquier análisis
objetivo y real de la situación de la gestión pública en particular, la
izquierda caviar prefiere apoyar sin mirar a los de abajo.
Sentarme en el coroto
Pero, la derecha güisquicera
no se queda atrás. Desde Miami y otras ciudades alrededor del mundo, le encanta
meter el dedo en el “güisqui” para removerlo y darle el toque sutil. En
paralelo, teclea desde su moderno smartphone, algunos tuits que alientan a los
“tontos útiles” a promover una invasión “resuelve todo”. Pero, esta invasión
“resuelve todo” no es pensando en el país sino en la manera de sentarme yo
en “el coroto”, es decir, es una apuesta radical pero no en función de
los intereses de la gran mayoría de venezolanos sino en los suyos propios,
cerraditos y ambiciosos.
También, cuando ya están
pasaditos de “palos” comienzan a arreciar en mensajes de odio a los
líderes opositores que operan en Venezuela o fuera de ella en función de
articular una gran construcción política que garantice
la gobernabilidad del futuro en aras del desarrollo económico y
humano del país, para quitarlos del medio, en la ardua tarea de meterle mano al
coroto. Esta derecha güisquicera se las trae también en materia de
solidaridades automáticas y es capaz de pasar por debajo de la mesa cualquier
acto de corrupción con tal de lograr el alineamiento necesario para la causa.
Como vemos, debemos estar
muy atentos a la izquierda caviar y a la derecha güisquicera. La democracia en
Venezuela y en el mundo depende del respeto a la ley y la
transparencia con la que se manejen los asuntos del Estado. Nuestra
responsabilidad como ciudadanos es identificar a los “bribones” que usan los
argumentos ideológicos para llenarse los bolsillos y también, el estómago…
04-08-19
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