Rafael Gallegos 09 de octubre de 2022
Los
científicos dicen que, si antes del año 2100 la temperatura promedio del
planeta se incrementa en más de 1,5 grados centígrados, se derretirá parte de
los polos, el nivel de los mares se incrementará acabando con las playas y las
ciudades costeras, se desertificará el Amazonas… y lo peor, que el fenómeno
será irreversible.
Algunos piensan que basta acabar con la dependencia de los fósiles para superar el riesgo climático. Otros plantean que el calentamiento obedece fundamentalmente a ciclos de la Tierra y no a la explotación del petróleo, el gas y el carbón. En lo que coinciden todos es en que el planeta debe enrumbarse velozmente hacia una transición energética, hacia la utilización de energías más limpias como la solar, la eólica y otras.
El
proceso de transición ya arrancó y es irreversible. El problema es que no se
sabe cuándo se va a materializar. La verdad es que las llamadas energías
alternas, o limpias, no han progresado a la velocidad que se esperaba. Muchas
de las matrices energéticas, que muestran la distribución de las fuentes de
energía que utiliza la civilización, indican que dentro de veinte o treinta
años, los fósiles todavía seguirán aportando las tres cuartas partes de las
fuentes primarias de energía.
Captura
y almacenamiento de carbono
Por
otra parte, cada día pesa más la tecnología CAC (captura y almacenamiento de
carbono), que consiste en capturar, en la fuente, el CO2 generado por los
fósiles, transportarlo por “ceodosductos” y almacenarlo en formaciones
naturales, sacando de la atmósfera por lo menos las tres cuartas partes. Los norteamericanos
dicen que tienen capacidad para almacenar todo el CO2 que produzcan en los
próximos cien años. O sea…
Hay
que aclarar que todavía no es disruptiva la tecnología del CAC, al igual que
las otras energías alternas. De hacerse disruptiva, habría explotación
petrolera para los próximos cien años.
Paradojas
de la sustitución energética
– El
carbón fue “sustituido” por el petróleo hace más de cien años. Y sin embargo
hoy, por lo menos una de cada cinco fuentes de energía proviene del carbón.
–
Si el petróleo y el gas fueran “sustituidos” en los próximos treinta años,
seguirían la ruta del carbón por otras décadas.
–
En 1973, luego del embargo petrolero que produjo la terrible estanflación en el
mundo desarrollado y la conciencia de que la energía barata se acabó, Estados
Unidos comenzó gigantescos esfuerzos para lograr la independencia energética.
La paradoja consiste en que consiguieron esa ansiada independencia del
petróleo, en el mismo petróleo… de lutita.
–
Antes de la pandemia, los bancos del mundo comenzaron a cortarle créditos a los
negocios petroleros y a favorecer a las energías verdes. Algún analista dijo –
textualmente- que eso era una estupidez que crearía desinversión y encarecería
el petróleo… tal como sucede hoy. ¿Pitoniso?
–
Europa estableció leyes que buscaban anular el uso de los fósiles en pocos
años. La invasión de Ucrania ha demostrado que poco pueden hacer las energías
alternas para sustituir al gas. Paradójicamente han restaurado la energía
nuclear (algunos plantean considerarla verde) y regresado a la explotación de
minas de carbón.
En
conclusión, los fósiles parecen tener siete vidas de gato. Anótenlo: todavía no
van a bajarse de las matrices energéticas.
No hay
que olvidar que para que una energía sustituya a otra debe ser: más limpia, más
económica y más poderosa energéticamente.
Cierto
que es imperativo buscar energías limpias; pero estratégicamente… más allá del
deseo. Las lumpias verdes resultan más peligrosas que el cambio climático.
Venezuela
Algunos
especialistas dicen que Venezuela es un país ex petrolero. Que “superamos” el
rentismo. Mentira, la realidad es que el gobierno acabó con la renta al
destruir a Pdvsa. Ergo, si recuperamos el negocio petrolero … volveremos a ser
petroleros.
Claro,
con proyectos serios, sistémicos, no con parchetes de inversiones aisladas de
países “panas”, que por cierto nunca llegan. La razón es simple, el dólar no
tiene “panas”, sino intereses y ninguno de esos países va a invertir sin
seguridad de retorno de su dinero. Para ello se requiere confianza, gerencia y
separación de poderes… tres cosas que el gobierno no puede dar.
Por
cierto, es imperativo que el gobierno aterrice y entienda que el mundo
occidental, a través de Biden, le está exigiendo cambiar sanciones por
democracia. Y que deje de hacer esas ofertas engañosas, por decir lo menos, de
que están dispuestos a vender todo el petróleo y el gas que quieran. Qué pena
si les dicen: dame quinientos mil barriles…
¿Dónde
están los dos millones de barriles de petróleo que ofrecieron producir para
finales de 2022? Un deslenguado me dijo que dormían la misma siesta que el
gigantesco portafolio de proyectos inconclusos, como ferrocarril Tinaco –
Anaco, la represa de Tocoma, el tercer puente del Orinoco… y paremos de contar.
Seriedad
señores, que el hambre apremia.
Transición
lenta… ventaja para nuestro petróleo
Si a
la posibilidad cierta de restaurar la industria petrolera, bajo un modelo
diferente, le agregamos que la lentitud de la transición energética ha alargado
el horizonte petrolero a por lo menos treinta años, ¿cuál es la excusa para
seguir con mínimos seis o setecientos mil barriles y con las refinerías
destruidas?
Es
imperativo recuperar el petróleo. Tengamos en la mente que hacia donde vaya el
petróleo, caminará el futuro de Venezuela.
La
paradoja de paradojas, es que Venezuela con sus gigantescas reservas de
hidrocarburos y el petróleo a 100 $, es uno de los países que tiene más hambre
en el continente. Nos ven como un limosnero sentado en un barril de petróleo.
Hasta
cuándo. Urge un liderazgo capaz de aprovechar las potencialidades del país. Y
es con usted improbable lector: también un pueblo capaz de diferenciar los
estadistas de los charlatanes… a propósito de las presidenciales del 2024 y las
generales de 2025.
Es
hora de estadistas.
Rafael
Gallegos
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