Gregorio Salazar 16 de octubre de 2022
Es
devastación ambiental. Es contaminación. Es paroxismo extractivista. Es minería
desbocada. Es comercio ilegal con complicidad internacional. Es presencia
terrorista y violencia contra las etnias indígenas. Todo eso y más está
ocurriendo en el llamado Arco Minero del Orinoco, donde paso a paso tiene lugar
una de las grandes tragedias ecológicas del planeta.
Oro de sangre,
el más reciente trabajo documental del cineasta Thaelman Urgelles,
ofrece en 15 minutos las dimensiones de la tragedia hoy patente en la
Guayana venezolana, pero también las proyecciones de esta debacle que lleva
adelante el régimen venezolano, el mismo que hace unos años proponía una
reforma constitucional falsariamente sublimada bajo la engañifa propagandística
de «salvar el planeta».
Son 100 kilómetros cuadrados de desaforada actividad minera y que a pesar de las reiteradas denuncias y advertencias de ecologistas y activistas del ambientalismo, continúa arrasando de manera irracional una enorme extensión de bosques tropicales de nuestra selva amazónica, poniendo en riesgo el gran potencial hídrico de la nación y todo el atractivo natural que constituyen sus selvas, sus ríos, sus tepuyes, su diversidad biológica.
Un furor
minero que para uno de los más perseverantes denunciantes de este
ecocidio, Américo De Grazia, ni siquiera encontraría una absurda justificación
en lo económico, pues la extracción de oro nunca ha significado ni siquiera el
1% del PIB venezolano. Pero el régimen sí encuentra un punto de sustentación en
esa explotación, crimen de lesa humanidad.
Y como
agravantes operan bandas delictivas, terroristas y narcotraficantes, con la
presencia de Rusia, China, Irán, Cuba y Turquía, explotadores del oro y aliados
en la permanencia en el poder de un régimen comprobadamente antidemocrático y
violador de los derechos humanos.
El
exgerente de Pdvsa Horacio Medina, participante como De Grazia en el
documental de Urgelles, pone acento en la corrupción transversal de la
actividad minera en el Arco del Orinoco, de la cual ilusamente espera obtener
el régimen de Maduro los ingresos que ya no le depara una industria petrolera
que destruyeron después del despido de 23 mil trabajadores.
Adalberto
Gabaldón, exministro de Ambiente (1993-94), hace el mayor énfasis en que la
acción minera del régimen está arrasando con la verdadera riqueza de nuestra
región amazónica, que no es lo que está bajo la tierra, sino su biodiversidad,
la misma que nos hace una potencia turística, así como la capacidad de
producción energética de sus caudalosos ríos, hoy contaminados con el cianuro y
el mercurio que se usa en la explotación aurífera.
Alexander
Luzardo también figura en el documental de Urgelles. Artífice del
capítulo sobre derechos ambientales de la Constitución de 1999, y una de las
primeras voces que se levantó contra el proyecto del Arco Minero, desde que fue
anunciado por Chávez, para denunciar la potencial crisis ambiental y
humanitaria. Los hechos le han dado la razón a Luzardo. La deforestación es
arrasadora y las violaciones de los derechos humanos de las etnias indígenas
han sido graves y frecuentes.
La
zona ha sido escenario de pérdida de vidas humanas producto de la represión
desproporcionada contra grupos de operadores mineros particulares y contra las
etnias indígenas, como ocurrió en 2006 en el Alto Paragua (septiembre
2006), que dejó seis mineros muertos, y el ataque del ejército venezolano
contra el pueblo de Kumurakapay (2019), con saldo de un muerto y quince
heridos, como lo refieren los líderes indígenas Juvencio Gómez, hoy en el
exilio, y Alicia Moncada.
Ojalá
Urgelles cumpla su sueño de llevar este documental, cuya producción hubo de
superar las grandes limitaciones de tiempos de pandemia, a una película que
accediera a las grandes plataformas como National
Geographic, Discovery u otras de ese estilo, para que el
mundo pueda conocer las dimensiones de la destrucción apocalíptica de la
amazonia venezolana que va en camino.
Gregorio
Salazar
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico