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lunes, 23 de marzo de 2020

Coronavirus: una cachetada al poder por @polis360



Por Piero Trepiccione


Nos ha sorprendido la pandemia del coronavirus así como las consecuencias del cambio climático en muchos rincones del planeta. La descoordinación entre los Estados ha sido frecuente en esta lucha mundial contra la expansión de este flagelo y el debilitamiento atmosférico causado por las variaciones climáticas. Una vez más, pareciera que la política no está a la altura de las circunstancias. Las poblaciones se resienten y la desconexión de liderazgo se hace más palpable.

La expansión acelerada del coronavirus demuestra la falta de evolución de nuestras instituciones, paradójicamente en una época cuya característica fundamental ha sido el desarrollo tecnológico. El poder sigue disputándose de una manera muy parecida a la descrita por Maquiavelo y otros autores medievales. Zancadillas, mafias, nepotismo, aferramiento, entre otras yerbas aromáticas que pululan por esos rincones y que se convierten en serios obstáculos para responder adecuadamente a los elementos del entorno dinámico y extremadamente cambiante que vivimos. 

No tenemos evolución en las instituciones porque el poder sigue concentrado en intereses minúsculos. Los debates políticos cada día se banalizan más, desconectándose con las duras realidades que atraviesan sociedades enteras. Las consecuencias no se han hecho esperar: más caos, más indolencia, más dispersión de esfuerzos, más divisiones institucionales que restan calidad y eficiencia a las políticas públicas. 

El coronavirus ha desnudado esta realidad innegable. Por más desarrollo que hayan alcanzado determinados países, frente a esta coyuntura demuestran que no están preparados; y más grave aún, se han negado en principio a tomar las debidas medidas para detener lo que ya es una pandemia. El gobierno chino, que ahora pretende ser el héroe de la película, actuó irresponsablemente durante los días iniciales del brote del virus.


Cálculos irresponsables

Europa en general, se sumó a ese estadio de irresponsabilidad tomando medidas muy laxas y apostando geopolíticamente en perjudicar a los chinos. De igual manera, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Indonesia y otros Estados del pacífico, competidores directos de la economía de China vieron la oportunidad de ganar “espacios geopolíticos, geoestratégicos y comerciales”. Ni qué decir del Reino Unido y Estados Unidos, que apostaron primeramente por mantener el estatus de la economía y no “atender” adecuadamente el problema.

Latinoamérica, África y el resto del mundo también han actuado más con cálculos políticos y económicos que sociales. Los casos de México y Brasil son emblemáticos. Pero también las condiciones paupérrimas de los sistemas de salud públicos son verdaderamente desastrosas en países donde las prioridades son otras, justamente por la desconexión de los intereses del liderazgo con los de la sociedad en general.

Las cifras hasta ahora son alarmantes. Y seguramente van a serlo aún más. Solo esperemos que una prueba mundial de esta naturaleza permita ejecutar los cambios necesarios que hagan evolucionar el ejercicio del poder hacia estadios de mayor humanidad. Ya basta de Maquiavelo, ahora se necesita más conciencia y menos ambiciones particulares al mando de las instituciones.

22-03-20




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