Samantha Aretuo 30 de marzo de 2020
@SamAretuo
El COVID-19 ha traído incertidumbre hasta para los
migrantes más estables en uno de los países con mayor crecimiento. Un ahora ex
vendedor, la dueña de un negocio y una maestra esperan beneficiarse de las
medidas económicas anunciadas por el primer ministro
A Eliseo Fermín solo le queda dinero para pagar dos
meses de alquiler. “Y lo que tenía para la comida ya lo gasté”, cuenta. Hace
dos semanas fue despedido de su trabajo en una cadena de tiendas en Calgary.
Hoy espera respuesta de su aplicación al seguro de empleo. La propagación
del COVID-19 llevó a casi 5% de la población económicamente activa de Canadá a
solicitar esta ayuda apenas en una semana, según cifras reportadas por medios
nacionales. Los venezolanos en Canadá no escapan de las estadísticas y hoy ven
en peligro su estabilidad laboral, así como la posibilidad de enviar remesas a
sus familiares en Venezuela.
La semana del 10 de marzo, los centros comerciales
comenzaron a reducir sus horarios y las tiendas recortaron su personal. Eliseo
relata que las ventas se habían reducido y que tampoco había la afluencia
habitual. Las noticias sobre los primeros contagiados por coronavirus en el
país comenzaban a correr. El temor por la propagación de la enfermedad también:
en esta época, los nacionales tienden a viajar para escapar del invierno las
últimas semanas previas a la primavera, lo cual aumenta la salida y llegada de
vuelos. Así como los riesgos de contagio. “Los gerentes insistían en que iban a
seguir trabajando, y que íbamos a estar bien protegidos, pero yo veía las
noticias y veía que no era congruente con lo que decían”.
Para ese momento, el gobierno canadiense registraba
116 contagiados y los eventos nacionales comenzaban a cancelarse. Los premios
Juno, el equivalente a los Grammy de Estados Unidos, se celebraban el 15 de
marzo y fueron suspendidos de manera indefinida. Por su parte, la Cámara de los
Comunes y el Senado anunciaron su cierre por cinco semanas, para evitar que los
parlamentarios se contagiaran.
No poder responder desde lejos
Cuando Eliseo notó que sus gerentes se estaban
reuniendo más seguido y aumentaba el número de contagios en el país, empezó a
aceptar más clientes en su segundo trabajo como terapeuta masajista y se
abasteció de enlatados y proteínas para 15 días. Su experiencia con la
escasez en Venezuela lo había entrenado. Sin embargo, al perder su trabajo
duda de que pueda recuperar su estabilidad y seguir ayudando a su mamá en
Maracaibo. “Mi mamá depende 60% de lo que yo le envíe. Me preocupa saber que no
voy a poder enviarle ahorita y no sé hasta cuándo. Si se enferma, no voy a
tener cómo responder. Es uno de los miedos que todos tenemos. Porque no puedes
resolver en persona, tampoco monetariamente”.
Aurora Pacheco también está preocupada. Hoy tiene un
permiso de maternidad para cuidar a su hija de cinco meses. Solo recibe, cada
mes, 55% del ingreso que ganaba como maestra en una guardería. Su esposo,
diseñador gráfico de una empresa pequeña, dejó de trabajar el 20 de marzo,
cuando la provincia de Quebec ordenó cerrar, hasta el 13 de abril, todos los
establecimientos que no fueran esenciales.
El ingreso mensual de Aurora solo alcanza para gastos
diarios y para enviarle dinero a sus papás en Caracas. “Nos vimos a principios
de mes en Panamá. Le dejé dinero a mi mamá porque a veces se me hace difícil
enviarle. Mi papá tiene 82 años y mi mamá 73. Se la pasan encerrados y viven
solos. Es un drama, mi familia, que los puede ayudar, está reduciendo las
salidas porque no hay gasolina y no puede ir a verlos”.
Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, anunció paquetes de ayuda económica para aquellas personas que
no pueden trabajar mientras duren las medidas de aislamiento, bien porque sus
empresas cerraron o porque sus compañías tuvieron que prescindir de ellos al no
reportar ingresos. Pero Aurora no ve que su esposo, al ser empleado autónomo,
califique para el subsidio.
Según reportan medios nacionales, el Gobierno estima
que 4 millones de personas aplicarán al fondo de emergencia, que le otorgará 2
mil dólares durante cuatro meses a todos aquellos que hayan perdido sus
salarios producto de la pandemia. La información y proceso para tramitar la
ayuda estaría disponible en la página web del gobierno a partir del 6 de abril.
Sin quincena garantizada
Patricia Capuzzi le debe una quincena a sus seis
empleados. Este mes, no ha pagado el
alquiler de su apartamento ni el del local de su empresa. Además, está
preocupada por cuidar a su mamá de 82 años que está de visita en su casa. El 24
de marzo decidió junto a su esposo cerrar temporalmente Heaven, el
restaurante que abrieron hace ocho años en Calgary, ante la ausencia de
clientes y para evitar los riesgos de contagio por el coronavirus.
Explica que ellos ya estaban tomando medidas más
extremas en el local, y que cada vez que un cliente tocaba los menús los
limpiaban. Igual hacían con puertas, mesas, sillas y el mostrador. Pero más
allá de las precauciones, que también tiene en su casa, le preocupa que
cualquier descuido pueda contagiar a su mamá. “Uno no lo piensa, pero todo lo
que se toca. Las manijas de la puerta del carro, uno no sabe si alguien pasa
cerca y estornuda o tose, y sin darte cuenta te expones”. Además, su mamá está
en Calgary visitándola. Al ser turista no cuenta con cobertura de salud pública
de la provincia, lo cual la convierte en una persona más vulnerable.
Desde enero, las ventas habían bajado y Patricia iba
reduciendo las horas de los turnos a sus empleados, para poder costear los
gastos que le generaba el local. Pero las últimas semanas se sirvieron menos
platos y al equipo no le tomó por sorpresa el anuncio del cierre. “A Dios
gracias no tienen familias que dependan de ellos. Pero igual, todos necesitamos
el dinero. Yo espero que, si esta situación cambia, pueda tenerlos de vuelta”.
Sobre las ayudas que ha lanzado el gobierno dice que está a la espera: hasta
ahora no calificaban entre los negocios que podían recibir ayuda.
Mantener a flote el restaurante ha sido difícil.
Patricia cuenta que la mayor parte del tiempo viven al día, con pocas
ganancias. Dada la situación le costará pagar el alquiler del local y del
apartamento que comparte con su esposo. Ha hablado con ambos propietarios y
espera que la puedan esperar hasta que pueda vender a domicilio el inventario
que le quedó en el restaurante: empanadas congeladas para freír, sopas
congeladas, arepas. El dinero que salga de allí lo usará para pagar las deudas
pendientes. Por suerte, dice, se han hecho un nicho entre los clientes celíacos
que buscan la comida venezolana por estar libre de gluten.
Ante la ausencia de clientes y riesgos por el
coronavirus, Patricia Capuzzi y su esposo decidieron cerrar temporalmente su
restaurante Heaven,
ubicado en Calgary.
A dónde acudir
Ante la medida de aislamiento dictada por la provincia
y el gobierno nacional, un grupo de venezolanos en Calgary hizo un llamado
a voluntarios que quieran prestar ayuda anímica, o que puedan
ayudar a quienes se encuentran en estricto aislamiento. Para ello crearon un
grupo público en la red social Facebook llamado Grupo
Apoyo Coronavirus Calgary, en el que también publican recursos que
pueda usar la gente que está confinada: actividades para los niños, videos para
ejercitarse desde la casa, lista de audio libros y de otros recursos digitales
que se encuentran gratuitos, y hasta comida a domicilio.
Para acceder a las ayudas que presta el gobierno
canadiense, está la página www.canada.ca, en la que hay una sección dedicada a información sobre el COVID-19 que
incluye estadísticas, recomendaciones del Ministerio de Salud, y los paquetes
económicos disponibles para quienes dejaron de percibir un salario en esta
coyuntura.
También
ofrecen www.811healthline.ca/,
que parte del número de teléfono que deben marcar aquellas personas que
sospechen de estar contagiadas. La página web incluye un test que según los
síntomas que se presenten, confirma si en efecto se está contagiado y ofrece
las instrucciones a seguir.
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