Por Luisa Pernalete
Seguimos en cuarentena, y
siguen los casos de contagiados en todo el mundo. Pero anímese, también la
risa, la bondad y la amabilidad se contagian.
Maylin, una madre promotora
de paz, representante de la escuela de Fe y Alegría de El Junquito y costurera,
cuando comenzó la cuarentena vio a una señora mayor llorando en la entrada de
una farmacia porque no conseguía mascarillas. “Entonces mi vecina se fue a su
casa, sacó retazos y se puso a hacer tapabocas, no para vender, para regalar.
Hizo unas cuantas y repartió 4 a cada familia de su cuadra”, me cuenta. ¡Qué
bonito! Nadie la obligó, ni siquiera fue que alguien le pidió… ella sacó lo
mejor de sí y las del grupo de ‘comadres’ nos alegramos con su buena acción”.
“Hay una invasión cerca de
la escuela -me comentaba Belkis, la directora de la escuela Fe y Alegría en la
Isla de Margarita- y a dos de las madres promotoras del colegio, Ángela y Mary
Carmen, se les ocurrió comenzar a atender a unas vecinitas que no estaban
estudiando. Preguntaban a las maestras qué ejercicios podían poner y reunían a
las niñas por las tardes en su patio. Les dimos papel de reciclaje y unos
lápices y comenzaron su buena obra. Pero vino la cuarentena, ya no deberían
andar por ahí juntando niñas, entonces ahora les copian a cada vecinita sus
tareas en las hojas recicladas y se los van pasando sin reunirse”. ¡Creatividad
al servicio de la comunidad! Se imaginarán que en esa invasión no hay internet,
ni las casas tienen computadoras como para hacer tareas a distancia. Ángela y
Mary Carmen se contagian mutuamente, sacan lo mejor de sí y lo ponen al
servicio de niños y niñas sin escuela. ¿No les conmueve? Las imagino copiando
ejercicios a mano y le provoca a uno hacer algo por alguien.
Esta situación de cuarentena
por nuestro bien no ha supuesto paralización para muchos venezolanos. Hay mucha
gente haciendo cosas buenas por los demás. Y sabemos de los docentes trabajando
desde sus casas para que los alumnos puedan seguir estudiando. Sé de maestros
que llaman a sus estudiantes para saber cómo les va yendo. Sabemos también de
médicos que atienden a sus pacientes por teléfono ante la dificultad y hasta
imposibilidad de acudir a clínicas y hospitales.
Hay acciones pequeñas pero no
por eso menos valiosas. Como toda esa variedad de maneras de acompañar a otros.
Una amiga me comentaba que cada día llama o manda mensajes a compañeros de
trabajo que sabe que tienen alguna condición especial, como algún familiar
enfermo, por ejemplo. La gente se alegra de saber que otros están pendientes de
uno, y después de todo, confesamos que hace falta la relación con los
compañeros de trabajo.
Acompañamiento en grande ese
que están haciendo los Psicólogos Sin Fronteras (@psfvenezuela) que ponen sus
teléfonos a disposición de personas afectadas por la cuarentena, con su
programa “Acompañando en el dolor”, ahora recontextualizado por la cuarentena.
¿Y qué me dicen de grandes
cadenas nacionales de comunicación, como el Grupo Unión Radio ofreciendo su Radio
Escuela con 15 cuentos, seleccionados por el Banco del Libro y
extraordinariamente narrados por voces emblemáticas, profesionales? Me dice
Isabela que este proyecto (“Te tengo un cuento”) lo tenían listo hace unos
meses pero faltaban algunos detalles. Decidieron sacarlo en esta contingencia
para contribuir con el entretenimiento sano de ese montón de niños en la casa.
Se contagia uno y se pone a pensar qué otra cosa podemos hacer por esos chamos
en cuarentena. Por mi parte inmediatamente escribí 12 estrofas con consejos a
las madres “encerradas”.
¿Y qué tal esas empresas
grandes, multinacionales, como Amazon, poniendo gratis su “colección” para
niños?
No hablo sólo del área del
área educativa o comunitaria. Esta mañana leí en un tuit de @MaAlexandraSemprún
lo siguiente: “Ganaderos están construyendo carretas para arrimar leche a las
queseras”. No dice en dónde pero en cualquier lugar de Venezuela que sea,
significa que hay capacidad de resiliencia -reinventarse frente a las
dificultades- y que ese discurso de “los venezolanos son flojos” no es cierto.
No sé ustedes, pero yo creo
que junto con la globalización de la tragedia, está también la globalización de
las buenas acciones, y no me queda duda: la bondad se contagia, según David
Hamilton (2017). ¿No se anima a contagiar a otros? Le hará bien a usted y a los
demás.
28-03-20
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