Luis Ugalde S.J. 22 de marzo de 2020
Venezuela
solo tiene remedio si hacemos lo que hay que hacer; todos, primero Maduro.
Él
expresó, como crítica al presidente colombiano que para vencer al coronavirus
hay que dejar de lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”.
Luego
solicitó del Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de 5.000 millones
de dólares, sabiendo que no se lo podían dar. Ambos gestos solo servían para
echar la culpa a otros.
Desideologizar
y abrirnos internacional y nacionalmente son dos consejos que el régimen debe
aplicarse a sí mismo.
Venezuela
obedeció sin problemas la medida de quedarnos en casa, en cuarentena social
evitando encuentros y contactos. Quince días encerrados en casa sin producción,
sin escuela, sin ingresos y sin comida dejarán en evidencia que nuestra
realidad es mucho más grave y mortal que el coronavirus con 40 contagiados y
ningún muerto.
Sincerar
y Producir. Tenemos 40 contagiados del virus, pero
más de 400 presos políticos perseguidos, más de 4000 empresas muertas o en
agonía, más de 4.000.000 de huidos y desterrados y muchos miles de muertos cuyo
número crece por un régimen empeñado en no cambiar.
Necesitamos
reconocer la terrible realidad de una economía que en 5 años ha perdido el 65%
de su producción (PIB), una educación con maestros y niños en huida y escuelas
vacías, una salud con hospitales desmantelados, y servicios vitales de agua,
luz, gas, transporte... en ruina. Incluso una industria petrolera saqueada y en
quiebra total... La lista es mucho más larga y la moribunda Venezuela no solo
necesita un préstamo de $5.000 millones sino más de 50.000 para empezar a
sincerar la política y activar la producción en todas las áreas.
Maduro
tiene razón: necesitamos del FMI y hay que dejar de
lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”. Pero nada se puede
hacer con un Estado quebrado, endeudado y secuestrado por un régimen tiránico
que produce miles de muertos y lleva a la agonía a millones. Para que todo el
país renazca es indispensable sincerar, salir del secuestro del régimen y
llamar al país entero a la producción de soluciones y al renacer nacional. Los
apoyos externos son indispensables, pero no llegarán con la producción nacional
política, económica y social muertas. Abrir las puertas para que los presos
políticos, los líderes y partidos perseguidos e inhabilitados salgan al libre
ruedo político-democrático; renovados también ellos pues Venezuela es otra y
hay que escuchar el clamor sufriente de los venezolanos en todas sus formas.
Renovados empresarios y trabajadores para producir un nuevo encuentro entre
capital y trabajo, pues el uno sin el otro nada valen y se necesitan
repotenciados y aliados para salir de la pobreza. Para que 14 millones de
trabajadores vuelvan a tener vida y esperanza y miles de empresas puedan competir
es necesario reactivar la inversión de capitales que deben ser atraídos y
protegidos; para lo cual hay que borrar de la lengua y del corazón el
“exprópiese” irresponsable.
Pacto
Social vs. Tiranía. Cuando el poder se impone, no
hay pacto social, sino imposición tiránica armada. Todo esto pasa por la
creación de una política democrática, dialogada y negociada entre diferentes.
La soberanía del pueblo, las elecciones limpias y creíbles de un Parlamento
(Asamblea Nacional) donde se discutan libremente y se negocien las soluciones
políticas. Es indispensable, a su vez, la Elección presidencial constitucional
secuestrada en 2018 y desmontar los serviles TSJ y ANC que creo el Ejecutivo de
facto para anular la Asamblea Nacional democrática y todas sus decisiones. No
hay que inventar mucho sino sincerar y darle vigencia efectiva a la
Constitución de 1999 y conforme a ella acordar en la AN legítima el nuevo CNE
creíble y crear las condiciones para realizar este mismo año, con observación
internacional cualificada, las elecciones parlamentarias libres que tocan y las
presidenciales que están retrasadas desde 2018, pues no se realizaron como
exige la Constitución. Elecciones que las necesitamos con participación masiva
y resultado creíble y respetado.
Toda
esa enfermedad nacional es mucho más grave y mortal que el coronavirus, que
debe ser el detonante para asumir el cambio integral.
No
hay democracia sin contrato social, ni Constitución que consagre los objetivos
del pacto y los derechos y deberes de todos, no importa su ideología política.
Lógicamente en ese pacto debe entrar también el chavismo.
Perder
o ganar la vida
De
la noche a la mañana el microscópico e invisible virus ha dejado en evidencia
la desnudez del mundo y la indigencia de Venezuela arruinada, desmantelada y
con virus: Las armas son poderosas para imponer, pero no sirven para dar vida
al mundo, ni para convocar un gran encuentro nacional para que el país renazca.
Es casi increíble que un virus mínimo haya puesto en crisis todo el poderío
económico-financiero mundial y haya obligado a los estados a cerrar sus
empresas, escuelas, iglesias y campos de deporte. Un virus que avanza sin
respetar fronteras, ni carteras, dejando en evidencia que la convivencia
nacional e internacional sin ética -es decir sin tomar en serio la dignidad del
otro y sin solidaridad con él - es irrespirable y letal.
Está
a la vista que solo cuando escribimos TÚ con la misma mayúscula que YO está
presente DIOS-AMOR, ese Dios que nunca nadie lo ha visto pero lo sentimos
presente cuando vivimos el verdadero amor humano (Ver 1 Juan 4, 12).
La
más grave enfermedad no es el coronavirus sino el poder tiranizado que en
Venezuela ya ha matado a miles y tiene en agonía a millones. La emergencia del
virus nos llama a todos a la conversión, a cambiar de conducta y a exigir del
régimen y de toda la política -también de la opositora- a sincerarse con la
realidad y renovar el Pacto Social Democrático.
Luis
Ugalde
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