Julio César Arreaza B. 16 de marzo de 2020
@JulioCArreaza
El
colapso del sistema de salud se produjo de un largo y sostenido declive, que
viene en caída libre desde hace 21 años, lo cual ha sido denunciado
consistentemente por los enfermos que lo padecen, por el Colegio de Enfermeras
de Venezuela, en la voz de su presidenta Ana Rosario Contreras-una líder
auténtica, con discurso claro y coherente-, al igual que los médicos al frente
de los maltrechos hospitales, cuantas denuncias con fundamento le hemos
escuchado al Dr. Huniades Urbina, destacado director del JM de los Ríos;
cuantos reportajes y reportes rigurosos hemos leído y escuchado en los medios
impresos de prensa libre y la valiente RCR750.
Fresca
en nuestra memoria está la guerra atroz declarada por el finado galáctico a los
médicos venezolanos que pretendió sustituir con técnicos cubanos de dudosa
competencia y hasta creó una carrera rápida para graduar a piratas médicos
integrales.
Venezuela
atraviesa una situación de indefensión sanitaria, y así toca hoy ponernos las manos
en el corazón y confiar en el Dios providente, para enfrentar la pandemia
mundial del Coronavirus. Este peligro mortal nos llega en medio de la terrible
orfandad y devastación institucional, sin poderes públicos independientes,
males causados criminalmente por el narcorrégimen.
Nos
ha caído la plaga N°9 en este momento complejo del destino nacional. Miles de
compatriotas mueren diariamente por enfermedades sin atención y por hambre.
Aquí ya veníamos padeciendo y muriendo de varias epidemias y ahora enfrentamos
la amenaza de la nueva plaga. Es el momento de alzar la voz e imponer que se
abra la ayuda humanitaria impedida por el usurpador y exigir que se cierren los
vuelos provenientes de China e Irán en primer lugar. Los tapabocas únicamente
para el uso de los contagiados y personas de alto riesgo que deberían
preventivamente aislarse. En el marco de una condición sanitaria terrible
rechazamos firmemente cualquier atajo de simulaciones de falsa normalidad.
En
el plano político seguimos observando una crisis de verdad y de confianza, los
ciudadanos muestran su hartazgo por la reincidencia permanente en unas
elecciones sin condiciones. En un país anormal no puede pasar cosas normales.
Creemos en los partidos, pero ante su persistencia en el error, observamos que
los ciudadanos se están organizando para defenderse ante el totalitarismo
dominante. Hay que resolver primero el tema de la usurpación, sabemos
sobradamente que un sistema electoral contaminado, mellizo de la mentira, pone
a ganar un caballo cojo.
Frente
a las enormes dificultades jamás nos arredremos, tengamos siempre en el corazón
esta certeza. Dios camina a nuestro lado, en ningún momento nos abandona. Nunca
perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón. El “dragón”, el
mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es
Dios, y Dios es nuestra esperanza.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
@JulioCArreaza
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico