CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 15 de marzo de 2020
@CarlosRaulHer
Un funcionario local declaró en estos días que el
coronavirus es una farsa que el kapitalismoa rueda para
“vender medicinas”, como en su momento las gripes porcina y aviar. Pese a
la vox populi, COVID19 es una estremecedora amenaza global, y por
ello la OMC la declaró pandemia, que no es poca cosa. Un análisis antikapitalista,
sostiene que es una maniobra contra China. También que el Sida era un virus de
probeta liberado por los grandes laboratorios para hacer superventas.
Hace unos años, el ojo avizor alertó que los gringos inventaron un dispositivo para inocular cáncer a los gobernantes poscomunistas latinoamericanos y el único que murió de los afectados, fue el que se trató en Cuba, por su fe en la medicina socialista. El caos en Venezuela durante el 27 y 28 de febrero 1989 fue organizado por unos demiurgos al servicio de Fidel Castro. En noviembre pasado, con mínimo centimetraje, supimos de una convención en Dallas de los Tierraplanistas, que sostienen lo que se supone.
Como la esencia de una secta es descubrir conspiraciones y enfrentarse a otra parecida, se odian a muerte con la Asociación de la Tierra Plana, que cuenta con 200.000 seguidores en Facebook, según aquellos un “parapeto de las corporaciones para desacreditarlos”. Durante los 80 la izquierda denunció que el FMI provocó la Crisis de la Deuda para apoderarse del Tercer Mundo, y la derecha, que Clinton utilizaba el FMI y el Banco Mundial para gobernar el mundo.
La CIA, Bush y el Mossad derrumbaron las Torres Gemelas para asaltar el petróleo iraquí y ningún avión cayó en el Pentágono, sino un misil lanzado por los propios americanos. En Teoría de la conspiración (Donner: 1997) Mel Gibson relata a Julia Roberts el proyecto HARP, instrumento capaz de provocar un terremoto en China para asesinar al Presidente. El talento criollo descubrió que los decodificadores son un sistema de espionaje del imperio.
Un 747 en cómodas cuotas
Carlos Andrés Pérez era uno de los hombres más ricos del mundo, dotado de una tarjeta con crédito suficiente para comprar un 747, aunque a su muerte la familia tuvo que hacer colecta para pagar los médicos. EEUU no llegó a la luna en 1969, y lo que vimos lo filmó Kubrick en estudio, como lo presenta la cinta Capricornio Uno (Hyams: 1978) y nada menos que James Bond en Los diamantes son eternos (Hamilton: 1971), atraviesa caminando el set donde se rodaba la farsa. La compañía Monsanto diseñó la semilla Terminator para arruinar los agricultores.
Cuando la conjuntivitis por desnutrición se expandió en Cuba, Castro acusó a EEUU de bombardear con el virus. Los sicópatas que dirigieron el Terror en la Revolución Francesa y murieron guillotinados, se acusaban mutuamente de complot. Un burdo folleto aparecido en Rusia en 1903, Protocolos de los sabios de Sión, narra que la trama judía mundial se urdió en presencia del Demonio, y cuando apareció la peste negra en Europa (siglo XIV), que diezmó por lo menos la mitad de la población, acusaron a los judíos de “envenenar las aguas”.
Muchos piensan que instituciones y dirigentes de todo el mundo son tinglados que manejan las corporaciones y gobiernos norteamericanos a través de minorías arcanas y malignas. En Roma culpaban a los cristianos de demoníacas bacanales, promiscuidad sexual en las que violaban y sacrificaban niños para después devorar su carne y sangre. Cuando fueron poder con Constantino, acusaron a las sectas disidentes de hacer eso mismo, y luego a los herejes, judíos y brujas, y de pactos con el Diablo, volar en escobas, montar cangrejos gigantes y celebrar grandes orgías en el Sabbath.
Nunca a todos siempre
Ni Elvis ni Bin Laden están muertos, aunque si Paul McCartney, sustituido por un doble. El centro de la tierra es hueco y vive allí una civilización que la NASA esconde. A Lady “D” la asesinó la Corona Británica. En Roswell, Nuevo México, aterrizaron los extraterrestres que construyeron todas las pirámides existentes. Shakespeare era un seudónimo de Bacon. Imposible resumir los disparates y extravagancias de la teoría de la conspiración, pero hay que distinguir simples memeses, de los crímenes contra la humanidad.
Stalin asesinó millones de personas por conjurar componendas con las potencias imperialistas, pero fue “necesario” para la Unión Soviética. Hitler se inspiró en los Protocolos y exterminó seis millones de judíos. Ahmadinejad hizo un evento en 2008 para que “importantes expertos” desmintieran el Holocausto, mientras ahorcaba todos los días homosexuales y “adúlteras”. Cierto que hay conspiraciones de grupos poderosos para obtener beneficios turbios y enturbiar la realidad, pero su eficacia es episódica y mermada.
Se puede engañar todo el tiempo a alguien y por momentos a todos, pero no a todos todo el tiempo. Esto gracias a la pluralidad de los medios de comunicación libres que viven para cazar complots y romper los monopolios de poder. Y es solo en las sociedades cerradas donde la conspiración puede ser el único modo de acción, mientras los caudillos totalitarios con puño de hierro único, paradójicamente acusaron a las democracias de regirse por cábalas. Los revolucionarios fanatizan, idiotizan, envenenan a sus seguidores y las luchas de poder son solo complot que terminan en muerte.
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ
@CarlosRaulHer
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico